Un periodista enfoca su cámara hacía el cauce del Androscoggin, donde operaban los submarinistas
El desasosiego se palpaba en Maine. La vida de los ciudadanos siguió en suspenso por la falta de resultados en la cacería policial del pistolero fugitivo.
Escuelas y negocios cerrados. Calles vacías por segudo día en ciudades como Lewiston, Auburn o Lisbon. “Trabajamos día y noche. Nada ha cambiado y pedimos paciencia”, suplicó David St. Pierre, jefe de la policía de Lewiston.
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Los submarinistas se desplegaron en el río Androscoggin, otro de los escenarios en que se busca a Card
La última vez que alguien vio a Robert Card, reservista de 40 años, iba con un fusil de asalto en ristre, un AR-15. Eso sucedió la noche del miércoles precisamente en Lewiston.
Dejó 18 muertos, ciudadanos felices que disfrutaban de una copa en un bar o un de una partida de bolos con los amigos.
Nadie duda de que este hombre, con formación militar y amante de las actividades al aire libre, conoce bien el laberinto del bosque en esa zona que, además, está poco poblada.
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Pero resulta chocante que se haya evaporado. ¿No come? ¿No duerme? Por lo que parece, nadie ha denunciado que entrara en su granja o en su casa para coger algo o refugiarse, o que su vehículo haya sido robado.
Ni se le había visto ni tan solo existe constancia de ningún rastro que delate su estancia o us paso por algún paraje.
Desde esa jornada trágica, y pese a un despliegue sin precedentes de policías (locales, estatales y de FBI), nadie ha vuelto a saber nada de él. No se la primera vez que la naturaleza esconde a un huido, pero en un momento u otro surge su sombrea.
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Así que se entiende que muchos se plantearan si se lo ha tragado el río después de la rueda de prensa ofrecida la mañana del viernes por los responsables de la investigación.
Michael Sauschuck, comisionado de seguridad pública del estado de Maine, con el apoyo de fotografías, anunció que la investigación se extendía al río Androscoggin. En concreto, a la zona del embarcadero en el que encontraron el Subaru del sospechoso. En ese vehículo había un arma de fuego, si bien todavía no se ha confirmado si es el rifle que utilizó en los dos escenarios de su masacre, algunos medios apuntaron que el modelo se correspondía con la empleada en el tiroteo.
“Vamos a poner submarinistas en el agua”, recalcó el comisionado. El despliegue cuenta además con tecnología aérea para detectar si hay algo en el fondo del cauce y personal a pie para revisar las laderas.
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Incluso la compañía eléctrica que opera las dos presas en ese río colabora en esta pesquisa. Han rebajado el agua que circula por el cause para facilitar la labor de los submarinistas.
La descripción de esta operación provocó una cuestión lógica. Un periodista preguntó si los investigadores tenían alguna indicación de que Card pudiera haberse quitado la vida.
“Es más evidente que no hemos podido localizarlo hasta este momento, no lo tenemos detenido”, respondío Sauschuck.
“Todas las opciones está sobre la mesa. No queremos esperar porque el río está ahí”, insistió. “El coche estaba en ese punto, que es una prueba localizada en el Androscoggin, así que queremos tener garantías de que lo chequeamos todo”, dijo.
El comisionado, además, reconoció que había hallado una nota de Card en uno de los registros en los inmuebles vinculados a él. Pero no quiso desvelar el contenido.
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Según avanzó la CNN al cabo de un rato, el fugitivo indicó en esa nota que no esperaran hallarlo con vida. Una vez que se conoció esto, se entendió mejor el operativo dispuesto en el río, una operación descrita por los expertos de complicada. La nota daba instrucción a otros sobre cosas que podían encontrar y disponer, sugiriendo que, cuando la leyeran, Card ya no estaría con vida.
Los investigadores tratan de procesar más de 500 pistas recibidas. Esto hizo que el jueves gritaran por megáfono: “Robert, sal con las manos en alto” frente a su casa. Y ayer hubo más registros en otros lugares.
Sauschuck comunicó anoche el fin de la orden de cierre. “No quiere decir que la crisis haya terminado”, avisó.