El edificio más sostenible de Catalunya cumple diez años en plena forma

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El equipamiento del ICTA-ICP celebra sus diez primeros años siendo aún un referente en sostenibilidad

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El edificio ICTA-ICP fue considerado en el momento de su inauguración, en 2014, el inmueble más sostenible de Catalunya. 

Xavier Cervera

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En La Uni queremos conocer un poco más de cerca cómo son nuestras universidades, qué edificios la integran y cómo son esos equipamientos donde se desarrolla toda clase de actividad educativa e investigación. Son tantas las instalaciones que componen el engranaje universitario que queremos conocerlas para saber qué aportan a la comunidad académica. Por eso, hoy queremos comenzar este recorrido acercando el edificio ICTA-ICP.

La Universitat Autònoma de Barcelona cuenta desde hace diez años con uno de los edificios más característicos de Catalunya. Se trata del ICTA-ICP, un equipamiento planteado desde su origen para reducir el impacto ambiental desde muchos frentes.

El edificio más sostenible de Catalunya cumple diez años en plena forma Video

Vídeo explicativo sobre la actividad y vocación de ICTA-UAB 

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Fue inaugurado en 2014 y sus características principales se idearon -ya entonces- para disminuir el consumo de energía en un 62 % y recortar el gasto de agua en un 90 % respecto a un edificio convencional. Tiene 9.400 metros cuadrados distribuidos en seis plantas, cuatro de ellos de despachos, laboratorios y espacios comunes, una corresponde a aparcamiento, una en varios almacenes, como el de fósiles y una planta cubierta habilitada como invernadero.

Su coste fue de unos ocho millones de euros y fue cofinanciado por un programa operativo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de Catalunya 2007-2013 y por el Ministerio de Economía y Competitividad. Su inversión se reconoció como una de las óptimas y aún hoy se la recuerda como una de las inversiones más provechosas.

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Vídeo explicativo sobre la construcción del edificio y de sus principales características 

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En este sentido, Xavier Gabarrell, vicerrector de Campus y Sostenibilidad de la Universitat Autònoma de Barcelona, “este edificio rompió el mito de que lo sostenible es caro, porque en nuestro caso lo sostenible es rentable por el ahorro que ha supuesto en gasto de servicios y contribución al medio ambiente”. Quien fuera en su momento también director del ICTA, Gabarrell lamenta que “desgraciadamente el edificio sigue siendo un referente, porque todo lo que se diseñó hace catorce años continúa siendo una necesidad vigente”.

La sede del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) y del Institut Catalá de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) fue diseñado por dos equipos de arquitectos: dataAE y H Arquitectos, quienes recibieron el encargo de desarrollar un diseño que ahorrara energía, consumo de agua y en cuanto a los materiales empleados para su construcción.

Este edificio rompió el mito de que lo sostenible es caro, porque en nuestro caso es rentable por el ahorro en gasto de servicios y contribución al medio ambiente

Xavier GabarrellVicerrector de Campus y  Sostenibilidad
Xavier Gabarrell, vicerrector de Campus y Sostenibilidad de la UAB

Xavier Gabarrell, vicerrector de Campus y Sostenibilidad de la UAB

UAB

Aunque no se han hecho edificios nuevos en la universidad, el vicerrector reconoce que muchas políticas de ahorro de recursos aplicadas en el edificio del ICTA, se contemplan ahora en muchos nuevos proyectos que se desarrollarán en la universidad. “Por lo tanto, creo que sí, que el edificio que estrenamos hace ahora diez años marcó un antes y un después en la concepción que tenemos de la sostenibilidad en la arquitectura”, concluye Gabarrell.

Características de edificio

El edificio acoge principalmente despachos y laboratorios que, por su actividad, tienden a generar calor. El diseño pretende sacar provecho a este calor en invierno y disiparlo en verano mediante ventilación natural. Cuatro patios interiores conforman un gran atrio central que garantiza una óptima calidad de luz natural en todas las plantas. Una estructura de hormigón con mucha inercia térmica colabora directamente con el confort pasivo del edificio.

Uno de los activos más destacados del inmueble es la fachada exterior, que cuenta con una “piel bioclimática”. Un sistema comparable al de un invernadero agrícola que regula, mediante oberturas y cierres automáticos, la captación de radiación solar y la ventilación. La piel exterior se adapta abriéndose y cerrándose, en función de la temperatura, la humedad, el viento y la radiación solar exterior, para conseguir en cada momento las mejores condiciones bioclimáticas en el interior. Así se consigue un espacio intermedio con entre 16 y 30 grados, que hace de cojín térmico y ayuda a mantener una temperatura de confort en los espacios de trabajo y habitáculos, reduciendo la demanda energética y mejorando la temperatura en el interior de manera totalmente natural.

Jordina Belmonte, investigadora del ICTA-UAB y responsable de la XAC

Una investigadora en las dependencias del ICTA 

Mané Espinosa

Los espacios interiores del edificio están ajardinados con especies adecuadas a cada lugar, de manera que favorecen la entrada de la naturaleza en el interior del inmueble y a la vez ayudan a regular la humedad.

El edificio aprovecha todo el contacto con el terreno de sus dos plantas subterráneas para acondicionar las renovaciones de aire del edificio, cuenta con sistemas de geometría que aprovechan la temperatura bajo tierra, y, para dar apoyo a los sistemas pasivos en momentos punta, dispone de una máquina refrigeradora con compresor de levitación magnética de alta eficiencia. Gracias a estos elementos, el edificio ha conseguido la certificación energética con una calificación de etiqueta A, lo que corresponde a un ahorro de hasta el 62% del consumo que sería habitual en un edificio convencional similar.

En cuanto al consumo de agua, el inmueble tiene en cuenta todo el ciclo del agua para optimizar la demanda y el consumo a partir de la reutilización de las aguas pluviales, grises, amarillas y negras. Así, logra ahorrar hasta un 90% el consumo de agua potable respecto a cualquier otro edificio similar más convencional.

El edificio recoge el agua de la lluvia de la cubierta, del espacio pavimentado y del equipamiento vecino para aprovecharla: una parte para el riego y el resto, después de pasar por un proceso de ultrafiltración y desinfección, para el lavavajillas y los lavabos. Las aguas grises se regeneran y se utilizan como agua de descarga de los inodoros. Las aguas residuales se tratan con fitodepuración y se aprovecha la fracción sólida para compostaje.

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