Dialéctica sin navajas, en À punt
DIARIO DE CAMPAÑA, DÍA 16
Hubo debate en À punt entre los candidatos a la Generalitat Valenciana; sin sangre y con inteligente confrontación de propuestas. Ganó, ante todo, la política; y la audiencia.
Lo afirmo: desde la existencia de Canal 9 (1989) y hasta hoy con À punt, el de ayer fue el mejor debate que se ha visto en una televisión pública valenciana. El formato no fue el encorsetado que distinguió la antigua RTVV, en tiempos del PSPV y del PP, donde los candidatos a la Generalitat Valenciana se expresaban ante las cámaras con una sucesión monólogos soporíferos. Esta vez había margen para la réplica y la contra réplica, para confrontar argumentos, a dos, tres, cuatro y cinco bandas; con tiempo suficiente (tal vez demasiado, tal vez dos horas fueron exceso) para abordar las grandes problemáticas que afectan a los valencianos.
No, no exagero. Y, además, los candidatos - Ximo Puig (PSPV), Isabel Bonig (PP), Mónica Oltra (Compromís), Toni Cantó (Cs) y Rubén Martínez Dalmau (UP) - hicieron dos cosas inteligentes: dejaron las navajas dialécticas en casa, esas que suelen herir a base de insultos, descalificaciones u ofensas, y acotaron la temática a las cuestiones que afectan a la Comunidad Valenciana, dejando los temas “estatales” apartados. No hubo bronca con temas como Catalunya o el independentismo, como fondo principal. Y en todo momento, Jèssica Crespo, la conductora y presentadora, supo mantener bien los ritmos y los tiempos. À punt hizo ayer un buen trabajo Hubo, eso sí, ganas de acercarse al voto indeciso, que puede ser decisivo el próximo domingo en las urnas, y a eso se dedicaron.
Otro aspecto bueno del debate es que las complicidades y estrategias intrabloques y extrabloques quedaron claras. La complicidad entre Mónica Oltra y Ximo Puig quedó rubricada; no hubo entre ellos ningún roce. La vicepresidenta valenciana, siempre ágil en la esgrima de la palabra, lanzó algún ataque contra el PSOE y contra Pedro Sánchez, pero no contra Ximo Puig. En el caso del president, institucional y prudente, no dudó en agradecer la colaboración de la vicepresidenta en varias de las políticas logradas por su ejecutivo. Y defendió la gestión de su ejecutivo en contraposición a lo hecho durante las dos anteriores décadas. Fue quien más insistió en el riesgo de unas “derechas” dispuestas a pactar con la “ultraderecha”.
No fue el caso de Rubén Martínez Dalmau, duro con Ximo Puig en muchos ámbitos, pero con especial insistencia en las políticas medioambientales. El líder de Unidas Podemos pareció por momentos un outsider, tanto que hasta Mónica Oltra le llegó a recordar lo que había sido la legislatura y desde donde se partía. Dejó claro Rubén Martínez Dalmau que si de su partido depende, y si los resultados electorales lo permiten, UP va a ser un aliado incómodo para el PSPV y Compromís. Al tiempo.
En el bando de las derechas, Isabel Bonig y Toni Cantó no parecieron tener buena sintonía, pero tampoco intentaron herirse. El candidato de Cs fue, sin duda, quien mejor dominó la escena de los cinco; su profesión de actor se nota: hablaba y miraba a la cámara mejor que todos. Con varios mensajes ya conocidos, y alguno prefabricado, fue quien más buscó el cuerpo a cuerpo con Ximo Puig: “¿dígame cuántas naciones hay en España?, ¿dígame porque no ha sido capaz el PSOE de cambiar el modelo de financiación?, ¿por qué no contesta a mis preguntas?
La candidata del PP, muy moderada (a años luz de sus intervenciones en las Cortes Valencianas) buscó también el cuerpo a cuerpo con el president pero más en los papeles (sacó muchos, la mayoría fotocopias de portadas de diarios y algún informe) que en los eslóganes. La popular quiso mantener una actitud institucional, y ciñó casi toda su intervención en cuestionar la política fiscal del Botànic, la sanitaria y la educativa. En el caso de Toni Cantó, con la sanidad y la educación mostró su parte más vehemente.
Aunque parezca mentira, no hubo, por parte de estos dos candidatos, insistencia en procesos catalanistas, adoctrinamiento o similares; y si se citaron pasaron casi desapercibidos. Se insistió, y mucho, en las listas de espera, la libertad de los padres para elegir colegio e idioma vehicular y en la situación de las finanzas públicas. Por el contrario, Ximo Puig subrayó los riesgos de que vuelvan a la Generalitat unas derechas “que quieren volver al pasado, frente al progreso que queremos consolidar”. Mónica Oltra, al respecto, perfiló cifras y tiempos de las políticas del Botànic en materia de dependencia y contra la violencia machista.
Tal vez, para muchos espectadores pudo resultar decepcionante no ver sangre (imaginaria) sobre el plató de À punt, pero el debate de ayer fue eso, un debate, que con todas sus carencias (muchas por los propios perfiles de los candidatos) ayudó a quienes lo vieron a comprender qué modelos de Comunidad Valenciana están en juego. Eso es, al fin, lo mejor que puede y debe ofrecer un debate; lo otro es ruido, que divierte pero no forma la opinión, que se dirige al estómago más que al intelecto. Nadie podrá decir que los candidatos no han mostrado todos sus recursos con las mejores formas. Viendo lo que se ve en otros foros de opinión y, en especial, en las redes sociales, lo de ayer noche se agradece. Que se repita.