“La mayoría de mis familiares y amigos han muerto”

Ecos de guerra civil en Siria

Testimonio de las matanzas en Baniyas, localidad siria de mayoría alauí, a manos del ejército y milicias islamistas

Video Syria Justice FOTO FRAME

Imagen tomada de un vídeo difundido ayer por miembros del nuevo ejército sirio o de milicias afines

LV

A Yusra –nombre ficticio para salvaguardar su seguridad– se le corta la voz por una combinación de mala cobertura telefónica y miedo. Habla desde un bosque de la costa mediterránea siria, escondida de las fuerzas gubernamentales y otros grupos afiliados que han asaltado su localidad, Baniyas, un pueblo con vistas al mar, a 180 kilómetros de Damasco, y de mayoría alauí.

El pasado jueves, a las cuatro de la tarde, miembros del ejército “comenzaron a patrullar el barrio de Al Qusur con vehículos blindados, ametralladoras y artillería, disparando al aire y gritando ‘Allahu Akbar’ (Dios es el más grande)”, explica a La Vanguardia . Ella decidió marcharse en ese momento. “Mis padres, de 73 y 63 años, se quedaron en casa (…) Les pedí que se marcharan a un lugar más seguro, pero se negaron. Mi madre me dijo: “Somos ancianos, nadie se atreverá a acercarse a nosotros”.

“Hay pruebas de masacres sectarias”, señala la Media Luna Roja, que no puede acceder a la zona

Yusra mantuvo la comunicación con ellos a lo largo de una larga noche, en la que los combates entre las facciones leales al antiguo régimen de Bashar el Asad y los grupos islamistas, integrados ahora en el nuevo ejército sirio, se recrudecían en toda la región. “Lamentablemente, en la última llamada con mi madre, el 7 de marzo a las dos de la tarde, escuché disparos cerca de casa –explica–. Le pregunté si la situación estaba bien y dijo que (los militares) habían intensificado sus patrullas en la calle, y que estaban entrando a los edificios y saqueando casas”.

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“Una hora después, intenté hablar con ella, pero ni ella ni mi padre respondieron al teléfono –narra–. Me comuniqué con un vecino cristiano del barrio y me dijo que habían asesinado a mis padres a tiros en el suelo de nuestra casa, y que todos los vecinos habían sido asesinados de la misma manera”.

Por mensaje, la joven siria envía las fotografías de decenas de familias de Baniyas, entre ellas imágenes de adolescentes y niños que, según ella, “han sido masacrados por los islamistas”. La prensa tiene prohibido acceder a esta parte del país, donde aún continúan los combates. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), un organismo que cuenta con una red de colaboradores en el territorio y que ofrece datos estimados del número de víctimas, Banyas es uno de los epicentros de los combates. Sus informadores fueron testigos de diversos ataques con artillería y tanques sobre las afueras de la ciudad, cuyas casas fueron consumidas por las llamas.

La minoría alauí teme que las muertes en Latakia y Tartús se conviertan en una limpieza étnica por parte de la mayoría suní

Una fuente de la Media Luna Roja consultada por este diario certifica que “hay pruebas de masacres por motivos sectarios en Baniyas y en otros puntos de la región”, aunque asegura que sus equipos médicos no han podido llegar a la zona. Además, Anas Jatab, jefe del Servicio de Inteligencia sirio, declaró que el país se encuentra en un “estado de emergencia” y advirtió que “cualquier persona armada fuera de las filas del gobierno es un objetivo legítimo”, y que “todo contenido en redes sociales que incite a luchar contra el nuevo ejército sirio o apoye a los remanentes del régimen será considerado un objetivo directo para la Seguridad General y el Ministerio de Defensa”.

“La mayoría de mis familiares y amigos han muerto”, lamenta Yusra, quien declara que “hay muchas otras personas cuyos cuerpos siguen en casas y calles tirados”. “No hemos podido recuperar los cuerpos de mis padres porque hay un grupo armado que sigue disparando a los paramédicos hasta este momento”. Desde su posición actual pueden verse columnas de humo alzándose por detrás de las montañas. “No sabemos qué hacer ni a dónde huir”, repite con pánico.

Desde la capital, otro miembro de la minoría religiosa alauí teme que los centenares de muertes en Latakia y Tartús se conviertan en una limpieza étnica por parte de la mayoría suní, que suma el 75% del país, contra las otras religiones de Siria. “Tras 13 años de acumulación de odio y venganza, se está desatando la violencia en las localidades alauíes”. A su teléfono móvil no dejan de llegar vídeos de atrocidades cometidas contra población civil. “Lo que vemos en redes sociales es apenas una fracción de la realidad –explica–. Los propios perpetradores se graban cometiendo estas atrocidades, sintiéndose orgullosos de sus crímenes”.

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