Trump insiste en declararse ganador y denuncia sin pruebas un fraude electoral a gran escala
La carrera a la Casa Blanca
El presidente se queda solo, sin más apoyos que su familia a sus acusaciones sin base contra el sistema democrático de EE.UU.
Frustrado quizás por el poco caso que se está haciendo a sus amargas quejas en Twitter y haya etiquetado muchos de sus últimos tuits como engañosos y el universo conservador esté en buena parte ignorando sus amargas quejas, el presidente Donald Trump ha comparecido esta madrugada (hora española) con aspecto abatido en la sala de prensa de la Casa Blanca para volver a proclamarse vencedor de las elecciones y denunciar con una larga sarta de mentiras y sin prueba alguna un fraude electoral a gran escala para impedir su reelección. “Están intentando amañar la elección. Están intentando robar las elecciones”, ha dicho el presidente sin ninguna prueba que avale tan graves acusaciones mientras su rival demócrata, Joe Biden, acaricia la Casa Blanca.
“Si cuentas los votos legales, gano sin problemas. Si cuentas los votos ilegales o los que han llegado tarde, pueden robarnos las elecciones”, ha proclamado Trump. Pretendía sonar tan combativo como beligerantes son sus acusaciones pero su tono sonaba a derrota. De acuerdo con todas las previsiones, incluidas las de los republicanos, su rival demócrata --a quien Trump se ha referido por primera en mucho tiempo como “el señor Biden” y no por uno de los apodos hirientes que le ha puesto durante la campaña—está a pocos votos de adelantarle en Pensilvania.
“Íbamos ganando”, se ha lamentado en varias ocasiones, como si el recuento de votos pudiera pararse cuando conviene a los candidatos. “Nuestros números iban hacia arriba y lego milagrosamente empezaron a desaparecer como en secreto”, ha dicho Trump, acusando a las autoridades electorales de estados republicanos y a los funcionarios de formar parte del “aparato demócrata” y apuntándose victorias en estados que ya han sido asignados a su rival.
Una victoria en Pensilvania, el estado donde más tiempo y energía ha invertido la campaña demócrata, daría automáticamente la victoria a Biden, cuyo equipo de campaña tiene preparado un escenario en Wilmington (Delaware) donde se prevé que intervenga tan pronto como haya resultados definitivos. El recuento avanza con cuentagotas en cuatro estados pero, en todos ellos, las autoridades estatales y los organismos electorales están actuando como enorme celo y cautela: la campaña de Trump ha presentado un aluvión de demandas judiciales y cualquier error será mirado con lupa.
Sobre el papel, el republicano todavía podría ganar pero para ser reelegido necesitaría ganar en los cuatro estados pendientes mientras que a Biden le falta con imponerse en solo uno o dos de ellos. El demócrata puede declararse ganador esta misma noche si se confirma su ventaja en Pensilvania o en Georgia, donde el voto negro del área metropolitana de Atlanta le ha puesto a unos pocos miles de votos de la victoria en un recuento de infarto que aún no ha concluido. Biden también está pendiente de Nevada y Arizona: la combinación de ambos estados también le daría las llaves de la Casa Blanca, quiera Trump soltarlas o no.
El gobernador republicano Larry Hogan ha reaccionado con firmeza a la intervención de Trump. “No hay defensa posible para los comentarios del presidente socavando nuestro proceso democrático. EEUU está contando votos y debemos respetar los resultados como siempre hemos hecho hasta ahora”, ha declarado Hogan, un conservador moderado al frente del estado de Maryland. “Ninguna elección ni ninguna persona es más importante que nuestra democracia”, ha concluido en declaraciones a la televisión pública PBS. Hogan es el primer republicano que ha alzado la voz para condenar explícitamente las declaraciones del presidente, propias de países con menos tradición democrática que Estados Unidos. El senador Mitt Romney ha pedido poco después “paciencia” y “fe en el proceso democrático” estadounidense. El resto de republicanos simplemente calla. Pero su silencio duele al presidente.
Incluso el tabloide ultraconservador The New York Post ha informado hoy sin tapujos de que las alegaciones de Trump no tienen base alguna. También ha calificado como inútil un tuit de su hijo, Donald Trump Jr, en el que este pide ir a la “guerra total sobre las elecciones” para denunciar “todo el fraude electoral” que según él lleva años ocurriendo en EE.UU. Twitter también ha etiqueta este y otros comentarios como engañosos y una violación de las normas sobre “compromiso civil” de la red social. Los aliados de Trump han estado llamando a la cadena Fox News para que se corrija y no atribuya a Biden el estado de Arizona, donde todavía continúa el recuento y el candidato republicano aún confía en superarle con los últimos votos del recuento. No lo han hecho, aunque algunos de sus comentaristas siguen dando pábulo a las mentiras del presidente.
Ignorado por algunos de sus aliados mediáticos tradicionales, abandonado por su partido una vez pasadas las elecciones, a Trump solo le queda su familia y en especial sus hijos Donald y Eric, que no han ocultado su frustración por este silencio colectivo del aparato conservador ante sus acusaciones de fraude electoral. “Ninguna sorpresa”, comentó su hijo Donald Trump Jr cuando otro conservador criticó al senador Lindsey Graham por no haber dicho nada en las últimas 24 horas. Su hermano Eric Trump, por su parte, ha difundido todo tipo de bulos y manipulaciones en las redes sociales que han sido vistos por millones de estadounidenses.