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Macron desplegará el ejército ante las marchas de los ‘chalecos amarillos’

El futuro de Europa

A la prohibición de manifestarse en zonas de París o Burdeos, se añade Niza

Un niño colocaba ayer una flor en el lugar de la placa dedicada a un policía asesinado en el 2017 en los Campos Elíseos que fue destrozada el sábado

Charles Platiau / Reuters

El Gobierno francés está decidido a evitar a toda costa que el próximo sábado vuelvan a producirse disturbios y se dé una imagen de descontrol. Junto a la prohibición, de facto, de manifestaciones en lugares emblemáticos de París, Bur­deos y Toulouse, ayer se añadió a la lista Niza, después de que circularan informaciones en las redes sociales de que los chalecos amarillos invitaban a acudir a la ciudad de la Costa Azul. El Ejecutivo decidió también tomar la medida sin precedentes de utilizar al ejército –ya implicado en el despliegue antiterrorista– como factor disuasorio ante las protestas en la calle.

Aunque en Niza las marchas de los chalecos amarillos siempre han sido pacíficas hasta ahora, el alcalde, Christian Estrosi, de Los Republicanos (LR, derecha), no quiso correr ningún riesgo después la devastación sufrida el sábado pasado en los Campos Elíseos de París. Niza vive del turismo. El atentado terrorista del 14 de julio del 2016 hizo mucho daño. Se prefiere ahora pecar por precaución y no arriesgarse a violencias. El perímetro de la zona de prohibición de manifestaciones será decidido por la prefectura del departamento de los Alpes Marítimos.

El portavoz del Gobierno confirma que la policía usará medios químicos para “marcar” a los violentos

Quizás aún más significativa y novedosa que la medida en Niza es el anuncio de que los militares de la operación antiterrorista Sentinelle (10.000 efectivos) serán reforzados para su despliegue ya este sábado en misiones de protección de edificios públicos y privados. De este modo se quiere liberar a la policía para que se centre en el mantenimiento del orden público. Los militares están desplegados desde que comenzó la ola de atentados yihadistas, en enero del 2015. Su presencia tiene una misión disuasoria. Están en lugares turísticos, estaciones, aeropuertos, iglesias, mezquitas, sinagogas y otros emplazamientos expuestos a un ataque. Nunca desde la guerra de Argelia había habido una movilización militar de tal envergadura en territorio nacional.

El 9 de febrero pasado, un vehículo de la operación Sentinelle fue incendiado por manifestantes cerca de la torre Eiffel, un hecho que fue considerado especialmente grave. Algunos líderes políticos expresaron ayer su preocupación por exponer a los militares a potenciales situaciones de disturbios, para las que no han sido adiestrados.

El portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, justificó la firmeza del Gobierno. “No podemos permitir que una ínfima minoría violenta dañe nuestro país y deteriore la imagen de Francia en el extranjero –dijo–. Los próximos días serán decisivos”. Griveaux confirmó que se usaran drones y productos químicos especiales para “marcar”, de manera indeleble y duradera, a los manifestantes violentos y facilitar luego su localización y detención.

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