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“Sólo puedes decir la verdad cuando hablas del pasado”

Tengo 70 años: sólo me interesa escribir mis dos próximas novelas. Nací en Los Ángeles: mi madre fue violada y asesinada cuando yo tenía 10 años: eso tal vez explique que escriba, pero no que escriba bien. He elegido vivir en los años 40 para poder contarlos y ya no tengo móvil ni me importa Trump

James Ellroyescritor: ‘L.A. confidential’; ha presentado “Esta tormenta” en Caixaforum

Tengo una novela en la cabeza llena de asesinatos: ¿la escribo o la mato?

Hágase algunas preguntas antes de matar a nadie: ¿conoce en profundidad lo que va a explicar? No me refiero sólo a los hechos, sino al conocimiento íntimo de las experiencias. La información sin experiencia sólo es información. Y no da para novelas.

Digamos que sí.

Entonces cuéntelo. Empiece por preguntarse a través de los ojos de quien hablará usted. ¿Cuál será su personaje? ¿Un policía? ¿Un abogado? ¿Un juez? ¿Un periodista?

¿Por qué no más de uno?

¡Bien dicho! No es mala estrategia. Si la elige, cada capítulo debe explicarse desde un punto de vista: primero, el fiscal; el siguiente, el del policía; el del periodista. Y no se olvide del criminal: también piensa y siente. Suelen ser estúpidos en la realidad, pero conocerlos es una gran motivación del lector.

Usted, si me permite, se carga la sintaxis a hachazos, pero se le entiende.

No es un capricho ni pereza mental...

Confieso no haber leído el original.

No importa. La traducción española es buena y conserva el ritmo sincopado. En el original inglés he calculado el tempo de la cadencia de cada frase hasta la sílaba, excepto en los diálogos, que deben ser realistas.

¿Por qué?

La lectura es ritmo y la escritura, una gestión de sus tiempos. Y si me lee en inglés, verá que cada párrafo acaba con una palabra de una sola sílaba.

¿Qué hay de malo en acabar un párrafo con una palabra larga?

Que esas palabras son pretenciosas adormideras. Yo empecé a liquidar las palabras finales de cuatro sílabas un día que estaba en la barbería afeitándome el cráneo y oí el discurso inaugural de Obama.

Sus discursos tienen fama.

Pues ese no es bueno. Lo estudié y estaba lleno de fallos narrativos. De repente, abandonaba el inmediato presente y hablaba en abstracto del futuro...

¿Qué tiene eso de malo?

Que sólo puedes decir la verdad cuando hablas del pasado. Porque cuando las cosas ­suceden y las explicamos en presente aún no sabemos calibrarlas; y el futuro sólo es es­peculación, promesas de político. Además, Obama acabó con una palabra de 4 sílabas.

¿Escribir alivia el trauma de su terrible infancia?

Mi madre fue violada y asesinada cuando yo tenía diez años. La encontraron estrangulada. Y mi padre murió de sobredosis cuando yo tenía 17.

Lo siento.

Lo he contado muchas veces, incluso he dado charlas para ayudar a chavales con desgracias similares, pero eso no me explica a mí como escritor.

Pero la resiliencia, curar los traumas con creatividad, está demostrada.

Tuve problemas con el alcohol desde muy joven, pero pude controlarlos cuando empecé a escribir. Es cierto. Pero eso no explica que mis novelas sean buenas y usted esté aquí porque se leen en todo el mundo.

¿La resiliencia explica que usted escriba, pero no que usted escriba bien?

Si escribo bien no es por nada de eso, sino porque tengo un talento que Dios me ha dado y he trabajado como un poseso endemoniado para perfeccionar mi artesanía. Así que el asesinato de mi madre determinó mi salud mental, pero no me hizo buen escritor.

¿Por qué ahora sólo escribe sobre los años 40 en California?

Porque es la época que he decidido habitar como escritor. Es cierto que antes escribía novelas ambientadas en los 50, 60 y 70, porque me llevó un tiempo darme cuenta de que no quería escribir sobre el presente.

¿Por qué?

Porque ya le he dicho que no es literariamente existente. Yo he elegido los 40, porque me apasionan y los he conocido más allá de la información, desde la experiencia y la emoción.

¿Cómo transforma la información de esa época que no vivió en experiencia?

De niño empollaba los reportajes de Life sobre Pearl Harbour, la guerra civil española, los comités de caza de brujas de McCarthy y, cuando asesinaron a mi madre, también leí muchísimo sobre asesinatos e investigaciones... Por eso es algo vivido por mí.

¿Aún le mueven aquellas emociones?

Me emociono reescribiendo las historias a través de los ojos de los personajes sin historia que no quisieron tenerla.

¿Por qué tantos forenses?

Porque, como los policías, están en el corazón de los hechos y, en cambio, no quieren salir en las noticias ni que nadie sepa quiénes son. No son políticos, ni famosos. Pero son, créame, seres apasionantes. Y construirlos con palabras es conocerlos. Para eso cuento con el inglés americano, que es el inglés de todo el planeta.

¿Por qué?

Por sus toques yiddish, hispanos, italianos, irlandeses, negros, que a veces lo convierten al hablar en puro y loco. ¿No le hablaba al principio de ritmo? Pues eso.