La campana que Charles Michel ha utilizado para arrancar las reuniones a los veintisiete jefes de Estado y de Gobierno europeos tiene un nuevo propietario. Es portugués, y no es un desconocido en los laberínticos pasillos del edificio del Consejo Europeo en la plaza Schuman de Bruselas.
El ex primer ministro luso António Costa se los conoce de sobra después de haber participado en las más altas reuniones del poder comunitario durante casi diez años, hasta que dimitió en el 2023 después que el ministerio público portugués abriera una investigación por supuestas irregularidades en la gestión de un proyecto de centro de datos, que quedó en nada.
El nuevo representante de los Veintisiete impulsará retiros informales de líderes para que hablen con franqueza
“Lisboa es mi ciudad, Portugal es mi país y Europa nuestro hogar común. No hay contradicción entre estos tres niveles. En este mundo globalizado, la única forma de ser realmente patriota, de tener soberanía, es construir una Europa común”, aseguró ayer en su primer discurso, durante la ceremonia de traspaso de poderes.
La nueva vida de Costa está lejos de la plácida Lisboa. Michel entregó ayer a su sucesor como presidente del Consejo Europeo el símbolo del árbitro que debe facilitar el entendimiento entre los estados en una época muy convulsa, cuando el recrudecimiento de la guerra en Ucrania ha evidenciado la fractura entre los que piden cesar el apoyo a Kyiv –con Hungría y Eslovaquia a la cabeza– y semanas antes de que el impredecible Donald Trump aterrice en la Casa Blanca y pueda exponer a Europa ante una guerra arancelaria.
Costa quiere que su paso por el Consejo Europeo no sea indiferente. Conocido en Bruselas por su pragmatismo durante sus años en Portugal, el socialdemócrata quiere acortar las cumbres de dos días a un día de trabajo. Algo que comenzará a poner en marcha ya en su puesta de largo en la cumbre del Consejo Europeo del próximo 19 de diciembre, de solamente una jornada.
Está decidido a que los líderes dejen de pasar horas trabajando en borradores en las conclusiones de los textos de las cumbres, un trabajo que pueden hacer perfectamente antes las reuniones de diplomáticos. En lugar de eso, y en un momento de polarización de Europa, con el avance de los primeros ministros ultranacionalistas, a los que pronto se podría sumar el populista rumano Calin Georgescu, hace falta hablar con franqueza sobre los asuntos importantes.
Por eso, además de las tradicionales cumbres en Bruselas y en el país que ostenta la presidencia de turno –a partir de enero, Polonia–, Costa va a impulsar un nuevo formato: los retiros de líderes. Como sucede en muchas empresas que organizan fines de semana de team building alrededor de una barbacoa, el portugués cree que cuando mejor se pueden conocer y hablar con libertad es lejos de los formatos tradicionales, sin acordar compromisos ni temáticas concretas que abordar cada hora. Y más lejos de la prensa. “Es importante que tengan tiempo de discutir sin la presión de elaborar conclusiones”, apuntan fuentes comunitarias.
El primero de estos retiros no será en un resort paradisíaco sino muy cerca del nuevo hogar del portugués, en Bélgica. Tendrá lugar el 3 de febrero, estará centrado en Defensa –igual para entonces la UE ya sabrá si Trump pretende retirar el apoyo estadounidense a Kyiv– y contará con dos invitados especiales, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el premier británico, Keir Starmer.
La nueva cara visible de los Veintisiete pone fin a los cinco años del liberal belga Charles Michel, marcados por su esfuerzo en mantener el bloque firme ante Rusia pero también por la falta de química con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que asistió ayer muy sonriente a la ceremonia en Bruselas. Una de las prioridades de Costa, dicen fuentes europeas, será asegurar una buena cooperación tanto con la Comisión como con el Parlamento. Es decir, que no se vuelvan a repetir episodios como el famoso sofagate , cuando Michel dejó sin silla a la jefa del Ejecutivo comunitario. La primera reunión para asegurarse comenzar con buen pie será este próximo lunes.
Visitas a casi todas las capitales
Para prepararse ante su nuevo reto, Costa ha pasado los últimos meses visitando
a los líderes de 25 de las 27 capitales de la UE –menos Bulgaria y Rumania, que están en fase de formación de gobierno– para escuchar sus preocupaciones y prioridades. El tema que más han puesto sobre la mesa es el desafío migratorio, con la voluntad de que se siga coordinando a nivel europeo. Una de las preguntas que
ha surgido es qué va a hacer Costa con Trump: de momento, nada. Tomarán contacto en las próximas semanas, pero no está a la vista ninguna reunión cercana. Primero quiere escuchar qué piensan los líderes europeos. Otra de sus prioridades será afrontar con seriedad el reto de la ampliación, y este mes ya hay una cumbre con los Balcanes sobre la mesa.