Cuenta atrás para el juicio por la muerte del pequeño Julen en Totalán
Juzgado número 9 de Málaga
La Fiscalía pide tres años de cárcel para David Serrano, el dueño de la finca, al que acusa de homicidio por imprudencia grave
El juicio por la muerte de Julen Roselló, el niño de dos años que perdió la vida tras caer a un pozo en Totalán (Málaga), comenzará el próximo 21, una semana después de que hoy se cumpla el aniversario de la tragedia. David Serrano, el dueño de la finca donde está el pozo en el que cayó el pequeño, es el único imputado en el caso.
El juzgado de lo penal 9 de Málaga deberá decidir si Serrano es culpable de un delito de homicidio por imprudencia grave como solicita la Fiscalía, muy grave, petición de la acusación particular ejercida por los padres o es inocente, como defiende su abogado, Antonio Flores. La Fiscalía solicita que se le imponga una pena de tres años de cárcel; mientras la acusación particular pide medio año más de prisión para Serrano. La defensa solicita la absolución.
La Fiscalía insiste en que Serrano era el único que conocía la existencia del pozo
El Juzgado malagueño abrió el mes pasado juicio oral contra el procesado y le impuso el pago de una fianza civil de 885.300 euros, teniendo en cuenta el coste de las tareas de rescate llevadas a cabo. Al declararse insolvente, se le incautó la finca que Serrano había comprado y donde ocurrieron los hechos.
El fiscal, en su escrito de acusación provisional, incide en que el procesado “no había señalizado ni advertido” de la presencia de la prospección e insiste en que David Serrano “era el único conocedor” de la existencia del pozo por el que cayó el pequeño, añadiendo que “los demás desconocían” la presencia del mismo ya que “apenas se veía”.
La acusación de los padres también achaca al acusado una “negligencia” que es “extremadamente grave” y una conducta omisiva, al prescindir de la observancia de cualquier medida de seguridad, debiendo tenerse en cuenta tanto “la gravedad de la acción del acusado”, así como su conducta, en la que entiende que existen “multitud de infracciones normativas”.
Por su parte, la defensa señala que no se sostiene la acusación por homicidio por imprudencia grave contra su cliente, insistiendo en la “imposibilidad de haber previsto el riesgo” de que el niño cayera y en que avisó varias veces de la existencia de los pozos.
El texto de acusación de la Fiscalía narra que el día de los hechos David Serrano fue junto con su pareja y su hija menor, así como con los padres de Julen y el pequeño a la finca con la intención de hacer una paella. Cuando llegaron, el procesado aparcó en la explanada en la que había realizado una obra con una canalización o zanja para asentar un futuro muro, que pretendía construir y que, además, se dispuso a mostrar al padre del pequeño.
Los menores, mientras tanto, y según el relato del Ministerio Público, estaban junto a sus madres. La madre de Julen “se sentía indispuesta” por lo que dijo a su marido que iba a llamar al centro de trabajo para avisar de “la imposibilidad de acudir” a trabajar esa tarde, encomendando el cuidado de Julen al padre. En un momento dado, el niño se puso a correr, según el fiscal, y al verlo, la pareja del acusado comenzó a gritar el nombre del menor, reaccionando “de forma inmediata” el padre, corriendo ambos en dirección de Julen para pararlo y evitar “que se hiciera daño con las piedrecitas o las paredes de la zanja”.
La defensa se centrará en que Serrano avisó de lo que había y el rescate fue un “cachondeo”
Según el relato, al llegar a su extremo final “de forma repentina y sorprendente” Julen desapareció de la vista, ya que “se coló por la boca del pozo que se encontraba a ras del suelo de la zanja, “en el extremo final y sin tapar, precipitándose en su interior”. La boca del pozo era de 28 centímetros de diámetro, reduciéndose posteriormente hasta los 21-22 centímetros.
El padre del niño intentó sin éxito sacar a Julen del pozo “lesionándose los brazos en su intento de alcanzarlo, apartó los dos bloques de hormigón que rodeaban la boca y metió una goma de regar con el intento de que Julen se agarrara” pero “era imposible” pues “desconocía” que el pozo tenía 110 metros de profundidad y que el menor se había precipitado hasta el fondo, apunta el relato.
El fiscal considera que tanto la pareja del acusado como los padres de Julen “desconocían” que estaban preparando la comida “a 17 metros de distancia de un pozo sin tapar”. Según señala, el dueño “a sabiendas de todo ello y de la falta de protección suficiente y adecuada, no adoptó medida alguna para evitar cualquier posible resultado lesivo, poniendo en peligro la vida de los dos menores; su propia hija y la de Julen, que finalmente cayó por él”.
La defensa de Serrano mantendrá que nadie podía prever que el niño se cayese por un agujero tan estrecho. Antonio Flores, abogado, resalta que hasta el tercer día de rescate “todo el mundo dudaba que el niño estuviera allí”, y señala errores: “Todo se ha pintado como un esfuerzo titánico, pero fue un cachondeo al principio, porque dudaban de que estuviera el niño. Se lo toman en serio cuando sale la piqueta con el pelo”. “Era insólito, imposible de prever. Pero David advierte al padre de Julen. El padre lo reconoció y desde el momento en que adviertes, el deber de cuidado se traslada”, señala el abogado.
El fiscal, en cambio, está convencido de que la advertencia fue “genérica”. Durante la fase de instrucción la defensa del dueño de la finca intentó extender la responsabilidad a otras personas como el pocero que realizó la prospección que no contaba con los permisos ni selló completamente el pozo; el equipo de rescate, que habría podido provocar lesiones mortales al niño; y los propios padres, por la falta de vigilancia
José Roselló, el padre de Julen, quiere todo acabe cuanto antes porque el dolor no se va. Roselló y Serrano eran amigos íntimos hasta el trágico suceso. Hoy, José asegura que no perdonará nunca a David, aunque reconoce que fue un accidente y no quiere entrar en culpabilidades, aunque cree que la tragedia se podía haber evitado si David les hubiera advertido del pozo.