La oposición prooccidental de la exrepública soviética de Georgia ha convocado para la tarde de este lunes su quinto día de protestas después de que el domingo por la noche agentes encapuchados detuvieran a uno de sus líderes, Zurab Japaridze, posteriormente liberado. Los manifestantes exigen repetir las elecciones legislativas de octubre, que dicen ganó con fraude el partido gubernamental Sueño Georgiano, y seguir el camino hacia la Unión Europea, cuyas negociaciones congeló la semana pasada el Gobierno, acusado de prorruso.
En este pequeño país del Cáucaso (3,7 millones de habitantes) hubo manifestaciones tras los comicios del 26 de octubre. Pero se intensificaron el pasado jueves, 28 de noviembre, cuando el primer ministro, Irakli Kobajidze, anunció que Georgia congelaba toda conversación para ingresar en la UE porque no quería entrar en el club europeo con “limosnas”, sino como un país fuerte con su propio dinero. Además, acusó a Bruselas de utilizar el proceso para “chantajear” a Georgia.
Las protestas, que tienen lugar por la noche y de madrugada, se han tornado violentas. La policía ha usado cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, algunos de los cuales han lanzado pirotecnia contra las fuerzas antidisturbios.
La UE y EE.UU. han advertido de un retroceso democrático en Georgia
La presidenta del país, Salomé Zurabishvili, europeísta y enfrentada al Ejecutivo, afirma que la protesta no se ha debilitado. “Otra noche impresionante en la que los georgianos han defendido firmemente su constitución y su elección europea. La determinación en las calles no muestra ningún signo de freno”, escribió tras las manifestaciones del domingo al lunes en la red social X. El mandato de Zurabishvili, de 72 años, nacida en Francia de padres georgianos y exembajadora de Francia en Georgia, es sobre todo protocolario y finaliza este mes de diciembre.
Zurabishvili y la oposición afirman que las elecciones de octubre, en las que oficialmente ganó Sueño Georgiano con el 54 % de los votos, estuvieron amañadas. La presidenta ha pedido que se presione al Tribunal Constitucional para que anule la votación.
También ha pedido el apoyo de los países occidentales. Tanto la UE como Estados Unidos han expresado su alarma por lo que consideran un retroceso democrático.
El 80 % apoya la integración en la UE
El 80 % de la población de Georgia es partidaria de la integración en la Unión Europea, un deseo que incluso está incorporado en la Constitución.
Pero las relaciones entre Tiflis y la UE se han ido deteriorando durante este año, a pesar de que en diciembre de 2023 Georgia recibió el estatus de candidato a ingresar en el grupo.
El motivo de esta tirantez es el acercamiento del Gobierno a Rusia. El partido en el poder ha aprobado leyes que se parecen a varias normas que en Moscú han servido para acallar a las voces discrepantes y para reprimir a la oposición. Entre ellas, la ley sobre la transparencia de la influencia extranjera, similar a la de “agentes extranjeros” rusa, y otras contra las oenegés y el colectivo LGTBI.
El Gobierno, por el contrario, niega la etiqueta de “prorruso”. Tras el inicio de la actual ola de manifestaciones, el premier Kobajidze volvió a repetir que el Gobierno sigue comprometido con la integración en la Unión Europea, que la congelación durará hasta 2028 y que entonces Georgia será fuerte para emprender este camino por sí misma y lograr la adhesión a la UE en 2030.
El Kremlin alerta de una posible revolución a la ucraniana
Pero las acciones del Ejecutivo y del partido que lo sostiene, Sueño Georgiano, creado y dirigido en la sombra por el empresario y exprimer ministro Bidzina Ivanishvili, dicen lo contrario a la oposición.
El discurso empleado contra las manifestaciones también se parece en Tiflis y en Moscú. Kobajidze dijo este fin de semana que no permitirá que se repita en Georgia una revolución “similar al Maidán ucraniano”, en referencia a las manifestaciones proeuropeas del otoño y el invierno de 2013-2014.
Este lunes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró que las protestas de Georgia parecen un intento de organizar una “revolución naranja” de estilo ucraniano, citando otro momento de protestas proeuropeas y en contra de Rusia, las de 2004.
Peskov dijo que algunos de los manifestantes georgianos han violado claramente la ley al atacar a la policía. Y según él, “es evidente que hay un intento de desestabilizar la situación” en el país el Cáucaso. Aseguró también que Rusia no interferirá en la situación, pues la considera un “asunto interno” de Georgia.
Más de 200 detenidos
Según las autoridades de Tiflis, desde el jueves pasado ha habido “224 manifestantes detenidos por desacato y vandalismo, y 113 policías han resultado heridos mientras cumplían con su deber”.
Uno de los detenidos fue Zurab Japaridze, uno de los líderes de la oposición, a quien en la madrugada del lunes varios policías con la cara cubierta metieron en un coche no identificado, según reflejan imágenes que se han hecho publicas. La opositora Coalición por el Cambio publicó en X que Japaridze había sido detenido por la policía cuando abandonaba la manifestación. Otro mensaje en redes sociales anunció posteriormente que ya lo habían liberado.
De continuar las protestas, podrían desembocar en una o varias crisis institucionales. Zurabishvili declaró el sábado que no abandonará su puesto de presidenta de Georgia, pues considera que el Parlamento salido de las urnas de octubre y que tiene que elegir a su sucesor, es ilegítimo.
El primer ministro Kobajidze replicó que comprendía el “estado emocional” de la presidenta. Pero remarcó que “el 29 de diciembre tendrá que dejar su residencia y entregar el edificio al un presidente legítimamente elegido”.
Por otra parte, este lunes Kobajidze amenazó con pedir al Tribunal Constitucional la ilegalización de los partidos opositores, a los que acusó de actuar contra el orden legal vigente en el país. “Han actuado abiertamente contra el orden constitucional, lo que es un motivo para pedir al Tribunal Constitucional que declare anticonstitucionales a los partidos opositores”, dijo el primer ministro en una reunión de su Gobierno transmitida en directo por televisión.
