En abril del año pasado, Junts y BComú unieron sus votos en el pleno municipal para reprobar al alcalde Jaume Collboni y su gobierno de 10 concejales por su “incapacidad para construir una mayoría estable para hacer avanzar la ciudad”. La propuesta la defendió Xavier Trias y contó con el apoyo de Ada Colau. Antes, Collboni había tenido que recurrir a la vía de la cuestión de confianza para sacar adelante su primer presupuesto. Nueve meses después, los dos anteriores alcaldes de Barcelona han abandonado el Ayuntamiento, pero la situación del alcalde socialista no ha variado lo más mínimo.
Hoy, después que los socialistas tuvieran que acudir a la prórroga presupuestaria ante la imposibilidad, de nuevo, de sacar adelante unas nuevas cuentas para el 2025, Junts y BComú, además del PP, ha sumado la mayoría suficiente para “constatar la incapacidad del alcalde Jaume Collboni y su equipo de gobierno para llegar a acuerdos con el resto de grupos municipales” y para recordarle que el PSC “se encuentra en una situación de clara minoría y debilidad, hecho que le inhabilita para dar respuesta a los retos de la ciudad sin diálogo ni consenso con el resto de grupos”.
ERC se ha abstenido y Vox ha votado en contra de la iniciativa de Junts para evitar coincidir con la formación independentista.
El texto aprobado hoy, una reprobación en toda regla aunque no incluya esta palabra, no tiene más valor práctico que el de una simple declaración. Constata una realidad incuestionable: se aproxima el paso del ecuador del mandato y Collboni no solo encabeza el que sigue siendo el gobierno más minoritario de la historia de la ciudad sino que nada indica que las cosas vayan a cambiar. Ni siquiera algo que se daba por hecho hace unos meses, la incorporación de los cinco concejales de ERC al ejecutivo municipal, se atisba ya en el horizonte.
En cualquier caso, Collboni se ve abocado a utilizar la táctica del palo y la zanahoria, especialmente en su relación con BComú, por un lado, y con Junts, por el otro extremo, aunque hoy, finalmente, la zanahoria ha desaparecido del plato y los palos se han multiplicado.
Socialistas y comunes han vuelto a demostrar en el ring municipal que la sociedad que formaron en el anterior mandato era una pura entelequia, que apenas se soportan. Así lo han evidenciado cuando habían transcurrido muy pocos minutos desde el inicio de la sesión, con un ojo puesto en la situación que se vivía en la casa Orsola.
La presidenta del grupo de BCOmú, Janet Sanz, ha reprochado al alcalde no haber estado con las entidades y vecinos que han tratado, con éxito en la primera tentativa, de evitar el desahucio. Esa intervención ha dado pie a un duro intercambio de reproches entre la primera teniente de alcalde, la socialista Laia Bonet, y la mujer que ha relevado a Ada Colau al frente de los comunes.

Janet Sanz, presidenta del grupo de BComú, junto a la portavoz, Gemma Tarafa
La número dos del Ayuntamiento no se anduvo por las ramas. “Su intervención –ha dicho Bonet dirigiéndose a los comunes– me produce vergüenza. La casa Orsola es la herencia de lo que ustedes hicieron en el anterior mandato. En 2022 tuvieron la opción de adquirir el edificio. Lo que ustedes no hicieron no pueden exigirlo ahora a los otros. Nosotros estamos aplicando la regulación de alquileres, luchando contra el fraude y tratando de evitar que haya más casos como el de la casa Orsola. Estamos arreglando las chapuzas que ustedes cometieron. Menos lecciones”.
“Nosotros paramos centenares de casas Orsola, adquirimos 1.660 pisos por el derecho de tanteo y retracto. Ustedes no están haciendo nada, no están gobernando. Defiendan la casa Orsola”, le ha respondido Sanz.
¿Quién evita más situaciones como la de la casa Orsola?
Posteriormente, Janet Sanz se ha vuelto a enfrascar en una fuerte discusión con los socialistas, en este caso con el propio alcalde. En respuesta a un ruego de ERC para que el Ayuntamiento de Barcelona utilice con más frecuencia el derecho de tanteo y retracto para “evitar más casas Orsola”, el alcalde ha apuntado directamente a los comunes –con quienes gobernaban por aquellas fechas– como responsables de que el edificio más de moda del Eixample no sea ahora propiedad del Ayuntamiento.
Eso sí, fiel a su merecida fama de equilibrista sobre la cuerda floja, Collboni le ha aceptado a Janet Sanz un ruego para reunirse con las entidades defensoras del derecho a la vivienda. Y lo ha hecho incluso después de que la presidenta del grupo de BComú le acusara poco menos que de plegarse a los intereses de “las élites y los especuladores”. “Entre la casa Orsola y el Círculo Ecuestre usted ha elegido el Círculo Ecuestre”, ha dicho Sanz aprovechando la presencia del alcalde el día anterior en el club de la avenida Diagonal.
La reserva del 30%
La reserva del 30% para pisos sociales, que el PSC quiere revisar y que los comunes desearían no solo mantener sino ampliar al 50% , ha desencadenado la enésima trifulca retórica entre los antiguos socios. Y en este punto el alcalde ha dejado muy clara su posición. La medida aprobada en su día con el apoyo de las formaciones de izquierda y también de Junts pide a gritos un reset porque ha sido un rotundo fracaso: “el resultado de políticas equivocadas son 26 pisos en seis años. Basta ya de frases vacías y de mentiras. El 30% de cero es cero: hemos de replantearnos la medida, rectificarla para que no hay 26 pisos sino 2.000”.
Es aquí donde los ojos de los socialistas están puestos en el grupo de Junts, con el que sumarían la mayoría suficiente para que prospere esa revisión que ya ha puesto negro sobre blanco la experta en cuestiones de vivienda Carme Trilla y que ya está hablada, y en teoría consensuada, con el sector privado.
Si en la relación entre PSC y BComú queda algún rescoldo de esa alianza que jamás fue sincera es gracias al tranvía. Las dos formaciones, al igual que ERC, y a diferencia del criterio de Junts, PP y Vox, tienen claro que, llegados aquí, con los convoyes circulando ya por la Diagonal hasta más allá del paseo Sant Joan, no tiene sentido echar el freno, que hay que llegar hasta Francesc Macià para conectar definitivamente el Trambaix con el Trambesòs.
Es por ello que los socialistas no han tenido inconveniente alguno en apoyar la propuesta de los comunes para blindar este proyecto de cualquier impedimento como el que se ha producido para aprobar los presupuestos.
El pleno, también con los votos de Esquerra, se ha comprometido a garantizar, mediante una ampliaciones o modificaciones de crédito, la financiación plurianual necesaria para que el tranvía pueda circular en el futuro entre Verdaguer y Francesc Macià.
Sin embargo, como no podía ser de otro modo, también aquí PSC y BComú difieren, por lo menos en los ritmos. La lectura que unos y otros hacen del “cuanto antes, mejor”, no es precisamente la misma. Los comunes insisten en que la obra pendiente debe hacerse de una sola vez. Los socialistas, en cambio, predican el sin pausa pero sin prisa y se darían con un canto en los dientes si al final de este mandato (primavera de 2027) el tranvía llega hasta el paseo de Gràcia (algo que ya roza la utopía) y se deja todo a punto para completar la infraestructura en el próximo periodo de cuatro años. No quieren saturar todavía más de obras Barcelona.