Nuevos enfrentamientos en Hong Kong pese a la retirada de la ley de extradición
Crisis en la excolonia británica
Una gran parte de la sociedad permanece en un estado perpetuo de movilización callejera
Un fin de semana más, y ya van catorce seguidos, siguen las manifestaciones en Hong Kong. De poco sirvió que el pasado miércoles la jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, anunciara la retirada definitiva del polémico proyecto de ley de extradición que prendió la llama de las protestas a principios de verano. Una gran parte de la sociedad permanece en un estado perpetuo de movilización callejera, y no hay agravio o reivindicación a la que no acudan cientos de ellos dispuestos a hacerle pasar un mal rato a la Policía.
Este viernes, los incidentes se han registrado en torno a la estación de metro de Prince Edward, donde el fin de semana pasado los agentes detuvieron a 63 personas en una actuación muy criticada por la ciudadanía por el nivel de violencia empleado. Desde hace unos días, los antigubernamentales exigen a la empresa gestora del metro que les haga entrega de las grabaciones de las cámaras de seguridad para analizar lo sucedido entonces. Una petición que ha ido ganando peso conforme se extendía por las redes el rumor de que alguna persona pudo morir aquel día debido a los golpes de los agentes, algo que tanto las autoridades como la empresa ya han desmentido.
Los incidentes se han repetido en torno a la estación de metro de Prince Edward, donde el fin de semana pasado los agentes detuvieron a 63 personas en una actuación muy criticada por el alto nivel de violencia
Sin embargo, sus negativas no convencen a muchos descontentos. Conforme pasaban las horas, más y más gente se iba acercando a la estación para incidir en su exigencia, hasta que finalmente sus gestores han decidido clausurarla a media tarde. A partir de ahí, lo de muchos otros días. Insultos contra la policía - “asesinos”, “gángng kongsters” y otras lindezas-, paraguas, barricadas, mobiliario urbano destrozado, punteros láser a los ojos de los agentes y decenas de reporteros tratando de inmortalizar algún ladrillo por los aires. Tras pedir en repetidas ocasiones que desalojaran la zona, las fuerzas del orden han despejado las calles con gases lacrimógenos, una constante de estas noches de verano, y alguna pequeña carrera sin que la cosa llegara a mayores.
Como muchos ya esperaban, la situación que atraviesa Hong Kong ha sido uno de los temas de conversación entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro chino, Li Keqiang, durante la visita iniciada hoy por la germana a Pekín. Sin grandes estridencias, Merkel incidió en que los derechos y libertades de los hongkoneses deben ser respetados y en que la violencia debe ser evitada. “Solo el diálogo ayuda (...) Espero que se materialice y que los manifestantes tengan la oportunidad de participar en el marco de los derechos ciudadanos”, aseguró a la prensa.
Por su parte, Li ha vuelto a reiterar el apoyo de Pekín a las autoridades locales de la ex colonia “para terminar con la violencia y el caos en consonancia con la ley” y su disposición a garantizar el principio de “un país dos sistemas” por el que se rige este territorio desde su vuelta bajo soberanía china en 1997. Además, el premier chino ha querido mandar un recado a las potencias occidentales al advertirles de que “el mundo necesita creer que el pueblo chino tiene la habilidad y sabiduría para manejar bien sus propios asuntos”, un claro rechazo a las injerencias extranjeras en lo que Pekín considera un problema pura y exclusivamente interno.
A falta de ver cómo evoluciona un fin de semana para el que ya hay planeadas nuevas protestas –incluyendo una en el aeropuerto y otra en la embajada estadounidense–, Hong Kong se llevó hoy una bofetada en el plano económico que amenaza con pasarle factura de seguir por este camino. Se trata de la rebaja a su calificación crediticia (de “AA+” a “AA”) dictada por Fitch, una de las tres mayores agencias de calificación de riesgos del mundo, que justificó su decisión por las reiteradas protestas multitudinarias registradas en la urbe desde junio.
Además, la organización también ha indicado que cambia sus perspectivas sobre la ciudad semiautónoma de positivas a negativas, ya que “es probable que continúe el descontento social”. Todo un tirón de orejas para una ciudad que ha hecho de las finanzas internacionales y la libertad de mercado extrema su bien más cotizado y su carta de presentación al mundo.