Al 22@ le falta unas cuantas guindas que terminen de llenarlo de alegría. Dense una carrera al caer la noche por el distrito tecnológico de Barcelona, cuando los flexos olvidados de las oficinas iluminan las calles a través de los vidrios y la panadería donde la gente compra tentempiés baja la persiana, y tendrán la sensación de cruzar una deriva distópica donde las sombras siempre inquietan, hasta que de repente irrumpe el Poblenou y de nuevo ves gente, comercios aún abiertos, terrazas…
“El 22@ es una historia de éxito inacabada –dice Jaime Hugas, de la sociedad inversora Conren Tramway–. El Ayuntamiento acertó promoviendo la regeneración de un barrio atascado en un largo proceso de decadencia industrial. Ahora falta profundizar en la mixtura de usos. Pero no es posible porque sigue vigente la suspensión de licencias que pretende mejorar la convivencia. Hemos promocionado seis edificios de oficinas en el 22@ y habilitado sus bajos para uso comercial porque creemos que la disponibilidad de servicios aporta valor a vecinos y usuarios. Cuando los directivos buscan oficinas siempre preguntan por la oferta de servicios. La verdad es que aquí resulta muy limitada para quienes salen a comer o a tomar un café. Las restricciones a menudo les impulsan a habilitar propuestas de valor para sus empleados que incluyen servicios en sus propias dependencias”. Otros directivos, en cambio, buscan otras posibilidades, buscan otras zonas.
“Mire –abunda Hugas–, la City de Londres en los años 90 estaba igual, y al caer la noche quedaba desangelada. Luego se transformaron edificios de oficinas a residencial y se abrieron comercios. Se llenó de vida y el resto es historia. Somos optimistas porque nos llega que el Ayuntamiento ha trabajado mucho este tema y que pronto se resolverá. Quédese con la idea de que el futuro de Barcelona está en el 22@”. Y la verdad es que Barcelona siempre apostó por la mezcla de usos del suelo. Forma parte de su adn. Pero las mezclas son siempre complejas.
“La City de Londres en los 90 quedaba desangelada al caer la noche, hasta que se abrieron comercios”
A fin de proteger el descanso vecinal y el comercio de proximidad y frenar los monocultivos el gobierno del alcalde Jaume Collboni dictó en diciembre del 2023 en buena parte del distrito de Sant Martí una suspensión de licencias musicales, de restauración y de comercios alimentarios de un año de duración. El objetivo, actualizar el plan de usos del distrito. El plan todavía vigente ya establecía que en el plazo de tres años a partir de la entrada en vigor de su modificación en septiembre del 2016 el Ayuntamiento valoraría la necesidad de revisarlo. Además, la modificación del Plan General Metropolitano destinada a afianzar un 22@ más inclusivo y sostenible también determinaba que en cuatro meses desde su entrada en vigor en junio de 2022 se iniciarían los trabajos para ajustar las determinaciones del plan de usos de Sant Martí. Los empresarios entienden que ya llegó el momento de afinar estas restricciones.
“En estos momentos se trata de una cuestión fundamental a la hora de atraer talento –tercia Javier Bernades, de la consultaría inmobiliaria Cushman & Wakefield–. El mundo está cambiando y el 22@ tiene que cambiar con el mundo para continuar escribiendo una historia de éxito. El 22@ continua suscitando un gran interés mucho más allá de Barcelona, pero la competencia es muy dura. Necesita de un entorno urbano vibrante”. Uno pasea por el 22@ y encuentra mesas de pin pon ante las puertas de los edificios, incluso alguna pista deportiva, y dentro encuentras hasta cantinas, gimnasios, terrazas, futbolines, mesas de billar... “Pero tener oficinas atractivas no es suficiente –sigue Bernades–. Las empresas están replanteando sus centros de trabajo desde que la pandemia quedó atrás. Pero al talento no se le obliga, se le persuade. Tienes que ofrecerle todo un modo de vida”.
Fuentes municipales señalan que el ejecutivo del alcalde Collboni hizo una apuesta por la vivienda social y el verde urbano. Además, también tiene previsto aprobar el nuevo plan de usos de la zona en pocos meses. “En este proceso –subrayan las fuentes– el Ayuntamiento está estudiando diferentes opciones encaminadas a diversificar la actividad económica y acompasarla con la vida cotidiana del barrio”.
“Al talento no se le obliga, lo tienes que persuadir, de lo contrario se marcha a otro sitio”
Susana Prados, la nueva presidenta de la plataforma empresarial 22@ Network Barcelona, que ya cuenta con más de 250 socios, explica que “en estos momentos estamos elaborando un documento con las nuevas necesidades del 22@ para entregárselo al Ayuntamiento. Nos parece que el gobierno municipal tiene una buena disposición. Hablamos de bares y restaurantes, y también de viviendas y de guarderías. Todo ello contribuye a reforzar la competitividad del 22@. Aún tenemos mucho espacio disponible. Apostamos por la ciudad de los quince minutos y por la mezcla de usos del suelo. También entendemos que el equilibrio social es muy importante para garantizar un desarrollo sostenible del distrito tecnológico de la ciudad. De hecho, estamos trabajando en un plan de cara al año que viene para abrir el 22@ al resto de Sant Martí, para ofrecer algunos de nuestros espacios a los vecinos, para que también puedan acoger actividades culturales, reuniones de las diferentes asociaciones... ”.
Los nuevos retos del distrito tecnológico
Xavier Güell, director de la consultora inmobiliaria CBRE en Barcelona, dice que el 22@ atravesó momentos difíciles el 2022 y el 2023, “debido al alto número de entregas de edificios en poco tiempo y a una contracción global de la demanda”. Pero este año, sigue Güell, “cambió la tendencia: subieron las contrataciones y se estabilizaron las desocupaciones. Era cuestión de tiempo”. Los nuevos retos del distrito tecnológico son más bien urbanísticos, añade el analista. Porque el 22@ acumula el 28% de las oficinas de toda la ciudad, pero únicamente un 6% de su población. Aquí contamos unos 15 m2 de oficinas por cada habitante, y en el resto de Barcelona apenas dos. “En CBRE consideramos imprescindible dotar la zona de más viviendas, comercios y restauración. Pero estos usos solo podrán integrarse armónicamente mediante una modificación puntual del Plan General Metropolitano. Si no actuamos, este desequilibrio, que ya es el más alto de la ciudad, se incrementará aún más durante los próximos años”. Se trata, concluye Güell, de un paso más de esta historia de éxito, “de la transformación de una zona industrial para adaptarse a las nuevas necesidades de la ciudad. El 25% de los edificios de Barcelona son de Grado A, y de ellos un 70% se encuentra en el 22@”.