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Mormones ante el Vaticano

Historias del mundo

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días abre en Roma su mayor complejo de Europa

Gran complejo Fachada del templo de hormigón, medio racionalista, medio futurista, levantado por los mormones en Roma

Anna Buj / Anna Buj

Existen más de 900 iglesias en Roma, pero hasta ahora no había ningún templo mormón. La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días ha inaugurado recientemente su nuevo complejo en las afueras de la capital italiana, el mayor de toda Europa: un terreno de seis hectáreas en el que se levantan un gran templo donde ofician sus ceremonias más especiales, una iglesia para las celebraciones ordinarias, un centro de visitantes donde aleccionan sobre su historia y sus creencias y hasta un hotel para que los miembros de esta religión puedan hospedarse mientras están en Roma.

Todo sucede a pocos kilómetros del Vaticano, pese a que las relaciones de esta Iglesia con la Santa Sede nunca han sido fáciles. En marzo, el papa Francisco se convirtió en el primer pontífice en recibir al presidente de los mormones, Russell M. Nelson, una reunión “amigable”, en la que hablaron de las cosas que tienen en común, como “la familia, la libertad religiosa o el amor por Cristo”, dice Alessandro Dini Ciacci, la máxima autoridad de los mormones en Italia.

La monumental estructura está situada junto a un centro comercial y un club de striptease

Además de enseñar una doctrina diferente sobre Jesucristo, tienen ritos que la Iglesia católica desaprueba, como el bautismo por inmersión, el bautismo para los fallecidos o un concepto del matrimonio que no dura sólo hasta que la muerte les separe, sino para toda la eternidad. Colocar aquí esta monumental infraestructura parece un desafío directo a la curia romana, pero Dini Ciacci lo niega rotundamente. “Cuando la Iglesia decide construir un templo normalmente lo construye en la capital porque es la que está mejor comunicada con el resto del país. Roma además es el centro de la cristiandad. Pedro y Pablo vinieron aquí a llevar su mensaje”, explica en una entrevista en una de las salas del centro de visitantes.

Hasta ahora, los 25.000 mormones que viven en Italia tenían que conducir varias horas hasta el templo de Berna, en Suiza. El de Roma ya es ahora el duodécimo en Europa, un continente con medio millón de personas que profesan una fe que les prohíbe beber alcohol, consumir drogas o fumar, pero también condena la homosexualidad o las relaciones prema­trimoniales. Como un gesto de aparente ­modernización, los mormones acaban de aceptar que se pueda bautizar a los hijos de las parejas gais. En el mundo hay 162 templos mormones, y otros 50 se encuentran en fase de construcción.

Todas estas normas también se aplicarán en el templo de Roma, una construcción de hormigón que desentona con la arquitectura de la ciudad. A medio camino entre el racionalismo soviético y el futurismo, el edificio tiene 3.800 metros cuadrados repartidos en tres plantas, y ha tardado ocho años en ser completado. Financiado con las donaciones de sus seguidores, no quieren revelar cuánto les ha costado. “La fe de cada miembro”, sonríe Dini Ciacci. Lo corona la figura de un ángel sin alas dorado, que representa el antiguo profeta Moroni, del Libro del Mormón. A sus pies, decenas de personas vienen y van en unos jardines impolutos. La mayoría de ellos son turistas mormones estadounidenses, donde nació en el siglo XIX esta religión que ya cuenta con 16 millones de miembros.

Antes del 9 de marzo, cuando fue consagrado, la entrada al templo era libre para todo el mundo y ase­guran que hasta 52.000 personas acudieron a visitarlo. Pero desde entonces, los que no son mormones tienen ­totalmente prohibido alcanzar sus salas interiores, donde se celebran los ritos como el bautismo para los muertos o el matrimonio eterno. Los curiosos sólo podrán acceder al centro de visitantes y a una pequeña sala de re­cepción en el templo, donde dos voluntarios vestidos de blanco piden a los que acuden que muestren unos carnets firmados por su dirigente eclesiástico. Prueban que la persona es miembro de esta Iglesia y se esfuerza para vivir el evangelio.

Llegar hasta aquí no es nada fácil. Compraron el terreno que estaba disponible en la periferia romana, sin línea de metro a la vista. A pocos metros se encuentra el Porta di Roma, uno de sus mayores centros comerciales. Pero quizás el invitado más incómodo es el Pascia Club, un histórico local de striptease de la noche romana. Está en la misma calle.