“A nuestras madres les ha faltado ser más ellas”

Tengo 47 años. Soy de Sabadell y vivo en Gràcia (Barcelona). Soy periodista y escritora. Tengo pareja y no tengo hijos. ¿Política? ¡Feminista! ¿Creencias? Creo en lo que mi abuela decía: “Fes el bé i no facis mal, seràs bon cap d’animal”. Debiéramos honrar más y mejor a nuestras madres. (Foto: Llibert Teixidó)

Gemma Ruiz i Palà,periodista y escritora

Nuestras madres.

Les dedico mi novela última.

¿Por qué?

El protagonismo de los padres las ha tapado. ¡Y les debemos mucho! Merecen reconocimiento.

¿Sobre qué madres escribe?

Las que lo fueron en los años 70, en los 80, los 90... Y todas las madres.

La mía lo fue en los años 60.

¿Qué tal madre era?

Crió cinco hijos, y dócil con su marido.

Mi madre impuso su criterio, en cambio.

¿Con su padre contento?

Se repartían: ella, poli malo; él, poli bueno.

¿La ha novelado a ella?

Cuento diez perfiles de mujeres que como madres abarquen a todas las madres.

Pero dígame algo más sobre su madre.

Decidida y de mente rapidísima, capta cada situación y ve claras las salidas: es el cerebro más resolutivo que he conocido.

Estoy viendo a una hija admirada...

Por su alto sentido de la justicia... De niña vi cómo les cantaba las cuarenta a los del banco por unas comisiones injustas.

Y con su hija... ¿era muy exigente?

Estricta: si yo sacaba buenas notas no me premiaba, sólo decía “es tu obligación”.

¿Piropos, los justos?

Sobriedad. Sin zalamerías, sin algodones.

¿Son hoy más blandas las madres?

Bastante escrutinio padecen ya las madres para que yo las juzgue. Cada madre lidia con el mandato social hegemónico en cada momento.

¿Cuál es el común denominador de nuestras madres?

Ser incombustibles y sobrellevar muchas renuncias y sacrificios gracias a saber darles un sentido.

¿Qué sentido?

Que sus hijos alcanzasen lo que ellas no pudieron alcanzar.

¿Y lo han alcanzado, los hijos?

Soy periodista, escritora... Se lo debo a mi madre. También a mi bisabuela.

¿Por qué?

Grabé sus recuerdos, yo tenía 17 años. Luego convertí su testimonio en mi primera novela, Argelagues .

¿Y para escribir Nuestras madres?

Me documenté un año, quise perfilar con todo detalle a cada madre...

¿Madres abnegadas?

A la fuerza, no por gusto.

¿Buenas planchadoras?

Muy buenas, qué remedio. Y manitas.

¿Buenas cocineras?

Mi madre nunca hizo canelones.

¿No?

Ni pasteles. Por rebeldía contra la servidumbre de la cocina, por insumisión.

¿Inconformistas?

Hasta donde se podía.

¿Dependientes o no del marido?

Mis padres pactaban las decisiones importantes.

¿Le cuentan eso mismo sus amigas al respecto de sus madres o...?

La mayoría me cuentan que sus madres no tomaban grandes decisiones sin contar con la validación del marido, ciertamente.

¿Echaron canitas al aire? ¡La mía no!

Eso quedaba en el secreto, igual que durante su soltería algún aborto...

Y pocas luego se separaban.

De niña todos mis amigos tenían a sus padres juntos, mientras que hoy en un aula de instituto es muy raro encontrar a un adolescente sin padres separados.

Las madres tienen cada vez más edad, hasta desembocar en el caso Obregón.

Para ser madre importa menos la edad que la madurez, que dominar las riendas de tu vida. Y yo no juzgaré ni a Obregón ni a ninguna otra mujer, bastante reciben.

Pero sí tendrá alguna opinión sobre la maternidad por gestación subrogada...

Es un extremo extractivismo capitalista, llevado ya hasta la actividad de los úteros.

Entre una madre absorbente y una madre distante, ¿qué le parece preferible?

Los hijos vivimos en el dilema entre el “¡mira, mamá!” y el “¡déjame, mamá!”. Los hijos somos muy egoístas: exigimos de la madre toda su atención pero sin aceptar ningún control sobre nosotros.

¿Cuál ha sido el sueño incumplido de nuestras madres?

Tener una vida más autónoma, ya que han sido cuidadoras de otros en demasía. Y desempeñar un trabajo de su gusto.

¿Qué frase resumiría mejor a nuestras madres?

“No he tenido ni un momento en todo el día para sentarme en el sofá”.

Oh, qué buena, me suena, me suena...

Esta frase significa, en el fondo, esto: “No he podido pensar en mí en toda una vida”.

Muy acertada traducción.

Me la señalaba el otro día la colega Andrea Gumes, y es verdad: a nuestras madres, sin quejas, les ha faltado ser más ellas.

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