"Jamás he invertido en arte: lo colecciono, que es distinto"
¿Edad? Lo esencial es que la primera obra que compré no era mejor que la última. Soy americano y estoy orgulloso de pagar mis impuestos. Si dejara una fortuna a mis hijos, les haría desgraciados. Si no puedo tener la obra que quiero, estudio y quiero más la obra que tengo
Sin afeites
Habrán visto algún frasco de Estée Lauder en la peluquería. Es una estirpe que ha acumulado con la cosmética una inmensa fortuna, empleada en gran parte en filantropía y arte. Leonard A. Lauder, alérgico a la prensa, accede a conversar en exclusiva con La Contra a instancias de Leopoldo Rodés, presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, con quien colabora. El mecenas neoyorquino se enternece cuando recuerdo que entrevisté a su esposa, luchadora hasta el final contra el cáncer ( La Contra , 26/X/2004 ). Y, al fin, aplicado, contesta sin afeites, con criterio e ironía. Pondera cada palabra, cada pausa y cada silencio, como si también estuviera coleccionando respuestas.
Ha donado la mejor colección cubista al Metropolitan: ¿Por qué no venderla o dejarla en herencia?
¿Tiene hijos? ¿Si les deja cien millones de dólares les hace un favor?
Les estaría privando de la posibilidad y tal vez el orgullo de ganarlos por sí solos...
¡Les haría usted unos desgraciados! Lo he visto muchas veces entre mis amigos, que han dado fortunas a sus hijos y los han hecho desgraciados con ellas.
A lo mejor a los suyos les gusta el arte.
Lo hablamos y no mostraron el interés especial que requiere una colección así.
...
Y además: ¿usted conoce la fiscalidad del estado de Nueva York?
¿Por...?
Porque si le dejo una obra de arte tasada en un millón de dólares, usted, para poder heredarla, debe pagar 650.000 por ella al estado.
Eso sí que es un impuesto de sucesión.
Y mis herederos no estaban predispuestos a hacer ese desembolso.
Pero es una colección fabulosa... Un privilegio poder contemplarla.
¿Quiere usted que lo adopte?
No era eso...
Y yo estoy orgulloso de pagar mis impuestos. Soy americano. Quiero que las carreteras no tengan baches y que los colegios estén bien equipados con buenos profesores.
Su colección no es buena inversión.
¡Yo no he hecho nunca ninguna inversión en arte por Dios! Jamás he pensado en ganar dinero al comprarlo. Alguien escribió que cualquiera con mi dinero podría haber hecho esta colección...
...
Es una estupidez, porque le podría dar nombres de fortunas superiores a la mía que tienen colecciones... soviéticas.
¿En qué sentido?
Un cuadro de un autor; otro de otro... Sin criterio ni discurso. Eso no es coleccionar. Eso es comprar de cualquier modo. Si alguien tuviera ahora mismo todo el dinero que he tenido yo e incluso más y quisiera hacer hoy una colección como esa, no podría.
¿Por qué?
Porque he estado 35 años educando mi ojo con lecturas, exposiciones, museos, conversaciones... para poder hacerla. El cubismo fue un momento del arte, entre 1906 y 1914, apenas ocho años, de los que, por ejemplo, en Juan Gris sólo fueron deslumbrantes dos y que en Picasso, tan dispuesto siempre a reinventarse, si tú no aprovechabas la oportunidad... ¡zas!, ya estaba haciendo algo totalmente distinto...
Son 78 joyas cubistas valoradas en más de mil millones de dólares.
Yo no le pongo precio. No lo tiene. También colecciono con igual placer fotografía e incluso postales...Tampoco son inversión.
¡Las postales están de moda!
...De la guerra civil española. He donado mi colección a una biblioteca cerquita de Harvard y su departamento de Historia, que sabrán sacarle provecho para su estudio.
¿Qué haría usted con el Macba?
Ya es un museo excelente. ¿Qué quiere que yo haga con él?
Crear valor para los visitantes.
¿Valor financiero? ¿Valor estético? Ahora me toca a mi preguntar. Creo que también me podría ganar la vida preguntando...
Sin duda.
Con un museo se pueden hacer muchas cosas si eres coherente. Si quiere le envio un correo con 20 propuestas: para una ciudad pequeña con una buena universidad para estudiar arte; un museo de puro gusto personal; otro de apuesta por jóvenes talentos...
¿Y para el Macba?
Estoy muy satisfecho de lo que conseguí como presidente del Whitney: convertirlo en un museo americano que permitió a muchos artistas americanos crecer y crear. Tal vez el Macba puede hacer algo parecido con jóvenes creadores.
¿No echará usted de menos ahora esos Picasso que tenía colgados en su casa?
Ahora tengo un paisaje de Gustav Klimt en mi dormitorio. Lo gozo de un modo diferente cada vez que lo miro. Y de algún modo ese goce es cada vez un compendio de todos los goces anteriores. Es bellísimo.
¿Por qué compra usted una obra?
No la compro porque quede bonita sobre el sofá. Intento apreciar desde el primer momento el goce estético que me producirá a largo plazo. Y pienso si esa obra sería seleccionada en un gran museo para disfrute de todos o si sería relegada al sótano.
¿Y...?
Sólo si es lo bastante buena para no ir al sótano del museo, es lo bastante buena para estar en mi colección y en mi casa.
¿Por qué optó por el cubismo?
Mi primer compra fue Naturaleza muerta con vela, de Picasso. Entonces el cubismo era un reto para el coleccionista y además durante años nadie pujaba por los cuadros cubistas en las subastas: una oportunidad.
¿Y si el cuadro que usted quiere no se lo puede permitir o no se lo venden?
Tarareo una vieja melodía de Broadway: "Si no puedo estar cerca de mi amor, amo a quien está cerca de mí".