Yemen, el país árabe más pobre, es la pieza que finalmente ha hecho que Estados Unidos y el Reino Unido sean ya una parte más sobre el terreno en el conflicto que vive Oriente Medio.
Las hostilidades en la región por la guerra de Gaza avanzan hacia una nueva (e imprevisible) fase tras el ataque conjunto y masivo por mar y aire del ejército estadounidense y británico ayer contra los rebeldes hutíes. Y ha seguido hoy con un nuevo lanzamiento de misiles de Estados Unidos contra posiciones de la milicia en el país.
Los hutíes prometen una respuesta “fuerte y efectiva”.
Washington y Londres se habían limitado hasta ahora a responder a la veintena de ataques de los milicianos proiraníes contra buques en el estrecho de Bab el Mandeb. Ayer atacaron por primera vez varias regiones de Yemen. También su capital, Saná, como hoy. Y los rebeldes hutíes confirmaron que al menos cinco de sus miembros han muerto.
Los estadounidenses y británicos buscan disuadir a la milicia de realizar nuevos ataques en el mar Rojo. Y, en la madrugada de ayer, Washington, en una decisión ejecutiva de su presidente, Joe Biden, no dudó en golpear con munición de precisión hasta 16 lugares del país árabe y más de medio centenar de objetivos, sobre todo instalaciones de radar y para el almacenamiento y lanzamiento de drones y misiles. Los aviones de combate y los misiles Tomahawk fueron los protagonistas. Estos proyectiles y objetivos lo fueron también hoy. Los británicos, en una decisión que su premier Rishi Sunak tomó sin consultar al Parlamento, usaron a su vez aviones Typhoon y bombas guiadas.
Los insurgentes aseguran, sin embargo, que seguirán con sus acciones en apoyo a Gaza atacando a los buques que consideran vinculados a Israel o que van hacia puertos israelíes y pasan por el estrecho de Bab el Mandeb, que es el que da acceso al mar Rojo y es central para el comercio internacional. Por aquí pasa alrededor del 15% del transporte marítimo en el mundo y es esencial en la ruta entre el mercado asiático y el europeo, y también para el comercio del petróleo.
La ONU exige poner fin a los ataques, pero el conflicto no hace más que escalar. Estados Unidos hace responsable a Irán de los ataques hutíes en el mar Rojo y Biden ha asegurado que “no dudará” en lanzar nuevas ofensivas contra la milicia yemení. Teherán advirtió ayer que los bombardeos de Estados Unidos y del Reino Unido alimentan la inseguridad y la inestabilidad en la región. Moscú también los ha criticado. Y Arabia Saudí se ha apresurado a pedir “moderación”. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en cambio, afirmó que Londres y Washington atacan Yemen para convertir el mar Rojo en un “mar de sangre”.
Washington y Londres sostienen que su objetivo es “reducir las tensiones y restaurar la estabilidad en el mar Rojo”. Pero, por ahora, la acción, respaldada por Australia (que envió personal de apoyo), Bahréin (aunque miles de sus ciudadanos protestaran ayer por ello), Canadá, los Países Bajos, Dinamarca, Alemania, Nueva Zelanda, Corea y Japón, dispara la tensión bélica en la zona. Y ayer mismo las milicias Resistencia Islámica en Irak, que se consideran respaldadas por Irán, aseguraron haber atacado un “objetivo vital” en Eilat, la ciudad israelí más meridional.
Un experto militar explicaba a este diario esta misma semana en Jerusalén que la crisis con los hutíes a Israel “le queda lejos”. Las autoridades israelíes todavía no se han pronunciado por Eilat.
Milicianos proiraníes de Irak aseguran haber atacado un “objetivo vital” en Eilat, la ciudad israelí más meridional
Ante la inestabilidad en la zona, Egipto intenta estos días convencer a las navieras de que continúen operando por el canal de Suez. Los responsables del canal señalan que la delicada situación en la vía comercial es “temporal”. El gigante Maersk y otras grandes navieras internacionales, al revés, desvían ya sus buques y los redirigen a rodear África.
Se teme que la continuación de la escalada bélica pueda trastocar los precios tanto de la energía como de los utensilios más simples. Los primeros son importados en grandes cantidades desde Oriente Medio, y los segundos, sobre todo, de China, y hasta ahora cruzaban el estrecho de Bab el Mandeb para seguir hacia el canal de Suez. Hoy en muchos casos se ven obligados a dar la vuelta a todo el continente africano con unos costes del transporte que ya se triplican y unos precios del petróleo que ayer, como aviso, subían alrededor de un 2% en el momento en el que Estados Unidos y el Reino Unido realizaron los ataques.
El Cairo intenta convencer estos días a las navieras de que sigan operando por Suez
Además, Irán confirmaba hace un par de días que ha capturado un petrolero “estadounidense” en el otro estrecho clave para el transporte de crudo y gas desde los países árabes, el de Ormuz. Y a ello se une el miedo y los casos previos de piratería en la zona así como también las recientes disputas territoriales entre Etiopía y Somalia por el acuerdo de los etíopes con la región separatista de Somalilandia para obtener acceso al mar Rojo.
Los ataques contra los hutíes respaldados por Irán marcan una escalada significativa de la guerra en la región, que suma la guerra en Gaza y sus cerca ya de 24.000 muertos, nuevas y continuas hostilidades en la frontera de Líbano entre Israel y Hizbulah, y varias operaciones militares puntuales en Siria o Irak. Coincide, asimismo, con el final de la gira del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Oriente Medio con el fin de buscar apoyos para evitar la expansión de la guerra de la franja de Gaza a la región.
Aunque cada día que pasa se expande un poco más.