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Barcelona 2015: una ficción no del todo improbable

Un relato publicado en 2011, imaginando la marcha de la ciudad este mandato, imaginaba si se habrían resuelto retos como el paro, la estación de la Sagrera, el turismo, el cierre de la Model o la L9

Las incertidumbres del mandato 2011-2015

Propias

Hace ahora cuatro años, el día de reflexión de las elecciones municipales del 2011, La Vanguardia publicó un relato ficticio en el que el ganador de aquellas elecciones –un candidato inventando, sin nombre ni apellido–, en el momento actual [mayo del 2015], recogía en unas memorias personales sus reflexiones sobre los hechos más destacados acaecidos en los cuatro años de mandato en Barcelona. Algunos de esos hechos que se anticipaban en aquella crónica se han convertido en realidad. Por ejemplo, el paro en la ciudad continúa siendo muy elevado a pesar de la mejora experimentada en los últimos meses y el turismo masivo ha ganado enteros entre los principales problemas de la ciudad. Otras cuestiones importantes, sin embargo, permanecen encalladas y sin expectativas de una solución inmediata. Y en algunos casos la realidad ha superado a la ficción. Este es el relato de lo que pudo ser…  

Diario del candidato a la reelección como alcalde de Barcelona. Viernes, 22 de mayo del 2015. Último día de campaña. Los que dicen que entienden de esto aseguran que, entre hoy y el domingo, un 8% de los electores decidirán el sentido de su voto, pero yo estoy convencido de que todo el pescado está ya vendido. He tenido esa impresión al ver la cara de mustio de mi rival en el acto unitario convocado por las instituciones catalanas y por la sociedad civil para exigir la gestión descentralizada de El Prat. ¡Qué novedad! ¡Qué manera de perder el tiempo! Antes veremos acabada la Sagrada Família que a Aena haciéndose el harakiri.

Por cierto, los del patronato del templo me han pedido cita para justo después de las elecciones. Hay que comenzar a preparar los actos de beatificación de Antoni Gaudí el año que viene.

No me puedo quejar. La campaña ha sido bastante tranquila. Lástima de los incidentes en Canaletes. Ya son siete ligas seguidas y aún quedan ganas de celebrarlas. Si es que ya lo dicen nuestras encuestas: a esta ciudad le encanta echarse a la calle. Que se lo digan a la Guardia Urbana. El trabajo que tuvieron los agentes para controlar a los miles de personas que hicieron caso a aquel iluminado que, a través de Twitter, convocó un safari fotográfico para cazar al león escapado del zoo. La imagen del manso gatito paseándose xino-xano por la Rambla, entre trileros y estatuas sin papeles, fue portada en todos los diarios del mundo. Mejor, más publicidad para la ciudad... y más turistas. Nos gustamos y gustamos: comenzamos el mandato con 15 millones de pernoctaciones al año y, si las cosas no se tuercen, cerraremos el 2015 con cerca de 20 millones. ¡Qué contentos están mis amigos los hoteleros! Les va tan bien el negocio que igual, esta vez sí, me atrevo a aplicarles la tasa.

Cómo acabar con los informes
El turismo va como una moto, pero en la ciudad sigue habiendo paro, y mucho. ¡Lo que nos ha costado bajar de los 100.000 desempleados! La construcción no levanta cabeza y si no fuera por los proyectos que los del Ayuntamiento impulsamos desde hace años en el 22@, la Zona Franca y Sagrera, aquí nadie movería un ladrillo. Saber que nuestros vecinos y competidores están peor que nosotros no me sirve de consuelo. A diferencia de otros, nosotros no tuvimos que hacer suspensión de pagos. Nuestra relativa solvencia financiera nos ha permitido esquivar la bancarrota, trampear la situación, seguir invirtiendo en los tiempos de vacas flacas aun a costa de endeudarnos más que un griego y un portugués juntos y de recortar gastos... Eso sí, no todos los que hubiéramos deseado y prometimos. Sin publicidad y autobombo, parece que no existes. Aunque algún día me agradecerán que haya liquidado de un plumazo uno de los dispendios más polémicos del mandato anterior. ¡Una pasta, me costó! Treinta mil euros más IVA pagamos por el informe "¿Cómo acabar con los informes de dudosa utilidad?".

Este tren es una ruina
En estos cuatro años ha habido de todo. He sufrido. Es lo que tiene gobernar en minoría y reír las gracias a los chicos de la leal oposición. Con los trenes, no he ganado para disgustos. De los 4.000 millones de euros prometidos en el plan de inversiones 2008-2015, hemos visto la mitad. Cuatro chapuzas en las estaciones para entretener el tiempo de espera a los pasajeros. Mientras, las catenarias y los sistemas de señalización siguen estropeándose. ¿Y la promesa del ministro de que el puerto muy pronto tendrá resueltos los accesos ferroviarios? Me río por no llorar. Menos mal que el túnel del AVE está terminado, que no se ha caído ninguna casa –qué sudor frío cuando empezaron a aparecer grietas en la calle Provença– y que a finales del año que viene –toco madera– inauguraremos por fin la estación de Sagrera.

