El estado de una nación se palpa en las emisiones de sus televisiones, en especial las de cable, servicio de noticias 24 horas.
Tras el impacto por la múltiple imputación penal contra Donald Trump, que este jueves comparece ante una juez de Washington, por tratar de continuar en la Casa Blanca con un autogolpe, en el que los abogados relevaron a los soldados en el intento de anular la voluntad expresada en noviembre del 2020, los principales platós se llenaron el martes de juristas o historiadores que analizaron la gravedad del momento.
Muchos republicanos defienden a Trump, pero Pence replica que quiso estar “por encima de la Constitución”
Algunos párrafos del escrito de imputación del fiscal Jack Smith, donde se añaden seis co-conspiradores (Rudy Giuliani, John Eastman, Sidney Powell, Jeffrey Clark, Kenneth Chesebro y un consultor político), cobraron especial relevancia.
“A pesar de haber perdido, el acusado tuvo la determinación de permanecer en el poder”, subraya ese documento. “Hizo correr las mentiras de que había ganado y de que había fraude. Estas afirmaciones eran falsas y el acusado lo sabía. Pero continuó propagándolas para hacer que las falsedades parecieran legítimas”, insiste. “El objetivo era anular el resultado legítimo de las elecciones”, recalca.
También hubo eco de la frase que Smith pronunció en una breve comparecencia, donde subrayó que “estas mentiras alimentaron el ataque a la democracia el 6 de enero del 2021”.
Trump hizo correr las mentiras de que había ganado y de que había fraude"
¿Todos los platós? La cadena Fox es otra nación. El desafío de Trump lo despacharon rápido, negándolo todo (“guerra bacteriológica”, intento de aniquilar los derechos constitucionales, libertad de expresión) y se centraron “en el crimen del siglo”. Que no es otro que las posibles corruptelas de Hunter Biden, de las que habría sacado provecho su padre. Devon Archer, convicto exsocio del hijo, repitió esta semana en una comisión de la Cámara Baja que Hunter puso en las llamadas telefónicas al entonces vicepresidente, pero jamás hablaron de negocios.
Este es el antídoto que hace que buena parte de los estadounidenses miren hacia otro lado, aplaudan, incluso, que un imitador de Putin socave los cimientos de la nación y trate de eliminar el designio de la mayoría, de 81 millones de votantes.
Es un proceso que se retroalimenta. Sin rubor alguno, Trump consideró que su imputación es comparable a “la Alemania nazi, a la antigua Unión Soviética o a los países dictatoriales” y la calificó de interferencia electoral, de estrategia para tapar “los delitos del presidente Biden” y meterle a él en la cárcel “de por vida”. Avisó que ni por esas abandonará la carrera para ser el nominado conservador. Todo esto hace que EE.UU. haya entrado en un territorio inexplorado.
Líderes republicanos y rivales de cara a las presidenciales salieron en defensa de Trump. Es un manual repetido, aunque esta vez se produjo una grieta. “Hice lo que debía”, respondió ayer el exvicepresidente Mike Pence, otro que aspira al 2024, con su negativa a impedir la confirmación la victoria de Joe Biden, el 6 de enero del 2021, en la sesión conjunta de las dos cámaras que dirigió como presidente del Senado, y lo convirtió en diana de la ira de su jefe y de los asaltantes del Capitolio.
“Trump me pidió ponerle a él por encima de la Constitución y elegí la Constitución. Mi país es más importante que cualquiera. Nadie que se ponga por encima de la Constitución debe ser presidente”, añadió. “Sus abogados le decían lo que quería escuchar”, matizó sobre Trump.
El asunto se complica más cuando el acusado ya está imputado con un total de 74 cargos –sí, 74– por el supuesto soborno para cerrar la boca una actriz porno (un silencio de 130.000 dólares) o por robar secretos altamente clasificados (despliegue nuclear, mapa para invadir Irán,...), que fueron hallados en diversas estancias de su mansión de Mar-a-Lago (Florida).
Una situación inédita
Pero esto es peor. Estados Unidos nunca se había encontrado en una situación así, con un presidente perdedor montando un complot para anular la voluntad popular, algo no vivido en los 236 años de la existencia del país, rompiendo el tradicional traspaso pacífico del poder y poniendo a prueba sus cimientos democráticos.
“Lo que aceptamos como normal es nada menos que un milagro”, afirmó Ronald Reagan sobre ese traspaso.
El expresidente es un descreído, según el escrito del fiscal. Ahí se describe como el todavía presidente y sus conspiradores organizaron una trama de falsedades (votos de muertos, de indocumentados, manipulación de máquinas de conteo), para anular los resultados, cosa que ningún juez avaló. Su fracaso propició el alentar la marcha sobre el Capitolio, encolerizando a sus fieles.
“Tal vez esta imputación es la más importante que se ha planteado para proteger la democracia y el imperio de la ley en un tribunal de EE.UU. contra cualquier persona”, escribió Richard Hasen en The Slate .
Pero David R emnick lanzó una pregunta en The New Yorker : “¿Será el electorado estadounidense capaz de pasar por alto una conspiración para socavar el gobierno democrático y devolver al poder al principal conspirador?”.
Esta es la cuestión.