La multitud que de buena mañana se había congregado este miércoles en el centro de Richmond (Virginia) para ver la escena estalló en gritos y cánticos de júbilo cuando por fin los operarios descabezaron, descabalgaron y bajaron del pedestal al general confederado Robert E. Lee.
La estatua, una de las más grandes entre las dedicadas a la Confederación en Estados Unidos y también una de las más repudiadas por la gente de color y la población no conservadora del país, era motivo de protestas y pleitos desde tiempos inmemoriales.
Otro momento de la operación de retirada,
“Esto se esperaba desde hace mucho tiempo, y forma parte del proceso de curación necesario para que Virginia pueda avanzar y se convierta en un Estado acogedor caracterizado por la inclusión y diversidad”, declaró con solemnidad Ralph Northam, el gobernador demócrata de la que durante la guerra civil estadounidense (1861-1865) fue la capital de la Confederación.
El monumento simbolizaba, en opinión de Northam, "más de cuatrocientos de historia de la que no debemos estar orgullosos”, añadió.
La multitud estalló en vítores de alegría cuando la estatua fue retirada del pedestal
El también conocido como "Memorial confederado" se levantó en 1890 en el bulevar principal de Richmond y fue el primero de seis monumentos que inmediatamente se convirtieron en máximos iconos del poder blanco en Estados Unidos. Se trata de una escultura ecuestre de bronce de 6 metros sobre un pedestal de casi el doble de altura.
Algunos de los manifestantes que acudieron a celebrar el derribo exhibieron carteles con el rótulo de "Black Lives Matter". “¿De quién son las calles?", preguntaban, para responder: "¡Nuestras calles!"
La estatua retirada esta mañana es la más grande entre las dedicadas a los confederados en Estados Unidos.