Si algo ha distinguido los últimos cinco años de diplomacia en Europa son los pocos pelos en la lengua del hasta ahora alto representante de la UE para Asuntos Exteriores. Josep Borrell hace las maletas y cede hoy el testigo a su sucesora al frente de la maquinaria geopolítica de la UE, la ex primera ministra estoniana Kaja Kallas, una de las voces más beligerantes frente a Vladímir Putin. Pero antes, quiere dar un aviso a los líderes europeos: no pueden bajar la guardia ante Rusia, especialmente ahora, cuando la guerra en Ucrania ha llegado a un momento decisivo.
“Hemos llegado a la hora de la verdad. Ahora es el momento en que los estados miembros tienen que decidir: vamos y apoyamos”, aseguró en su última entrevista ante un grupo de medios europeos, entre ellos La Vanguardia .
Después de su etapa como ministro de Asuntos Exteriores de Pedro Sánchez, Borrell, de 77 años, volvió a Bruselas –después de haber ya presidido el Parlamento Europeo– para lidiar con un periodo turbulento marcado por la agresión rusa en Ucrania, en que ha tratado de impulsar la defensa común europea.
La tarea no era fácil: además de ser la persona que defiende en el mundo las posiciones de la UE en política exterior, ha debido ser un intermediario de estados con prioridades muy diferentes. Se ha visto, por ejemplo, en el conflicto en Oriente Medio, en que ha tratado de llevar una iniciativa –como su última propuesta de suspender el diálogo político por la masacre en Gaza– que no siempre ha sido seguida por las capitales comunitarias.
Ahora deja el testigo a Kaja Kallas, con quien se reunió durante un largo fin de semana en Estonia en verano, que seguramente será una diplomática mucho más clásica y con menos salidas de guion. En público, no le ha querido dejar ningún consejo. Pero sí para los estados miembros en lo que respecta a la guerra en Ucrania, visto que, a su juicio, Putin no parece tener ningunas ganas de sentarse a negociar. En el campo de batalla las cosas se están complicando, la incertidumbre sobre el apoyo de la Casa Blanca aumenta y Kyiv necesita montañas de dinero para seguir resistiendo.
“Si tenemos que sustituir la capacidad militar de EE.UU., debemos movilizar lo que tenemos hoy”
“Los rusos están presionando mucho, no están esperando a las negociaciones. Rusia sigue presionando lenta pero continuamente. La situación en la línea del frente no es buena, pero los ucranianos resisten”, avisa desde la sede de la Comisión Europea.
La alerta de Borrell es justificada. En un momento en que la OTAN se ha inquietado por el lanzamiento del misil balístico hipersónico por parte de Rusia contra territorio ucraniano –el martes hubo una reunión con Kyiv–, las tropas rusas están logrando importantes avances territoriales en el este del país e incrementan los ataques contra el sistema de infraestructuras civiles y energéticas. Y, debido a los problemas de reclutamiento en el país, Rusia ha llevado unos 11.000 soldados de Corea del Norte a la región de Kursk, donde ya están combatiendo.
El alto representante español se marcha diciendo a Europa que no hay tiempo que perder ni puede esperar a ver qué decide Trump para seguir financiando a Ucrania. “Si tenemos que sustituir la capacidad militar de Estados Unidos, debemos movilizar lo que tenemos hoy. El tiempo cuenta. Si Moscú rompe el frente la próxima primavera, los rusos no esperarán a la emisión de bonos. Eso es para la próxima guerra”, subrayó Borrell. “Para esta guerra, tienes que movilizar lo que tienes. Porque el tiempo importa. El tiempo importa”. “La verdad –reflexiona Borrell después de más de mil días de conflicto– es que no tenemos el sentido de la urgencia”.
“Los rusos no están esperando a las negociaciones, siguen presionando lenta pero continuamente”
Kallas recogerá el testigo de Borrell. El nuevo rostro de la UE ante el mundo es conocido por ser un azote contra Moscú, que la ha puesto en busca y captura por demoler monumentos a soldados soviéticos que quedan en su territorio. Es la primera que defiende invertir más en defensa y, a pesar de ser liberal, cuando era primera ministra de Estonia subió los impuestos en su país, que ya dedica el 3% de su PIB al gasto militar.
Son medidas impopulares, pero que en la cumbre de Bruselas consideran justificables. Borrell, antes de irse, dice ponerse en la piel de los ciudadanos que no comprenden por qué seguir financiando a Ucrania. Hace falta más pedagogía. “Tenemos que contar con el apoyo de la gente, y tenemos que decirles la verdad: no es gratis. Nuestra guerra cuesta dinero y cuesta vidas. Y, afortunadamente, no son nuestras vidas, pero sí nuestro dinero. No pretendamos que esto sea gratis”, indicó.
Y se despide: “Alguien tiene que explicar a la opinión pública en el debate público lo que está en juego. Y creo que no estamos haciendo lo suficiente. Y tratamos de ocultar el coste. No oculten el coste. Sean honestos con la gente. Esto tiene un coste”.