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Macron mantiene su reforma de las pensiones pese a la huelga

Mensaje de Fin de año

El presidente defiende la iniciativa porque es “un proyecto de justicia y de progreso social”

Los paros en los transportes se prolongan desde hace casi un mes y amenazan con extenderse a las refinerías

Emmanuel Macron durante su mensaje de Fin de año

MARTIN BUREAU / AFP

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha defendido esta noche su controvertida reforma de las pensiones, que ha calificado de “proyecto de justicia y de progreso social”. La tradicional alocución de Nochevieja del jefe de Estado era muy esperada, ante la posibilidad de que ofreciera alguna señal de compromiso que ponga fin a una huelga que se prolonga desde hace ya casi un mes. Macron ha dicho que “el apaciguamiento debe prevalecer sobre el enfrentamiento”, pero no ha concretado ninguna propuesta para superar el conflicto. El pulso continuará.

El inquilino del Elíseo ha recordado que Francia, durante el 2019, ha pasado por “momentos de prueba” como el incendio de la catedral de Notre Dame, la muerte de soldados en Mali o el atentado terrorista contra la prefectura de policía de París.

En el largo segmento dedicado a la reforma de las pensiones, Macron ha insistido en que Francia no puede renunciar a transformarse y que la iniciativa en curso sobre un nuevo sistema de jubilaciones proporciona “más equidad” y beneficia a colectivos olvidados o maltratados por el régimen actual, entre ellos las mujeres. El presidente ha advertido que en el debate hay “muchas mentiras y manipulaciones”, y ha animado a no ceder ante el inmovilismo.

El mensaje televisado no cambia, pues, la situación. Pese a los buenos deseos del presidente y su tono constructivo, Francia entra en el 2020 instalada en un conflicto social de envergadura y sin una salida clara a la vista. La huelga, que cumplirá un mes el próximo día 5, se ha convertido en la gran prueba sobre la capacidad de Macron de llevar adelante su plan transformador con el que ganó las elecciones en mayo del 2017.

Casi un mes de paros

Francia entra en el 2020 instalada en un conflicto social de envergadura y sin una salida clara a la vista

El jefe del Estado sigue intentando mantenerse abierto al diálogo y al compromiso, a la vez que expresa firmeza sobre los objetivos fundamentales de la reforma. Una meta irrenunciable, tal como ha recalcado en el discurso, es instaurar un sistema universal que sustituya los 42 regímenes especiales actuales.

Los sindicatos han modulado la presión durante las fiestas navideñas, para limitar las molestias a los pasajeros que debían desplazarse y no poner en peligro el apoyo popular a la protesta, pero no están dispuestos a ceder. El próximo martes debe celebrarse una nueva ronda negociadora con el Gobierno, bajo la amenaza de otra gran jornada de movilizaciones en la calle, el día 9.

El tráfico de ferrocarril ha continuado alterado el día de Nochevieja. Sólo circuló la mitad de los trenes de alta velocidad (TGV) y de los expresos (TER), un 20% de los Intercités y un 25% de la red Transilien (cercanías). En París, la región más castigada por la huelga, el servicio de metro funcionó parcialmente. Para el fin de semana, coincidiendo con el retorno de las vacaciones, la situación de los trenes se aliviará ligeramente. Aunque la tasa global de huelguistas en la compañía nacional de ferrocarriles (SNCF) puede parecer baja (7,7% de la plantilla, el día 31, según la empresa), el paro en algunas funciones concretas, como los maquinistas, alcanzó a un tercio de sus efectivos. Eso hace que las consecuencias de la protesta sean tangibles para los usuarios.

La estrategia de presión modulable también la aplican con astucia los sindicatos representados en la RATP –transporte público parisino–, con reducciones del servicio que llegaron al 40% este martes.

Otro sector que amenaza con sumarse a la ola reivindicativa es el de las refinerías y del suministro de combustible. La rama química del sindicato Confederación General del Trabajo (CGT) ha llamado al bloqueo de todas las instalaciones petrolíferas –refinerías, terminales de petroleros y depósitos de combustible– durante 96 horas, del 7 al 10 de enero.

Esta huelga se prolonga ya más que la que afrontó, en 1995, el gobierno conservador de Alain Juppé –bajo la presidencia de Jacques Chirac–, también por culpa de un proyecto de reforma del sistema de jubilación. Juppé hubo de renunciar a la iniciativa. Ello no evitó que, en las siguientes elecciones legislativas, los conservadores perdieran y los socialistas subieran al poder, en cohabitación con Chirac.

Para Macron, el barómetro político sobre el estado de ánimo de Francia serán las elecciones municipales de marzo. El movimiento político fundado por el presidente, La República en Marcha (LREM), necesita, para asentarse, obtener algunas alcaldías importantes. El reto mayor es conseguir la de París, hoy en manos de la socialista de origen español Anne Hidalgo.

La huelga ha dado un balón de oxígeno a los sindicatos, que han sufrido una sangría de afiliados durante los últimos decenios. El año pasado quedaron eclipsados –y descolocados– por la revuelta de los chalecos amarillos. No supieron calibrar la dimensión que tendría este movimiento ciudadano nacido de las bases de la sociedad, de forma bastante espontánea y un tanto anárquica. Ahora los sindicatos exhiben músculo y vuelven a sentirse útiles.

Uno de los líderes sindicales más combativos es Philippe Martinez, secretario general de la CGT. En la última edición del Journal du Dimanche, Martinez acusó al Gobierno de provocar el caos de manera deliberada y de jugar a la “putrefacción” del conflicto. El líder de la CGT tuvo palabras muy duras para Macron, de quien dijo que se ve a sí mismo como un dirigente moderno, adaptado a los tiempos, pero en realidad “imita a Margaret Thatcher”, primera ministra británica, en los años ochenta del siglo pasado, que se enfrentó con éxito a los sindicatos y redujo mucho su influencia.

El Journal du Di manche fue también la tribuna para el Gobierno. El secretario de Estado para los Transportes, Jean-Baptiste Djebbari, reprochó a la CGT estar practicando “un sindicalismo de bloqueo”, cuando no de “intimidación”, por las presiones que están ejerciendo a algunos trabajadores, sobre todo de los ferrocarriles, para que secunden la huelga.

Sindicatos como la CGT o Fuerza Obrera exigen que el Gobierno retire totalmente el proyecto. Eso supondría una humillación para Macron. Otras fuerzas como la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) –el sindicato con mayor número de afiliados, de línea más pragmática y moderada– aceptan algunos principios básicos de la reforma, como la eliminación de los regímenes especiales, como rechazan que la edad efectiva de jubilación se eleve de los 62 a los 64 años.

El ambiente de agitación social y de continuas movilizaciones es un factor adicional de estrés para unas fuerzas de orden público desbordadas por las misiones durante los últimos años. Para esta Nochevieja fueron desplegados casi 100.000 policías y gendarmes en todo el territorio. A la persistente amenaza terrorista se suma el peligro por los actos de vandalismo habituales que suelen producirse este día. En la noche de San Silvestre y en la del 14 de Julio –día de la Bastilla y fiesta nacional– se ha instaurado desde hace años la nefasta costumbre, aceptada con resignación hasta por la policía y los bomberos, de quemar indiscriminadamente vehículos. Lo hacen bandas de jóvenes en zonas ya socialmente problemáticas.