El fin del adulterio en Nueva York

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El estado derogará la ley de 1907 que criminaliza engañar a la pareja oficial

FILE - A marriage official offers a couple their rings during their wedding at the Empire State Building in New York, Wednesday Feb. 14, 2007. Cheating on your spouse is illegal in New York — but the state might soon change that. A bill working its way through the New York Legislature could repeal a more than century old law that makes adultery a crime. (AP Photos/Bebeto Matthews, File)

Anillos de boda

 Matthews / AP/LaPresse

Hay leyes severas, benignas, injustas, absurdas o cafres. Hay leyes que caen por su propio peso, desfasadas según los tiempos que corren.

Dentro de este mundo de normativas penales, Nueva York cuenta aún con una de las regulaciones más estériles que existen. Por mucho que se castigue, que incluso la justicia divina amenace con las calderas del averno, nada impide que exista el adulterio o simplemente enamorarse de otra persona que no sea el marido o la esposa. Diríase que forma parte de la condición humana.

El caso más reciente es del 2010: a los dos amantes se les acusó de lascivia, pero solo a ella se le imputó adulterio

Así que en este lugar tan supuestamente progresista, el engaño a la pareja todavía es una ofensa criminal. Los adúlteros, aunque las más perseguidas en todo el mundo son ellas, no solo son pecadores, sino también delincuentes.

Pero después de 120 años de vigencia, todo está listo para acabar con lo que la mayoría considera un anacronismo.

La asamblea legislativa estatal votó de forma casi unánime la propuesta para derogar la ley del adulterio. Un comité del Senado dio el visto bueno y está previsto que, en cualquier momento de esta semana, se produzca la votación en esta otra cámara, sin que conste que haya oposición importante. De manera que se acerca el momento en que la gobernadora Kathy Hochul estampe su firma en lo que será la nueva ley, histórica por supuesto.

“Ninguna ley que penalice la conducta íntima consentida entre adultos se merece figurar en los códigos penales”, declaró a The New York Times el demócrata Charles Lavine, promotor de la actualización.

Para Lavine, que se describe como felizmente casado desde hace 54 años, el asunto no es materia para chistes y jerigonzas. “No sirve como disuasivo. Solo es una celebración del concepto que alguien tiene de su propia moralidad”, añadió en Politico .

La ley todavía vigente en Nueva York declara culpable de adulterio al que tiene relaciones sexuales con otra persona cuando vive su esposo/a o esa otra persona tenga un esposo/a. Está clasificado como un delito menor, circunstancia que, según Lavine, lo hace más oneroso por cuanto no lo juzga un jurado, sino que depende de la determinación de un magistrado. La pena puede suponer hasta tres meses de cárcel y una multa de 500 dólares.

Aunque todavía es vigente en un puñado de estados –en Oklahoma, Michigan y Wisconsin el adulterio es un delito grave, si bien no consta que lo hayan utilizado recientemente–, en la mayor parte de EE.UU. rechazaron la norma o nunca pensaron en aplicarla.

El caso más cercano en Nueva York se produjo en el 2010. Una mujer casada de 43 años fue detenida al descubrirse que tenía relaciones con un hombre que no era su marido en un parque público en Batavia. A los dos se les inculpó por comportamiento lascivo. Sin embargo, solo a ella, Suzanne Corona, se la acusó de adulterio. Hubo mucho revuelo mediático y su fotografía policial se publicó en la prensa de medio mundo. No podía ir a ninguna parte sin que escuchara los murmullos que surgían a su paso.

Si Corona cierra la lista –no ha habido más de una docena de neoyorquinos imputados en el último medio siglo–, el recorrido de la ley se inició en 1907, motivada al parecer por el intento de reducir el número de divorcios cuando el adulterio era el único camino hacia una separación legal. De ahí que se empezara a criminalizar el sexo fuera del matrimonio.

A los diez días de su vigencia, el empresario del ferrocarril Patrick H. Hirsch, que tenía 40 años, ingresó en la lista como el primer detenido. Había dejado a su esposa Elizabeth en Chicago, se llevó al hijo común y se instaló en Nueva York con su amante, Ruby Yeargin, dependienta de 25 años. La esposa despechada contrató a un detective, que desveló el paradero de los amantes en Manhattan, antes de acudir a la policía.

Ha pasado el tiempo y ha cambiado la forma de ver el matrimonio. La ley del adulterio perdió su razón de ser cuando Nueva York, en el 2010, fue el último estado en adoptar el divorcio sin culpa. Las parejas se pueden separar sin prueba de infidelidad, crueldad, secuestro o abandono. Hacía 40 años que California lo había establecido.

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