Japón disuelve la secta Moon

Reliquia de la Guerra Fría

La Iglesia de la Reunificación no podrá continuar como entidad religiosa en su principal mercado

Boda masiva de la secta Moon en Tokio en mayo

Boda colectiva de la secta Moon en Tokio 

EFE

Japón ya no se cree que la secta Moon sea una organización religiosa. La también llamada Iglesia de la Reunificación ha sido despojada este martes de las prerrogativas de que disfrutaba por un tribunal de Tokio. Pero el juicio se ha desarrollado a puerta cerrada y la sentencia no establece fórmulas de reparación. 

Pruebas del enorme poder acumulado durante décadas por este ente, al que tantos diputados nipones deben su escaño. Un subproducto de la guerra de Corea, que fue punta de lanza de la internacional anticomunista durante la Guerra Fría. 

En cualquier caso, la pérdida de la condición jurídica de iglesia será recurrida por la Federación Familiar por la Paz Mundial y la Unificación, su nombre legal desde hace treinta años. Mientras tanto, muchos exadeptos y sus familias, que le reclaman indemnizaciones, rezan para que no aproveche el interludio para llevarse el dinero a otra parte. También les inquieta que pueda seguir operando bajo otra personalidad jurídica, no religiosa. Aunque, eso sí, dejará de estar exenta de pagar impuestos. 

Su nombre intachable no ha impedido que esta iglesia, cuando ha tenido que elegir entre cañones y mantequilla, optara por los cañones. De hecho, los fabricó y los vendió, durante décadas, a la misma dictadura surcoreana bajo la que creció y se multiplicó, junto a fusiles de asalto bajo licencia de Colt. Hoy sigue fabricando pistolas en Estados Unidos, bajo su propia marca, Kahr.

La sentencia solo afecta a la rama japonesa de esta iglesia, fundada en Corea del Sur en 1954 por el fallecido reverendo Moon. Pese a su origen y pese a sus tentáculos mundiales, es en Japón donde más pesa, con diferencia. El archipiélago, con cien mil adeptos, según algunos cálculos, proporciona a la trama hasta el 80% de sus ingresos. Aunque estos llevan años menguando y lo seguirán haciendo, por el enfado de muchos japoneses por el grado de injerencia de la secta Moon en su democracia. De modo particular en el Partido Liberal Democrático (PLD), que lleva casi tres cuartos de siglo gobernando Japón, con apenas dos interrupciones. 

La bala que, en 2022, asesinó al exprimer ministro Shinzo Abe, también hirió de gravedad a la secta Moon. El magnicida, Tetsuya Yamagami, un hombre de 41 años, dijo que era una venganza contra la iglesia que había arruinado a su familia, causando la pérdida de la casa familiar y el suicidio de uno de sus hermanos. Una tragedia incubada a lo largo de muchos años de donativos desorbitados y compras de talismanes a precios abusivos, bajo la mirada escrutadora del pastor y la congregación. 

Aunque dos de cada tres adeptos de la secta Moon están en Japón, la organización mantiene su sede central en Corea del Sur (foto), su país de origen

La secta mantiene su sede central en Corea del Sur (foto), su país de origen. Los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang 2018 se disputaron en gran parte en terrenos de su propiedad

UC

Fumio no tenía ni mucho menos el mismo grado de dependencia de la secta Moon que Abe, por lo que fue su propio ministro de Cultura quien en octubre de 2023 recomendó su descatalogación como organización religiosa. Algo que solo había pasado dos veces y solo por causas criminales, como en el caso de la secta de la Verdad Suprema, que en 1995 atentó con gas sarín en el metro de Tokio. 

Lo que terminó de convencer al gobierno japonés fueron las entrevistas con 170 familias denunciantes, que explicaron las tácticas de coacción del grupo para apropiarse del dinero de sus adeptos y la angustia que habían padecido. 

El deplorable asesinato podría costarle al autor la pena de muerte. Pero este sabía a quién apuntaba y por qué. Los introductores de la secta coreana en Japón fueron dos criminales de guerra de primera categoría durante la Segunda Guerra Mundial, luego rehabilitados por los ocupantes estadounidenses. 

Uno era Ryoichi Sasakawa, un empresario ultraderechista bien conectado con el pistolerismo de la yakuza o mafia japonesa, fundador de lo que luego sería la Nippon Foundation. El otro  era el abuelo de Shinzo Abe, Nobusuke Kishi, primer ministro medio siglo antes que él, que dio cobijo a la sede de la Iglesia de la Reunificación en un edificio contiguo a su residencia. 

El siguiente referente de la organización fue el yerno de este, el ministro de Exteriores, Shintaro Abe, padre de Shinzo Abe.  Finalmente, fue el mismo Abe el que dio -y recibió- apoyo y protección. Aunque otros sectores dentro del PLD, como el de Taro Aso, eran tanto o más permeables al grupo. El aglutinador siempre fue el anticomunismo más desaforado. 

De hecho, el salto de escala de la iglesia se produjo a principios de los sesenta, gracias al fundador de la KCIA -la CIA surcoreana- Kim Jong Pil, y a un teniente coronel, Bo Hi Pak, agregado militar en su embajada en Washington, que se convirtió en la mano derecha del reverendo Moon. 