Sueños rotos
Ha sido un mandato de renuncias. Me supo mal haber dejado plantados a mis colegas del Pirineo y haber abandonado la carrera olímpica. Claro que mejor una retirada a tiempo..., sobre todo después de que aquel invierno del 2013, durante la visita de los miembros del COI a Barcelona, los termómetros alcanzaran los 25 grados y las playas se llenaran de bañistas. También me disgusta que hayan pasado otros cuatro años y que no hayamos sido capaces de ponernos de acuerdo sobre dónde instalar las nuevas narcosalas y construir la incineradora metropolitana (en este país siempre hay una campa- ña electoral a la vuelta de la esquina para retrasar las decisiones difíciles), o que todavía no sepamos por dónde unir los dos tranvías. Afortunadamente, no hice caso a aquel asesor que me aconsejó convocar una consulta ciudadana para determinar el trazado. Me han contado que ha encontrado trabajo como guionista de José Mourinho. ¡Qué fiasco de entrenador y qué gran humorista! Mañana aprovecharé el día de descanso para ver su espectáculo de monólogos ¿Por qué? en el Club Capitol. En Catalunya siempre hemos sabido apreciar el buen teatro.

Coordinación policial
Pasan los años y hay cosas que no cambian. En esta campaña algunos siguen hablando a su manera de delincuencia e inmigración, a pesar de que la población extranjera hace años que dejó de crecer y que, desde que tuvimos la brillante idea de juntar las guardias urbanas y losMossos en una sola policía metropolitana, el delito ha bajado. Hay asuntos que no conseguimos desencallar. Por ejemplo, el plan del Miniestadi. No ha habido forma de ponernos de acuerdo entre nosotros, ni con el club ni con los vecinos de Les Corts. Por lo menos Sandro está feliz porque Pau Gasol y compañía ya tienen un pabellón como manda la FIBA para disputar la Euroliga. Lo que me costó convencer a los Balañá para que aceptaran vender al Barça, por un módico precio –y una rápida permuta de terrenos–, la Monumental. Hasta hace tres años, en el Blaugrana Arena mataban toros; hoy meten canastas. Darwin tenía razón.

Historias del metro
Hablando de animales, confieso que no sé qué hacer con el zoo marino. Joan Clos quería inaugurarlo en el 2004 coincidiendo con el Fòrum Universal de les Cultures. Esta siempre ha sido una ciudad de prodigios y de visionarios. Han pasado once años y sólo tenemos una plataforma ganada al mar –seis millones de euros nos costó– para que la Fecac pueda montar su chiringuito de fritanga y sevillanas. Antes la utilizaban los del Cirque du Soleil, pero hace dos años prefirieron instalar una de sus sedes permanentes en la Zona Franca, uno de los barrios de moda. Allí tenemos de todo: viviendas, equipamientos, una central energética de lo más sostenible, la perrera, centros universitarios, laboratorios, empresas y un metro que tiene tanto éxito que hasta los primeros presos de la nueva Model lo utilizaron para fugarse el día de puertas abiertas. De hecho, lo mejor de este mandato han sido las inauguraciones del metro. El 2013 fue un buen año. Pusimos en marcha gran parte de la L9. Lástima que el tramo central, de Zona Universitària a Sagrera, no estará listo hasta después de vacaciones, que la prolongación de la L3 hasta el Baix Llobregat quedará para futuras generaciones y que no hay dinero para que la L2 suba hasta Montjuïc. Con el Retbús hemos conseguido apañar un poco la circulación en transporte público por el centro, pero las rondas se nos siguen colapsando cada día. Les faltan carriles. Reconozco que sopesé la idea de Iniciativa de crear superilles peatonales en el Eixample, pero no me atreví.

Enchufados
Con esto del tráfico y la contaminación somos todos poco valientes, pero algún día, muy pronto, tendremos que ponernos serios o sufriremos la ira de Bruselas. Y eso que, en parte, hemos hecho los deberes. Yo mismo y todos los concejales nos desplazamos por la ciudad con un coche oficial eléctrico que no corre mucho –total, casi todas las calles ya son zona 30– ni contamina ni hace ruido. Desde el 2011 hemos llenado Barcelona de enchufes. Que no se me malinterprete; enchufes para coches, para motos, para bicis... Al amigo taxista le hemos convencido para que renueve la flota y el 20% de los taxis ya son eléctricos. Pocas ciudades de Europa pueden decir lo mismo.

La ley del pedal
Con las bicis tenemos un problema. Sobre todo desde aquel mal día en que un guiri convirtió a la señora Paquita Bouvila –en paz descanse– en la primera mártir del bicing y tuvimos que prohibir terminantemente el paso de ciclistas por encima de las aceras. "¡Afán recaudatorio!", me gritaban el día que aprobamos la revisión de la ordenanza.Exactamente igual que hace cuatro años, cuando la semana después de las elecciones comenzó a aplicarse la prohibición del nudismo y a todo el mundo le entró unas ganas irrefrenables de pasearse en pelotas por la ciudad. Qué más quisiera yo que poder cobrar la mitad de las multas que pone la Guardia Urbana. No haría falta tanto viaje a Madrid para pedir un sistema de financiación propio que nunca nos darán. Se me hace tarde.Antes del mitin final quiero pasarme por la plaza Catalunya para solidarizarme con esos chicos acampados que están hartos de los políticos. Y después al Born. No es mal sitio para cerrar campaña. A mí me parece mucho mejor eso que montar un foc de campament en Collserola o la horterada de una fiesta en el barco hotel del Fòrum. Por algo yo soy el alcalde y ellos están en la oposición.

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