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Miquel Grau y el Artículo 21

Opinión

Hoy hace 40 años que asesinaron a Miquel Grau. El ultraderechista Miguel Panadero, de Fuerza Nueva (el partido de Blas Piñar), lanzó un ladrillo desde su balcón que dejó al joven de 20 años en coma; diez días después, murió en el hospital. Ocurrió la noche del 6 de octubre de 1977, cuando Grau estaba con tres compañeros del Moviment Comunista del País Valencià pegando carteles del 9 d’Octubre, la diada valenciana, en la Plaza de los Luceros de Alicante.

Cuarenta años después de aquella convulsa Transición no tan modélica, a una le gustaría pensar que el fascismo español -una ideología excluyente, no olvidemos- es cosa del pasado. Un pequeño pero constante goteo de agresiones nos vienen recordando que sigue ahí, desde las recientes amenazas de muerte a la diputada de la CUP, Anna Gabriel, en València, hasta los repetidos vandalismos que ha sufrido la placa que homenajea a Miquel Grau en Alicante. Son solo unos ejemplos.

Cartel que convocaba la festividad valenciana en Alicante en 1977

LVD

“Son pocos”. “Mejor no darles protagonismo”. Son algunos de los comentarios que he escuchado varias veces durante años. Creo que es un error, y más después de lo que vivimos el pasado 9 d’Octubre en València: agresiones, boicot, violencia en general, miedo... Se ha hablado ya mucho de eso. Y no eran cuatro, sino centenares de personas. Vimos banderas de España 2000 y ultras de los Yomus, pero también muchas personas con banderas de España y simpatizantes de Som Valencians, ese partido que busca ubicarse en el vacío del valencianismo político de derechas. “Gente normal”, como diríamos coloquialmente.

El problema es que todas esas personas se entremezclaron y crearon una masa uniforme que desde dentro de la manifestación (ahí estaba yo) se percibió como una jauría de perros en celo. Sentimos (me incluyo, aun habiendo hecho el recorrido en calidad de periodista) que estábamos desfilando en un paseíllo donde todo valía: también la violencia machista, en su cara más cruda, con gestos obscenos y amenazas de violación. A mí solo me llamaron “zorra” y “puta” por llevar una cámara (y me lo gritó una mujer). Hay que decir que no tenim por, pero el caso es que algunas sí lo tuvimos y es humano reconocerlo.

También me inquieta otra lectura. Las centenares de personas que jaleaban por una unidad de España que está escrita en la Constitución vulneraron otro artículo de la misma Carta Magna: el 21, que reconoce el derecho de manifestación “pacífica y sin armas”. Así ha venido siendo la manifestación nacionalista del 9 d’Octubre por la tarde (que, recordemos, llevaba por lema ‘Sí al valencià’). Y ese derecho fue totalmente violado cuando todas esas personas concentradas de manera ilegal (no tenían permiso de la Delegación del Gobierno) ocuparon el Parterre y obligaron a modificar el recorrido de la manifestación convocada legalmente.

Enfrentamientos el 9 d'Octubre en València

Biel AliÑo / EFE

Conozco el caso de 18 personas que se concentaron en Valencia de forma pacífica, sin permiso, y que acabó con una multa de 301 euros a dos personas por una multa que interpuso la Delegación del Gobierno. Ocurrió en 2011. Hoy, centenares de personas se concentran con el objetivo de impedir una manifestación y con formas violentas y solo vemos tres detenidos. Parece más una actuación de cara a la galería de la Delegación del Gobierno que una voluntad real de atajar con el fascismo. Inadmisible. ¿Tenemos que esperar a que lancen ladrillos desde los balcones?

En democracia son legítimas todas las ideologías siempre y cuando se manifiesten de forma pacífica y no fomenten los delitos de odio (xenofobia, sexismo, aporofobia, etc.). En 2013 CiU propuso en el Congreso de los Diputados tipificar como delito la apología y el enaltecimiento del franquismo, un texto que fue consensuado con PSOE, IU, UpyD y UPN y rechazado por la mayoría absoluta del PP. Ahora, En Comú Podem vuelve a intentarlo. Veremos cómo se justifican esta vez los votos en contra y las abstenciones, si las hay.

El Código Penal ya contempla los delitos de incitación al odio, discriminación o violencia y la justificación del genocidio, pero no hace mención expresa al fascismo. Visto lo visto, parece que va siendo necesario concretarlo, antes de que nos lamentemos de su presencia en el Parlamento.

Hoy toca recordar a Miquel Grau.

Placa en homenaje a Miquel Grau en Alicante

LVD