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La evolución del vestido: sexo, moda y transgresiones

La era moderna introdujo el erotismo en la indumentaria, Así, hombres y mujeres potencian sus atributos sexuales por medio del vestido.

Betty Grable en la película Tin Pan Alley (1940). Foto: Wikimedia Commons.

Betty Grable portada

El espectáculo de la moda consiste, hoy más que nunca, en llamar la atención; y el recurso del sexo, ya sea para afirmarlo o para revolucionarlo transformándolo en erotismo, o en puro reclamo comercial, es uno de los ingredientes contemporáneos básicos.

En la historia del vestido el sexo ha sido decisivo, pero se ha expresado de forma bien contradictoria. No siempre los hombres y las mujeres se distinguieron por su indumentaria, tal es el caso del atuendo popular de la Edad Media, basado en la túnica. En la era moderna se desarrolla plenamente ese cambio estético que es la moda, queda entronizado el vestido “sexuado” como símbolo de lo masculino o de lo femenino, en unas estructuras que han llegado hasta nuestros días. Con ello llega la exageración, así como la transgresión de la norma, que es la esencia del erotismo.

La actriz y pin-up girl Betty Grable en bañador en 1943. Foto: Wikimedia Commons / Frank Powolny

TERCEROS

Hay pocos elementos humanos que sirvan tan idóneamente como el vestido para estimular la sensualidad y el deseo, efectos que se han potenciado siempre de dos formas: exagerando los atributos masculinos o femeninos, o bien rompiendo con ellos y alterándolos. La historia de la indumentaria está llena de ejemplos increíbles, como el de los rellenos de algodón utilizados en los siglos XV y XVI para realzar la bragueta masculina, tal y como aparecen en los famosos retratos de Carlos V (1530), por Tiziano, y Enrique VIII (1539) de Holbein. Durante la misma época, los vestidos de las damas inglesas y alemanas, habitualmente cerrados hasta el cuello, comienzan a lucir importantes escotes que ponen el énfasis en el pecho. Ambos ejemplos constituyen el punto de partida de lo que va a ser un constante juego en la historia del vestido: la insinuación del pecho femenino y la definición contundente de la fuerza sexual masculina.

A partir de estos elementos, cada época tiene sus propios énfasis eróticos de acuerdo con los usos, las costumbres y la moralidad imperante. Los símbolos más destacados de la indumentaria masculina serían dos: la espalda y la corbata. La indumentaria femenina evolucionará claramente con la interpretación que de la sexualidad femenina hace la moda en cada momento. Rellenos, almohadillas y polisones insinuarán curvas, y se descubrirá que la ocultación es un elemento erótico de primera magnitud. Es por eso por lo que las mujeres mantuvieron las faldas largas hasta el tobillo hasta principios del siglo XX.

El columpio, obra de Jean-Honoré Fragonard, 1767. Foto: Wikimedia Commons.

TERCEROS

El descubrimiento de las piernas femeninas fue el primer paso para que las mujeres pudieran enfundarse unos pantalones, y así acabar con el tabú que velaba cualquier insinuación sobre los genitales femeninos. El siglo XX será el gran siglo de la liberación del cuerpo y de los tabús sexuales, a la vez que la moda convertirá el erotismo y todo lo relacionado con el sexo en un gran negocio.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 398 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.