El pastor coreano era presbiteriano antes de fundar su propia iglesia, según él, a raíz de una visión. Moon se presentaba a sí mismo como el verdadero mesías, ya que, según él, Jesús “había fracasado”, y como prueba de ello aducía que “había muerto crucificado, pobre y sin descendencia”. Algo que a él no habría de pasarle, millonario y con quince hijos reconocidos y muchos más sin reconocer.  

El maná obtenido terminaba y termina en gran parte en Corea dee Sur, donde sigue estando el cuartel general de la organización. Aunque durante mucho tiempo fluyó hasta EE.UU., ya que el reverendo Moon (fallecido en 2012) había vivido allí, en una mansión cercana a Nueva York, desde 1972. Una peripecia parecida a la del líder sectario turco, Fethullah Gülen, a partir de los noventa. En el caso de Moon, la corrupción de congresistas estadounidenses desencadenó en pocos años el Coreagate) y, una década más tarde, estuvo encarcelado por otros motivos. 

Anticomunismo

La secta Moon apoyó a las dictaduras latinoamericanas de los setenta y ochenta

Pero el imperio Moon crecía. Abarcaba desde la fabricación de armas hasta las inversiones en medios de comunicación (desde la agencia UPI hasta The Washington Times, pasando por el ya extinto Últimas Noticias, en Uruguay, país donde vivió un año y donde llegó a contar con un banco, con el hotel Radisson de Montevideo y con la imprenta Polo, que imprimía el 70% de los periódicos.  

Cabe recordar que el salto de escala de su iglesia se produjo tras el golpe de estado militar de 1961 en Corea del Sur. Durante los años del dictador Park Chung Hee, la secta Moon se convritió en voz cantante de la Liga Anticomunista Mundial, con un pie en Seúl y otro en Taipéi, pero con una dimensión latinoamericana que ganó empuje en los setenta con el Plan Cóndor. 

El reverendo Moon no solo se retrataba con gusto con Richard Nixon o George Bush, sino también con varios dictadores militares latinoamericanos, desde el chileno Augusto Pinochet al paraguayo Alfredo Stroessner. En Paraguay la secta Moon llegó a ser la propietaria del mayor latifundio del país, del tamaño de la provincia de Barcelona. En los ochenta, el “mesías” coreano se jactaba de ser recibido por ocho presidentes latinoamericanos en el espacio de pocas semanas. 

La cúpula de la propia Iglesia de la Reunificación tampoco ha dado muchos ejemplos edificantes. A la muerte de Moon, fue su esposa oficial, Hak Ja Han, la que tomó las riendas. El primogénito, despechado, fundó su propio cisma en Pennsylvania, con un culto aún más desbocado a las armas, cortas o largas,  bendecidas en el templo  (su esposa luce un fusil ametrallador  de oro macizo).  

El Reverendo Moon y su esposa, Sun Kil Choi, durante la ceremonia

Reverendo Moon y esposa durante una ceremonia, en una foto de archivo

Propias

Tras la muerte del “gurú”, la secta Moon, como cualquier secta, afrontó su prueba de fuego. Ahora afronta su segunda prueba, en los tribunales. Nada hace pensar que la Iglesia de la Reunificación vaya a renunciar a sus bodas colectivas, aunque sean de cientos de parejas en lugar de miles. En el pasado, era el propio Moon el que escogía los enlaces a partir de fotos de adeptos que ni siquiera se conocían.

En su nueva andadura financiera, con cobertura moral, la secta Moon concede el Premio Sunhak de la Paz, cuyo comité está presidido por José Manuel Durao Barroso. Aunque el Parlamento Europeo tilda a la Iglesia de la Unificación de “secta destructiva” desde hace más de cuarenta años .

Quien no tiene por qué esconderse es el actual primer ministro japonés, Shigeru Ishiba. Al fin y al cabo, siempre fue la alternativa a Shinzo Abe. Pero el PLD tiene al enemigo en casa y también en la casa de al lado, ya que su socio de coalición, Komeito, es básicamente el brazo político de otra secta, aunque de inspiración budista. 

Mientras tanto, en Corea del Sur, la respuesta no es automática porque de la Iglesia de la Unificación no se habla en sociedad. De hecho, está mal vista incluso en el seno de la extrema derecha evangélica, igualmente anticomunista y pro americana. 

En Estados Unidos, en cambio, no hay matices. “Que nadie se confunda. El ataque actual a la Iglesia de la Unificación es un intento de socavar y debilitar la alianza Americano-Japonesa y de crear una oportunidad de acercamiento entre los comunistas chinos y Japón”, ha dicho el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, comentando en las redes la noticia proporcionada por una fuente tan imparcial como The Washington Times, diario de la secta Moon. 

Por último, cabe señalar que el reverendo Moon Yong Myung nació en lo que hoy es Corea del Norte, como no pocos predicadores surcoreanos de su generación. Al ganar la Guerra Fría, la Iglesia de la Unificación parecía haber perdido su razón de ser y hasta cambió de nombre. Pero treinta años después, Corea sigue dividida, China no toca techo, el “mesías” está muerto y aún se desconoce si hay una bala en la recámara.  

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...