Elecciones vascas 2024: La pediatra de Pradales que no habla euskera y el PP

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Los populares han buscado polemizar en campaña sobre la cuestión de la lengua, pese a los consensos que los estudios reflejan en este ámbito

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Indicaciones en euskera en un comercio vasco, junto a un cartel de la carrera popular por el euskera Korrika

Manu Lozano / Colaboradores

La cuestión de la convivencia entre las dos lenguas oficiales del País Vasco y de las incursiones de la política en el ámbito de la lengua podrían parecer superadas atendiendo a algunos datos. El 67% de la sociedad está a favor de la promoción del euskera y solo un 7% en contra, el 88% cree que en el futuro de Euskadi deben convivir ambas lenguas, mientras que únicamente un 9,5% cree que se futuro solo debe ser en euskera, y, por citar otro dato recogida en la Encuesta Sociolingüística, hasta el 75% de los jóvenes conoce ambas lenguas y solo un 9% dice no entender la lengua vasca. La realidad, sin embargo, es más complicada y la campaña está demostrando que ni siquiera una cuestión que en apariencia suscita estos consensos escapa a la refriega entre partidos.

El candidato del PP, Javier de Andrés, es quien con más insistencia saca a relucir estas cuestiones, junto con Vox. Lo hace apelando a los dos temas fundamentales que aún generan fricciones en el ámbito político: la exigencia de perfiles lingüísticos en la Administración y el debate sobre el futuro de los tres modelos lingüísticos en Educación (A, B y D).

Atendiendo a la primera cuestión, el nivel de discordancia entre lo que dicen unos y otros es tan elevado que para un observador imparcial puede resultar complicado aclararse. De Andrés denuncia que se “exija euskera en la Administración por encima de lo que la sociedad puede dar” y centra sus críticas en un ámbito muy sensible: el de la Salud, sugiriendo que la falta de profesionales sanitarios que afecta a Euskadi, y a media Europa, tiene que ver con el tema lingüístico.

Recursos elecciones vascas 2024

Careles electorales en una calle de San Sebastián

Manu Lozano / Colaboradores

Imanol Pradales respondió a esta cuestión en una entrevista radiofónica con un ejemplo familiar: “Suelo acudir mucho a pediatría en el hospital de Cruces, porque tenemos una niña chiquitina, y habitualmente me suelen atender magníficas profesionales de origen latinoamericano que no hablan euskera. Seamos serios”.

Es en este punto donde surge una duda razonable: ¿es realmente la lengua una barrera infranqueable en el ámbito público y, en particular, en el de la Salud? Los datos dicen que no, que en el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza trabajan miles de sanitarios que no dominan la lengua vasca. En concreto, el 51% de los profesionales tiene acreditado un perfil lingüístico (en su caso, en Salud, se suele pedir un B2), mientras que la otra mitad carece de esta acreditación.

El porcentaje de trabajadores con perfil acreditado es algo mayor en el conjunto de las administraciones vascas (en torno a un 60%, una media que sube claramente en ámbitos como la Educación, donde los profesores suelen acreditar un C1). Esta cuestión de los perfiles lingüísticos se ha canalizado históricamente en base a dos criterios: se exigen en base a la realidad sociolingüística del lugar en el que se ejercerá el servicio público y, en segundo lugar, en caso de ser preceptivo, se demanda un nivel acorde a las funciones que desempeñará el trabajador público.

En este apartado, no obstante, también hay espacio para la crítica. La plataforma Euskara Denontzat (Euskera para todos) viene denunciando que en los últimos años se exige por encima del conocido como índice de preceptividad, es decir, por encima de la realidad sociolingüística de cada lugar. Además, en los últimos meses se han dictado varias sentencias que han anulado convocatorias públicas de empleo por demandar el conocimiento de euskera al margen, según los jueces, de las citadas coordenadas. Esta cuestión suscitó una multitudinaria manifestación el pasado otoño en Bilbao para denunciar “una ofensiva judicial contra el euskera”.

Behatokia, el observatorio de los derechos lingüísticos, mientras, denuncia que el derecho a ser atendido por la Administración en la lengua oficial que elija el hablante, recogido legalmente desde hace 40 años, está lejos de cumplirse incluso en las zonas más vascohablantes. El Gobierno vasco señala que el grado de cumplimiento de este derecho es elevado, aunque reconoce limitaciones.

Carteles promocionales de Euskaraldia, una exitosa iniciativa social a favor del euskera.

Carteles promocionales de Euskaraldia, una exitosa iniciativa social a favor del euskera.

Euskaraldia

En una realidad sociolingüística muy diferente a la de Cruces, el hospital mencionado por Pradales, el médico de Amoroto, natural de Madrid, parece avalar este punto, aunque, en una entrevista en el diario Deia, también ponía en valor cómo la convivencia se abre paso. Y ahí juega un papel importante tanto la paciencia de la comunidad vascohablante como la voluntad de hacer un esfuerzo de quienes se acercan al euskera siendo ya adultos:

“Estoy intentado aprender. Algún paciente me ha hecho listas de palabras en euskera. Ha sido un regalo precioso (…). Ten en cuenta, que hay mucha gente a la que le cuesta expresarse en castellano, aquí solo se oye euskera. Por eso estoy muy agradecido en cómo me han aceptado (…). En la vida encontraría un puesto de trabajo mejor que ser médico de familia en Amoroto”.

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