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El general Soleimani, el nuevo mártir de la revolución iraní

Escalada de la tensión en Oriente Medio

El militar era el iraní más poderoso en la región, donde tejió una tupida red de colaboradores

Soleimani tenía una especial habilidad para tejer estrechas relaciones personales

WANA NEWS AGENCY / Reuters

Desde ayer Qassem Soleimani (Rabor, 1957) es el mártir más importante de la revolución islámica iraní. Una revolución que ha marcado su vida, especialmente desde el comienzo de la guerra con Irak en 1980 y que con el correr del tiempo ha terminado por convertirlo en una de las figuras más importantes y respetadas de Irán. Pero también en uno de los principales enemigos de Estados Unidos en Oriente Medio. Amado por miles de personas –en Irán y otros países de la región– pero también odiado por muchos otros, su popularidad había alcanzado tal nivel que su nombre sonaba como futuro presidente o incluso como líder supremo, sin que estas especulaciones tuvieran fundamento alguno.

Nacido en una familia humilde y religiosa del sureste del país, Soleimani era un hombre silencioso, terreno en el que se le veía más cómodo. Tanto es así que durante años mantuvo un bajo perfil en el interior de Irán, donde apenas unos cuantos lo conocían. Pero en los últimos años el papel de este teniente general adquirió un protagonismo inusual para una figura cuya misión era la de velar por los intereses de Irán en el exterior del país y la coordinación de los aliados regionales.

La visibilidad del militar en Irak era vista como la prueba del aumento de la influencia de Irán en el país

Las imágenes que llegaban desde los frentes de batalla en Irak, o las filtraciones de sus reuniones con el presidente sirio Bashar al Assad o con el presidente Vladímir Putin para invitar a Rusia a involucrarse en la guerra de Siria, se hicieron cada vez más frecuentes.

De repente pasó a ser una figura relevante en las redes sociales, lo que demostraba que era voluntad del régimen elevar su popularidad, especialmente cuando la lucha contra el Estado Islámico estuvo en
su cenit. Si bien durante los primeros años de la guerra siria, Irán mantuvo casi en secreto el envío
de soldados, la participación de Teherán en el exterior quedó patente con el avance del Estado Islámico y especialmente en Irak, donde el general Soleimani, jugó un papel estratégico en la coordinación de las milicias.

Ya entonces Soleimani era conocido por los estadounidenses. Cuando los americanos invadieron Irak en el 2003, Soleimani era el comandante de las fuerzas que en coordinación con las milicias chiíes –muchas de las cuales tuvieron su origen en Irán durante los tiempos de la dictadura de Sadam Husein– hicieron un gran daño a las fuerzas de la ocupación. Se le responsabiliza de la muerte de decenas de soldados estadounidenses en los años posteriores a la invasión. Pero también en muchos otros países de Oriente Medio. Su aversión a la presencia estadounidense en la región viene de los tiempos de la revolución islámica en 1979.

Poco después del ataque de Sadam Husein a Irán, Soleimani se alistó a la entonces recién creada Guardianes de la Revolución, una fuerza de origen paramilitar fundada por el entonces ayatolá Jomeini para defender los valores e intereses de la revolución. Con el tiempo pasó a convertirse en el líder de la división Al Quds, una fuerza creada para velar por los intereses de Irán en el exterior. Creó una red de milicias aliadas a Irán. Primero en Líbano, Hizbulah. Después en Palestina, Irak y Yemen. Hoy el poder de Irán en la región viene de ese ejército de leales al líder supremo Ali Jamenei, y a la idea de la “resistencia” contra Israel. Y en particular de Soleimani –que dominaba el árabe-, de quien se decía que era un maestro en las relaciones personales.

Soleimani es también un ejemplo de las complejidades políticas y sociales de Irán, donde si bien hay un sector importante de la población que no comparte la política del sistema, sí apoya el rechazo a la intervención extranjera, especialmente estadounidense, en el país y en toda la región. Un reflejo de esta contradicción es que se haya señalado a Soleimani por haber tenido una gran responsabilidad en la represión de las protestas del 2009 en lo que se llamó el movimiento verde.

Parte de la población iraquí lo veía también como la cabeza visible de la cada vez mayor influencia iraní en Irak. En la plaza de Tahrir en Bagdad, donde tenían lugar manifestaciones pidiendo un cambio en la estructura gubernamental y política desde el primero de octubre, se le acusaba de estar detrás de la represión contra las protestas y de impedir el cambio político.

Pero en Irán el sentimiento es diferente. Decenas de mensajes de condolencia inundaron ayer las redes sociales. Con mensajes de jóvenes que en otro escenario no compartirían ningún tipo de proximidad al régimen. Otros jóvenes le felicitan por haberse convertido en mártir. Recuerdan que ya hace varios años el líder supremo lo llamó el “mártir viviente”. “Buscaste tanto el martirio en las montañas y en los desiertos que finalmente el martirio te abrazó”, aseguraba su viuda ayer en un mensaje difundido por las redes sociales.