Todos los reflectores de Europa apuntan hacia Mateusz Morawiecki desde que, junto con su aliado húngaro Viktor Orbán, vetó el presupuesto de la UE y bloqueó así el desembolso de fondos para hacer frente a los daños de la Covid. Morawiecki ha contestado por escrito a las preguntas de La Stampa .
PLURALIDAD
“La UE no logra aceptar las diferencias legales y constitucionales de los distintos países”
Entre usted y Orbán hay un vínculo muy fuerte. ¿No teme que su posición pueda debilitar a la Unión Europea?
El mecanismo legal propuesto en la ahora deja un amplio espacio a las presiones sobre temas de política interna de los países miembros. Subrayo: política interna. Hoy, este mecanismo arbitrario, políticamente motivado, va dirigido contra Polonia o Hungría. Pero ¿qué garantía tenemos de que mañana no se dirija contra Italia o contra otro país que se oponga a la voluntad política de las instituciones de Bruselas? Los tratados respetan y tutelan la soberanía, mientras que el nuevo mecanismo supone su violación y una limitación importante. Es por eso por lo que todo esto conduce a un veto, aunque no al debilitamiento de la UE. Al contrario, esta es una válvula de seguridad indispensable para la existencia de la Unión.
El acuerdo de julio sobre el Fondo de Recuperación se alcanzó con dificultad. ¿Por qué ahora la división?
Es verdad, en julio llegamos a un acuerdo sobre el marco financiero y el Plan de Recuperación. Fue un éxito del sentido de responsabilidad y la confianza recíproca. Pero en otoño este éxito se puso en tela de juicio. El modo en que la condicionalidad presupuestaria con respecto al Estado de derecho ha de incluirse en el reglamento no solo suscita serias preocupaciones jurídicas, sino que socava los principios de confianza y cooperación leal entre los Estados miembros y las instituciones de la Unión. Además, la UE vive hoy una situación paradójica.
¿Cuál?
Pese al énfasis constante en la importancia de las diversidades, la UE no logra aceptar las diferencias de los sistemas legales y constitucionales radicados en las tradiciones de los distintos países. La comunidad está constituida por distintos modelos de democracia, porque las naciones europeas son distintas entre sí. Y para Europa, esta diversidad es un recurso, no una maldición.
¿Qué le pide a los socios de la UE?
Igualdad de trato y respeto de los tratados. La Unión no puede poner en entredicho las reglas o modificarlas a petición de algunos Estados. La ley sobre la tutela de los intereses presupuestarios de la UE es secundaria respecto del Tratado sobre la Unión Europea, por lo tanto, no puede sortear, sustituir o modificar las normas establecidas en el Tratado.
¿Por qué Polonia y Hungría temen el imperio de la ley como condición para el desembolso de los fondos?
En realidad, la cuestión es más amplia. El mecanismo elaborado abre la puerta a interpretaciones peligrosas, otorga gran poder y discrecionalidades a entes sin legitimidad democrática o al menos a sujetos con “déficit democrático” significativo respecto de los parlamentos nacionales. Esta es una amenaza para cada uno de los Estados miembros, y en el futuro, para toda la UE. Quien se crea inmune no se da cuenta del grado de libertad que permite este mecanismo.
¿Considera usted entonces que el poder de la Comisión es demasiado amplio?
Lo que sostengo es que no resulta difícil imaginar una situación en la que a una fuerza política en el ámbito de la Unión Europea pueda no agradarle una reforma económica o del sistema realizada en un país miembro. Le bastaría con calificar dicha reforma, en los medios o ante el Parlamento de la UE, de violación del Estado de derecho para abrir el camino a la exclusión del reparto de fondos europeos.
Para evitar todo eso basta con que se respeten los principios básicos sobre los que se funda la UE. En resumen, el Estado de derecho, ¿no le parece? Su país, entre otras cosas, ya tiene un procedimiento abierto en virtud del artículo 7.
Ha hecho bien en citar el Artículo 7, porque es precisamente el que sirve para constatar el respeto de los valores por parte de un Estado miembro de la Unión. Sin embargo, la solución propuesta en el reglamento lo elude.
¿No teme que la intransigencia de Polonia y Hungría pueda llevar al desmoronamiento de la Unión Europea?
Estoy muy lejos de imaginar el fin de la UE. Sin embargo, creo que nuestra comunidad se encuentra hoy ante un gran desafío, una prueba de solidaridad y responsabilidad europea. Espero que consigamos encontrar una solución para esta crisis, porque nos guía un mismo objetivo: ayudar a nuestros ciudadanos. De la Unión Europea, es decir, de los países miembros reunidos bajo la misma bandera, depende que los europeos recuperen la confianza en el futuro.