La alfombra roja

Tras la firma de pactos solemnes en espacios icónicos, los elogios pomposos al mestizaje y haber repetido hasta la saciedad lo necesario de conformar “un solo gobierno”, cada cual va por su lado. La fórmula de “dos gobiernos en uno”, de la que se pretendía rehuir, se impone en el día a día. Tanto el del Botànic, en la Generalitat, como el del Rialto, en el Ayuntamiento de València, se antojan deslavazados. PSPV y Compromís rivalizan por patrimonializar los éxitos de la gestión, en lugar de venderlos como un logro colectivo.

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Ximo Puig, Mónica Oltra y Héctor Illueca 10/09/2021

Rober Solsona / EP

En los siete años de la izquierda en la Generalitat, pocas noticias compiten en importancia con la llegada de Volkswagen a Sagunt. Un advenimiento extraordinario, fruto del trabajo silencioso en equipo, en el que un tridente de mujeres de orígenes y filiaciones variopintas —la socialista Rebeca Torró, la valencianista María Dolores Parra y la independiente María José Mira— han atraído al País Valenciano la principal inversión que se recuerda.

¿Qué mejor carta de presentación podría exhibir el Botànic? Sin embargo, cada parte del Consell ha tratado de festejarla por separado. El president, Ximo Puig, mediante unas declaraciones en solitario grabadas en el Saló de Corts, el escenario de las grandes ocasiones. Y la vicepresidenta, Mónica Oltra, escoltada por sus consellers de Economía y Transición Ecológica, con otro vídeo de urgencia en el cual les agradecía, retando al viento racheado y sin cederles la palabra, el trabajo realizado. La trascendencia de la buena nueva merecía una puesta en escena unitaria, de conjunto. Todos hubiesen salido ganando. Son esos pequeños detalles, además, los que permiten entrever el estado de salud de una relación.

Si las camas separadas se han convertido en la tónica habitual del Consell, ¿qué decir del cap i casal? Allí nunca han llegado a dormir juntos. Con afirmaciones tan desafortunadas como las efectuadas en À Punt por la vicealcaldesa, Sandra Gómez, manifiestando la necesidad de un “cambio de ciclo político” porque el tiempo de Joan Ribó, según ella, se ha “acabado”. Que viene a ser, en efecto, como si Oltra hubiese aseverado que Puig está de más.

O los gobernantes valencianos identifican al auténtico adversario o la ola iniciada en Madrid, que continuará en Andalucía y se ha disfrazado de moderación gallega, los sepultará de los pies a la cabeza"

Lo suicida de anunciar a los cuatro vientos un “cambio de ciclo” con el deseo de iniciar otro —con los mismos partidos pero en orden inverso— solo se calibrará con claridad cuando se produzca un verdadero cambio de ciclo que vuelva a situar a la derecha al frente de las instituciones.

Porque a eso conduce, precisamente, el choque de egos que antepone lo individual a lo grupal. O los gobernantes valencianos identifican al auténtico adversario o la ola iniciada en Madrid, que continuará en Andalucía y se ha disfrazado de moderación gallega, los sepultará de los pies a la cabeza. Y ya no serán ellos quienes cortarán la cinta a las puertas de la factoría de Sagunt ni quienes inaugurarán la remozada plaza del Ayuntamiento de València, sino otros. Aquellos a los que están poniéndoles la alfombra roja.

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