Antes de que se inaugurase la autopista de entrada a Barcelona por la Diagonal, a mediados de los 60, el puente de Esplugues llegó a ser el punto de España con mayor densidad de tráfico durante un par de años. Era el mismo puente que décadas antes se había construido para facilitar la entrada a la capital catalana en carro y que ahora, como testigo de la evolución de la movilidad, presenta una imagen radicalmente distinta.
Un carril bici segregado y un espacio peatonal protegido acaban de ser estrenados tras unas obras de recrecido del puente, convirtiéndolo así en testigo de excepción de los cambios y necesidades sociales en materia de movilidad a medida que avanzaba el tiempo.
El lugar reformado dista mucho de la carretera con más tráfico de España que llegó a ser en los 60
Si hace cincuenta años todo el espacio era para el coche y no había ni pasos de cebra, en el 2004 se reformuló por completo y el espacio central pasó a ser para el tranvía. La construcción del Trambaix para conectar Barcelona y diversos municipios del Baix Llobregat simbolizaba entonces la apuesta decidida por el transporte público como modo de transporte en el área metropolitana.
Desde entonces, una pasarela peatonal a lado y lado permitía convivir a viandantes, coches y tranvía, cada uno por su lado con su propio espacio. El crecimiento del uso de la bicicleta y la aparición de los patinetes hizo saltar esa convivencia segregada por los aires. Aunque la normativa obligaba a ciclistas y usuarios de vehículos de movilidad personal a bajar a la calzada, el conflicto estaba servido en la pasarela peatonal, donde se veían constantemente a patinetes y bicicletas esquivando a peatones a diario en lugar de bajar a la calzada. Ponían así en peligro a los peatones para no jugarse el pellejo ellos en el puente, un tramo de 150 metros, habitualmente lleno de coches.
La solución ha pasado por ampliar el puente, que supera un escarpado torrente, con una pasarela adosada en el lado montaña. De este modo se ha incorporado un carril bici bidireccional de dos metros y medio junto a una acera exclusiva para peatones, tras una inversión de 770.000 euros, financiados al 70% con fondos europeos y el 30% restante a cargo del Ayuntamiento de Esplugues.
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El puente reformado, este lunes en Esplugues de Lloibregat
El proyecto, ejecutado por el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), permite dar su espacio propio a cada modo de transporte sin que se interfieran unos a otros. “Ha sido una obra técnicamente complicada, pero hemos acabado consiguiendo que el puente ya se pueda considerar casi una avenida”, celebra el alcalde de Esplugues, Eduard Sanz, que ya pone la mirada en el futuro y sueña con el día que este mismo punto sea un intercambiador con todos los medios de transporte al que se sume una parada de metro de la línea 3. Dicha actuación puede verse impulsada por la construcción del nuevo hospital Clínic y los planes de ampliación de la red que comparten la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y las ciudades vecinas.
Por lo pronto, la actuación en el puente de Esplugues entronca con las bicivias que el AMB precisamente inició en Esplugues en el 2018 al hacer caer el muro que representaban la autopista y la ronda entre Barcelona y Esplugues con la construcción de un carril bici y peatonal hasta la Diagonal. Las mismas administraciones quieren darle continuidad con un nuevo carril bici en la carretera de Cornellà, para conectar con ese municipio vecino mediante una infraestructura a la altura de los tiempos actuales que ponga fin al carril bici en la acera construido hace ya unos cuantos años.
“Son conexiones que vertebran la metrópolis con el nuevo sistema de transporte”, destaca la consejera de Movilidad Sostenible del AMB, Elisabet Latorre, sobre un plan de despliegue que ya ha hecho realidad dos tercios de lo proyectado hace seis años y que pretende finalizarse en este mandato para dotar a los 36 municipios metropolitanos de una infraestructura segura acompañada del servicio de bici compartida AMBici, que está superando las expectativas en algunas poblaciones.