Es la primera vez que el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad se reúne con un responsable del Pentágono, en su sede, para hablar de defensa europea. Josep Borrell lo dijo con orgullo tras haber mantenido ese primer encuentro con la subsecretaria estadounidense de Defensa, Kathleen Hicks, cuyo jefe, Lloyd Austin, estaba de viaje. En la cita, el jefe de la diplomacia comunitaria abrió la vía –explicó– hacia un acuerdo sobre un sistema europeo de defensa complementario a la OTAN.
Antes de desarrollar la idea de modo genérico, Borrell subrayó su convicción de que “no hay alternativa a la OTAN para la defensa territorial de Europa”. Lo dijo para salir al paso de “la creencia de algunos de que un desarrollo de capacidades propias de la UE” en la materia iría “en detrimento” del Tratado Atlántico. Un temor que su visita a Washington “ha contribuido a disipar”, dijo.
Borrell habló de “estructuras militares compartidas”, sistemas “permanentes” de cooperación y “entrenamientos conjuntos” UE-OTAN. Todo ello con vistas al desarrollo de operaciones comunes pero también de otras en las que, en territorios cercanos a Europa, la OTAN no quiera o no deba intervenir. El también vicepresidente de la Comisión fue ambiguo porque “el Tratado de la UE no pone límites” y deja todo eso a la voluntad de los estados miembros a través del Consejo Europeo.
El club comunitario ya tiene 5.000 personas desplegadas en 18 misiones de seguridad, destacó. Y aunque de momento se trate de intervenciones que no implican combate, la idea de una defensa europea más desarrollada pasa por entrar al campo de batalla si es necesario. “No hablamos de jugar a los soldaditos de plomo”, señaló Borrell a preguntas de La Vanguardia sobre el alcance de esa aportación “diferente” a conjugar con la OTAN. Para él, lo esencial de su viaje a Washington es que “por vez primera” el Gobierno de Estados Unidos, en este caso Joe Biden, “reconoce y valora una capacidad europea de defensa” que pueda “complementar” la del Tratado Atlántico.
Borrell también se encontró con el secretario de Estado, Antony Blinken, entre otras cosas para limar asperezas tras la crisis de los submarinos con Francia a raíz de la alianza por la que Biden, junto al premier británico, Boris Johnson, acordó dotar a Australia con sumergibles de propulsión nuclear para patrullar el mar de China Meridional. El acuerdo convirtió en papel mojado el jugoso contrato que París tenía para vender 12 submarinos a Canberra. El alto representante aseguró que Blinken y él dieron “por superados los desencuentros de los últimos días” al respecto. E indicó que antes de fin de año las dos potencias entablarán un diálogo sobre China y el Indo-Pacífico, así como en torno a esa posible colaboración en seguridad y defensa.
Borrell dejó caer que “la confrontación entre EE.UU. y China marcará este siglo”. No explicó por qué habría que asumir que esa confrontación resulta inevitable.