Vinaròs, la irreductible aldea gastro
Opinión
Con el cambio climático y la sobreexplotación pesquera no sé cuánto tiempo nos queda para seguir disfrutando del langostino de Vinaròs. Afortunadamente sigue dando mucho placer y haciendo un papel excepcional como embajador del turismo gastronómico en el Baix Maestrat. Si! Esa comarca perdida de la mano de Dios, al norte de la Comunitat Valenciana, que linda con Catalunya.
En tiempos donde hablamos tanto de vertebrar el territorio, a veces se me cae la cara de vergüenza por la poca atención que presta la administración autonómica a nuestra periferia. Con razón algunos se mosquean y quieren ser cantones independientes. Este no es el caso, pero llama la atención que a Vinaròs se le valore más fuera que dentro. Digamos que es más de HBO, que de À Punt.
Su concurso de cocina aplicada al langostino acaba de cumplir 17 años, desde su creación ha sido un destello fugaz que ha sabido acaparar la atención de la alta cocina. Por él han pasado los Roca, Ruscalleda, Camarena, Moya, Barrera e innumerables estrellas del firmamento Michelin como miembros del jurado. Sin embargo, su valor radica en la proyección que tiene para las jóvenes promesas. Cada año, el ganador, además del premio en metálico pasa a formar parte de la selección española de cocina. A partir de ahí, si es bueno y ambicioso, podrá crecer hasta donde sus fuerzas le quieran llevar: - A competir en el Bocuse D’Or, a trabajar en el Basque Culinary Center, o montar su propio restaurante - Luis Arrufat, Vicent Guimerá, Gerson Ribal, Federico Guajardo, Carlos Miralles son algunos ejemplos de cocineros que se auparon a lomos del langostino de Vinaròs.
Para poner en marcha la maquinaria del concurso hay dos personas absolutamente imprescindibles, su director técnico, Juanjo Roda, para los amigos “El Xiquet de Vinaròs” - un chef formador con infinita dedicación por su trabajo, y Gabriel Quesada, el técnico de turismo municipal, pura solvencia y seriedad en la gestión. Ahí están, esta pareja de ambas personas desde el minuto uno con un objetivo común, tirar del carro en cada edición, superando desde las gotas frías hasta los terremotos del maldito Castor. Astérix y Obelix abriéndose paso entre las legiones romanas.
El certamen del Langostino sólo es la punta del iceberg, el momento más álgido de la temporada, su labor en pro de la gastronomía va más allá y proyecta la excelencia de Vinaròs y comarca durante toda la temporada con otros argumentos, como las Jornadas de cocina de la galera; El día mundial de la tapa. De tapa en tapa; Las Jornadas del Rancho Marinero, o de los arroces; Vinaròs Llépol, Vinaròs al forn; Tast del Territori, donde cada mes se promueven y degustan los mejores productos de la comarca en el mercado municipal.
Además como equipo ejercen de baluarte interactivo, promotor turístico de todo cuanto acontece en la zona. El año pasado nos embarcaron en la experiencia pesca-turismo, que a pesar de la indisposición transitoria que sufrí, fue algo inolvidable. Este último viaje nos dedicamos a disfrutar de un paisaje único caminando por la vía Augusta entre olivos milenarios, de la mano de Ezequiel, un guía sabio, muy sabio, con almuerzo en el Miralles y visita a la bodega L’Estanquer de Canet lo Roig. ¡Ah! Y disfrutamos mucho también catando los monovarietales de Farga, Canetera, Villalonga i Sevillenc d’olis Cuquello en la Jana.
Créanme amantes de lo bueno, el Baix Maestrat es como un enorme parque temático para gastroadictos. Y una última recomendación, quédense con este nombre: Carlos Vericat, actualmente dando placer en el Restaurante Bar Blava.