Partiendo de la premisa de que un objeto proporciona “la oportunidad de entrelazar contextos variados como el geográfico, el histórico, el político o el social”, un colectivo de profesionales vascos se ha propuesto contar la historia de su tierra a través de “objetos icónicos del País Vasco”. Su objetivo es “partir del pasado, para mostrar el presente e inspirar el futuro”, y su primer proyecto es un cuidado libro de 225 páginas publicado en cuatro lenguas (castellano, euskera, inglés y francés).
El libro La historia de 50 objetos icónicos de Vasconia es el primer proyecto del grupo Hemendik e incluye los relatos que asoman detrás de productos, objetos y elementos tan variopintos como los monopatines Sancheski, las cartas de Heraclio Fournier, las xisteras de cesta-punta, los autobuses de Irizar, las bicicletas de Orbea, las grapadoras de El Casco o los productos del Grupo Mondragón.
La iniciativa pretende “poner en valor la creatividad y la historia” a través de relatos que bucean en el pasado “para mostrar el presente e inspirar el futuro”.
El proyecto pone especial atención “en los procesos de creación”, ya que “abren vías para adaptarse a nuevas situaciones y épocas”. “Queremos construir puentes entre la industria, la cultura y la sociedad”, indican.
Detrás de esta iniciativa se encuentra un grupo de profesionales del mundo de la comunicación, las redes sociales, el diseño industrial o el ámbito del patrimonio inmaterial. El diseñador industrial Jean Louis Iratzoki, natural de Azkaine, al norte del Bidadoa, es uno de ellos.
“Es importante que contemos nuestra historia más allá de lugares comunes que dibujan un lugar aislado entre montañas, rural o, en el caso de Iparralde, muy ligado al turismo. El territorio vasco ha sido y es un eje de comunicación muy importante en Europa Occidental y, además, el peso de la industria en todo el territorio ha sido enorme. Por otro lado, nos parecía interesante partir de una dimensión cultural, no política, para hablar de todo el territorio vasco”, explica.
Esta idea de superar las fronteras administrativas ha sido bien acogida por instituciones como la Eurorregión Nueva Aquitania-Euskadi-Navarra, que ha apoyado económicamente la iniciativa, y por un público que ya ha agotado la primera edición.
Estos son siete de los 50 objetos o elementos recogidos en la obra, solo una pequeña muestra de unas historias que hablan de capacidad de adaptación a los cambios económicos e industriales, creatividad y apuesta por la internacionalización
Las cadenas de Vicinay
El desarrollo industrial de principios del siglo XX en Bizkaia llevó a la familia Vicinay a abandonar su pasado como herreros para crear las primeras cadenas destinadas a la industria naval. La empresa se especializa también en anclas y otros productos de forja aplicables a esta industria marítima.
Estas cadenas, con eslabones de hasta 700 kilos, se continúan produciendo en masa en fábricas de Sestao (Bizkaia), Texas, Rio de Janeiro, Escocia, Suecia y China. Cada año se producen casi 80.000 toneladas de este producto para abastecer a la industria naval y a las plantas situadas en alta mar.
Las cadenas de Vicinay, empresa líder en el sector, son un símbolo de la industrialización en el País Vasco.
Las cartas de Heraclio Fournier
Procedente de una familia de impresores franceses, Heraclio Fournier abre en 1870, a los 19 años, su propio taller de litografía en Vitoria-Gasteiz. Siete años más tarde, encarga al vitoriano Díaz de Olano el diseño de un naipe propio que se consolida como la “baraja española” de referencia e incluso es premiado en la Exposición Universal de París de 1889. El desarrollo de esta baraja sirvió también para impulsar el juego del ‘mus’, documentado desde 1756 como un “juego de naipes propio de los vascos”
En la actualidad, Fournier fabrica productos para 75 países y alrededor de 16 millones de barajas al año. Su cuota de mercado alcanza el 35 % y, según un estudio, el 95 % de las cartas que se encuentran en los hogares españoles son de esta casa.
La cesta punta
Aunque la cesta punta o ‘jai alai’ no es hoy la modalidad de pelota vasca más popular en el País Vasco, es con diferencia la más internacional. El auge y la internacionalización de esta modalidad llenó frontones en Florida, México, Filipinas, Barcelona o Madrid.
Según se recoge en esta publicación impulsada por el grupo Hemendik, “los juegos de pelota constituyen una de las más antiguas modalidades deportivas y se practican tanto en la antigüedad greco-romana como en la cultura azteca”. Estas prácticas arraigaron también en el País Vasco, originando diferentes modalidades de pelota vasca.
En 1857 se inventa en Senpere (en el País Vasco francés o Iparralde) una cesta de mimbre conocida como xistera, que da un nuevo rumbo a este deporte, gracias a sus elegantes formas, la espectacularidad del juego y la potencia de los golpeos (hasta 313 km/h).
La Gula del Norte
En los años 80 el precio de las angulas se disparó y las convirtió en un alimento privativo que fue desapareciendo de las cocinas tradicionales. De 5 céntimos de euro en 1975, el kilo sube hasta los 650 euros en temporada alta.
Durante un viaje de negocios a Texas en 1986, Álvaro Azpeitia, el contable de la empresa Angulas Aguinaga, presencia la demostración de una empresa japonesa que muestra un método para transformar la carne de pescado en un sustituto del marisco: el surimi. Apenas cuatro años después nace la ‘gula’, un sucedáneo que en 1991 sale al mercado como ‘La Gula del Norte’ y cosecha un extraordinario éxito.
Los monopatines de Sancheski
Si el surf entró en Europa a través de las playas de Biarritz, con el monopatín ocurrió algo similar. En 1964, cuando las tablas ya se habían popularizado en la côte basque, una tabla de otro estilo aterriza en el aeropuerto de Biarritz procedente de California, donde se había inventado un año antes. A pocos kilómetros, en Irun, una familia que responde al apellido Sánchez observa atenta el nuevo fenómeno.
Son los dueños de la empresa Sancheski dedicada a la fabricación de esquís y material deportivo, y dos años más tarde deciden diversificar su producción convirtiéndose en la primera marca de monopatines europea. Los monopatines de Sancheski no tardaron en traspasar fronteras, hasta el punto de que en muchos lugares se llegó a denominar a los monopatines como ‘sancheskis’, de manera general.
La ola artifical de Wavegarden
En el año 2005 Josema Odriozola, un vasco amante del surf, y su mujer, la economista deportiva Karin Frisch, ponen en marcha la empresa Wavegarden con el sueño de crear olas artificiales surfeables de gran calidad. Cinco años después, tras miles de horas de simulaciones por ordenador y ensayos en una laguna artificial de Aizarnazabal (Gipuzkoa), nace la primera ola artificial surfeable.
Hoy la empresa Wavegarden es la compañía líder en el sector de las olas artificiales y cuenta con instalaciones en Inglaterra, Gales, Australia y Corea del Sur, donde ha prestado su tecnología a la mayor piscina de olas artificiales del mundo. Además, tiene una pequeña instalación en su sede actual, situada de Aizarnazabal (Gipuzkoa), y pronto abrirá dos nuevas instalaciones en los Alpes suizos y Sao Paolo.