De la oscuridad emergió todo. Con la playa del Bogatell llena hasta la bandera, un ambicioso despliegue técnico iluminó primero el cielo de Barcelona. Comenzó entonces la construcción del faro efímero que guió más de cincuenta minutos del espectáculo. Barcelona, far al món ganó en intensidad hasta alcanzar su apoteosis en la última escena. Cuando todo el potencial lumínico se apagó, medio millar de drones dibujaron en el cielo el skyline de Barcelona y otras figuras como los barcos que a partir de mañana se disputarán la Jarra de las CienGuineas o la Sagrada Família. Y de fondo, el Barcelona, far al món convirtiéndose en himno.
Anoche, a diferencia del día anterior, el viento y el mar, protagonistas de fondo de la ceremonia inaugural de la Copa del América, se comportaron. Una hora antes de comenzar el espectáculo la playa comenzó a llenarse mientras los agentes pedían a los ciudadanos parados en el paseo marítimo del Bogatell que bajaran a la arena. Allí se instalaron pantallas para que el público pudiera apreciar el detalle de lo que ocurría en el faro en un espectáculo pensado también para ser retransmitido.
Con el faro dormido, la ceremonia comenzó con estrellas levantándose y construyendo el firmamento y con ello, arrancó la música de Albert Guinovart. Las estrellas se organizaron en constelaciones de drones y salieron los bailarines para despertar la escultura, al principio más parecida a una estructura fabril humeante que a un faro. Pero se iluminó un gran mar azul y cuando los bailarines empezaron a mover las once pantallas gigantes el espigón brilló.
Fue entonces, con los cuatro elementos de agua, tierra, aire y fuego en juego cuando la humanidad apareció a través de los castellers de Vilafranca y del coro del Liceu de Barcelona. La unión entre las personas y la luz, emergió con un castell y el primer aplauso de la noche. En lo alto de la escultura de luz, una coreografía con la maestra de ceremonias, la actriz Asia Ortega y música y voz de Silvia Pérez Cruz.
El director escénico, Hansel Cereza, había advertido que buscaba con este espectáculo momentos “wow”, golpes de efectos que acentuaran la narrativa de la ceremonia. Y el faro iluminó un nuevo mar, un mar tecnológico, en el que la humanidad navega en busca del conocimiento al ritmo de otra pieza musical, Abissal . La tecnología se impuso entonces como la nueva fuente de conocimiento y una red de conexión, como el nuevo mar. Otro movimiento de pantallas alumbró la imagen distorsionada de un Avatar que traía una mensaje que culminó con un “naveguemos juntos hacia una nueva era” y otro aplauso.
A otra ráfaga del faro esta vez aparecieron los veleros. Todas las miradas bajaron ahora a nivel de horizonte mientras en el faro, con Albert Guinovart tocando el piano, actuaron el coro del Liceu y, por fin, la soprano Sara Blanch y el tenor Arnau Tordera. Fue ahí donde unas antorchas y unos pitidos dejaron constancia que había quienes no están a favor de la Copa del América y, por extesión, de la ceremonia. El sonido de sus pitos se prolongó durante unos minutos, aunque no distorsionó la marcha de la gala.
La música con aires de Mar i Cel y el Barcelona, far al món , una y otra vez recordando una olímpica Montserrat Caballé olímpica junto con los últimos 500 drones dibujando la ciudad en el aire, se llevó el gran aplauso final. La ceremonia de inauguración ha sido hasta ahora, el acto con más público de la Copa del América.