Dicen que uno debe hacer lo que le gusta. Jared Isaacman, un multimillonario tecnológico presentado el 4 de diciembre como la elección de Donald Trump para dirigir la NASA, es tan aficionado al espacio que se ha gastado cientos de millones de dólares para visitarlo no una, sino dos veces.
Y no lo ha hecho en un cohete de la NASA, sino pagando por la propulsión y las naves a SpaceX, una empresa privada cuyos lanzadores baratos y reutilizables han revolucionado el negocio espacial. Parece probable que esas experiencias vayan a tener una influencia en su forma de dirigir la NASA.
Elon Musk, el propietario de SpaceX, con quien Isaacman está muy unido, es uno de los dos jefes del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una comisión asesora presidencial encargada de recortar el despilfarro público. En teoría, a todo el mundo le gusta recortar el despilfarro público, y la NASA ofrece muchos objetivos para ello. Sin embargo, como probablemente descubrirán tanto Isaacman como Musk, lo difícil es poner en práctica el recorte.
Para entender la razón de la dificultad, consideremos Artemis, el programa lleno de retrasos y con un gasto (por ahora) de 93.000 millones de dólares que tiene como objetivo llevar de vuelta astronautas a la Luna. Está organizado en torno al gigantesco cohete Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), construido a partir de piezas recicladas del transbordador espacial, supuestamente para ahorrar dinero. El caso es que, según el inspector general de la NASA, los cuatro primeros vuelos costarán 4.100 millones de dólares cada uno, quizás 20 veces el precio de uno de los cohetes Falcon Heavy de SpaceX.

Jared Isaacman es el elegido por Donald Trump para dirigir la NASA
Además, Artemis tiene que hacerse cargo de la construcción de una estación espacial carente de sentido en las proximidades de la Luna, la Lunar Gateway. La cápsula de la tripulación, Orión, ha engullido más de 25.000 millones de dólares en financiación a lo largo de 20 años y, sin embargo, sigue sin funcionar: parece seguro que un problema con su escudo térmico provocará nuevos retrasos. Incluso el trabajo relativamente sencillo de construir una torre móvil para sostener el SLS en posición vertical ha sido un desastre. Con un presupuesto inicial en 383 millones de dólares y con una finalización prevista paran 2023, se estima ahora que el coste alcanzará los 2.700 millones de dólares y que se finalizará con seis años de retraso.
Los veteranos de la NASA admiten que el programa Artemis es un caos. Sin embargo, ha resultado imposible acabar con él, ni siquiera paliarlo, pese a que los avances tecnológicos lo han ido superando una y otra vez. Cuando en 2019 Jim Bridenstine, entonces jefe de la NASA, lanzó la idea de que el Falcon Heavy podría llevar astronautas a la Luna antes que el SLS, estuvo a punto de perder el empleo.
Recibió la amonestación de Richard Shelby, entonces senador por Alabama, sede del centro de la NASA que gestiona el SLS.
El programa Artemis para regresar a la Luna acumula grandes retrasos y un gasto de 93.000 millones de dólares
Porque, aunque la NASA es una agencia espacial, también es una máquina bien diseñada para distribuir fondos discrecionales. Cuando se fundó en 1958, estableció centros por todo el país y reclutó astutamente a una cohorte de guardaespaldas del Congreso deseosos de preservar los empleos bien remunerados en sus circunscripciones. Hoy en día, puso de manifiesto Shelby, son los guardaespaldas quienes llevan la voz cantante.
No cabe duda de que Isaacman y Musk tienen la experiencia y el celo necesarios para poner a Artemisa en forma. Por desgracia, no está nada claro de que eso vaya a bastar para conseguir el beneplácito del Congreso, que ejerce el control sobre el presupuesto de la NASA y que considera la entrega de dádivas a los electores como un fin superior.
Además, aunque Isaacman y Musk son adecuados para la tarea en algunos aspectos, en otros esos dos amigos son las peores personas para empuñar el hacha contra la NASA. Como propietario de SpaceX, la única alternativa verosímil, Musk saldrá beneficiado de la cancelación del SLS. Por muy justificado que esté en sus medidas, será imposible evitar las acusaciones de autocontratación. Eso dará aun más munición a los enemigos de DOGE. Más vale no apostar contra la posibilidad de que Trump acabe descartando todo el asunto por considerarlo demasiado problemático y que Artemis siga adelante con su torpe viaje al espacio.
© 2024 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved
Traducción: Juan Gabriel López Guix