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El dilema del Bloc, el dilema de Compromís

Análisis

Entre esencialismo o pragmatismo, a pocos meses del Congreso. No hay modelo claro para el futuro de Compromís. Incomodidad con algunos “activistes digitales” nacionalistas

Agueda Micó presentó candidatura a dirigir el Bloc hace tres años

LVE

¿Qué quiere ser el Bloc en los próximos años? ¿qué quiere ser Compromís? No hay respuesta clara ni para una ni para otra preguntas; pero sí muchas hipótesis. En el primer caso, los ingredientes alcanzan la categoría de doctrina filosófica: debate entre esencialismo o pragmatismo. Entre recuperar el catálogo identitario por el que abogan el colectivo Bloc i País, de raiz fusteriana; o asumir que el posibilismo, aquel que se redacta cada día en el DOGV para transformar, y mejorar la vida, de los valencianos desde una visión valencianista e integradora, según subraya uno de los ideólogos del partido. No hay, por lo tanto, consenso, más bien disenso; y ahí está la clave principal del Congreso del Bloc para el próximo mes de junio. Àgueda Micó, secundada por Fran Ferri y Vicent Marzá, como referentes, apuesta por un valencianismo político alejado de resoluciones puristas y de corte procatalanista, aunque algunos crean lo contrario. Se quiere que el valencianismo político impregne toda la gestión de los recursos públicos, se quieren ampliar las bases sociales, más allá de los resultados electorales. Hay vocación de alcanzar hegemonía entre las izquierdas valencianas, frente al PSPV y Podem. La actual cúpula del partido conoce muy bien los efectos de abrazarse al esencialismo identitario: seis legislaturas como fuerza extraparlamentaria del Bloc en el pasado.

A partir de lo que decida el Bloc quedará condicionado todo Compromís, y con ello gran parte de las políticas del Botànic, inevitablemente. Al respecto, Compromís (y el Bloc) han sido y son instrumento fundamental de los cambios acaecidos en el ejecutivo valenciano desde 2015, junto al PSPV y Podem. Dicho de otra manera, el Botànic no puede entenderse sin auditar y explorar la labor de la fuerza que ahora lidera Mónica Oltra, con no pocas resistencias en el Bloc, gusten o no las decisiones adoptadas. Pero en esta reflexión abierta en el Bloc deben plantearse las consecuencias en Compromís, coalición (y fórmula de éxito electoral) una de cuyas patas, la de Iniciativa PV, rechaza de plano que Compromís acabe siendo “el partido”, reduciendo o anulando las denominaciones de cada fuerza, es decir, hay una enorme oposición a lo que podríamos considerar una “fusión”. Por esta razón, el Congreso del Bloc va a ser determinante: en su conclusión, orgánica e ideológica, estará dibujado también el futuro de Compromís de cara a las elecciones de 2023. “Hemos de revisitar nuestra visión sobre el nacionalismo”, apunta una fuente cualificada del partido, “para saber qué queremos ser y dónde queremos situarnos”. “Un valencianismo, añade, de futuro, del siglo XXI, y con una estructura más integradora”.

En el Bloc este debate aún está en fase embrionaria, y no son pocas las tensiones que se perciben. Esa lucha entre esencialismo y pragmatismo que, además, puede acercar o distanciar más al Bloc de Iniciativa PV, cuya líder, Mónica Oltra, rechaza de llano el discurso identitario. Ocurre, además, que no son pocos en el Bloc los que perciben que cada gesto procatalanista alimenta la versión de partido catalanista (o incluso independentista) que, justamente, un sector del partido no quiere proyectar. Sucedió, por ejemplo, con la resolución del Consell Nacional, que fue un texto cuyo objetivo era frenar otro más duro de Bloc i País; pero no es el único caso: el reciente episodio del diputado Josep Nadal ante un grupo de empresarios negándose a hablar en castellano se enmarca en este debate. Veladamente, algunos de sus compañeros no lo compartían. Los hay además, destacados perfiles del partido, que gustan de exponerse en las redes sociales, con argumentos que se alejan, justamente, de la versión sosegada que se pretende en este debate. Son los conocidos como “versos sueltos”, cuyas opiniones acaban incomodando, y no poco, a parte de la dirección del partido.

Esencialismo o pragmatismo. Y se pone de ejemplo la labor de Compromís en muchos ayuntamientos, donde el debate está superado. Un buen referente es Alzira, cuyo alcalde, Diego Gómez, ha logrado ampliar hasta el éxito el apoyo a la coalición. El alcalde, del grupo de los no adheridos, o Gent de Compromís, “ha entendido que la labor de nuestra formación debe ser mejorar la vida de la gente abandonando posiciones identitarias y comprendiendo las necesidades, siempre desde una posición valencianista integradora”. No es el único caso, pero es el modelo que a juicio de dirigentes de Compromís debería instalarse en todo el Bloc, abrazando el pragmatismo e impidiendo que el esencialismo acabe reduciendo las complicidades de la coalición con amplios sectores sociales. En los próximos meses, esta dialéctica tomará forma también de intentos de erosión entre compañeros, especialmente contra una dirección que algunos quieren derrotar en ese congreso. Hay heridas que siguen abiertas desde el último cónclave. Y como en todo proceso habrá ganadores y perdedores; esencialistas o pragmáticos.