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Himmler contra ‘Indy’: chifladuras ocultistas en el Tercer Reich

Podcast 'Historia y Vida'

Puede que en esto la saga de Spielberg se pasara de fantasiosa, pero partía de una realidad: algunos jerarcas nazis se dejaron seducir por el esoterismo

Podcast ‘Historia y Vida’ - Episodio 29 | Los vicios y virtudes de la Roma de los papas

Tribuna de honor del Poble Espanyol con las principales autoridades franquistas que acompañaron a Himmler (segundo por la dcha.), en una imagen publicada en el libro 'Nazis en Barcelona'

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Pseudociencia, conspiranoias y fantasías esotéricas formaron parte también de las señas de identidad del nazismo. La mente estrafalaria de ciertos dirigentes se alimentó de las teorías más extrañas, en las que se mezclaban todo tipo de elementos pintorescos: gigantes, superpoderes, runas mágicas, objetos sagrados o continentes desaparecidos.

Tanta extravagancia sirvió para legitimar la creencia en una raza superior, la aria, supuestamente destinada a dominar el mundo. Este mito bebió de numerosas fuentes, entre ellas la teosofía de madame Blavatsky, una escritora y viajera de origen ruso. Según esta médium y espiritista, los arios descendían de los atlantes, es decir, de los habitantes de la Atlántida, el continente legendario que se habría hundido. 

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Los partidarios de este tipo de ideas quisieron darles una pátina científica mezclándolas con el darwinismo social, la eugenesia, que preconizaba que el mestizaje conllevaba la degeneración de las razas, o la frenología, que pretendía averiguar la personalidad de un individuo a partir de la forma de su cráneo.

Entre los ocultistas que inspiraron al Tercer Reich encontramos personajes tan delirantes como el austríaco Guido von List, un escritor y adivino que quiso resucitar la religión pagana de los antiguos germánicos. Era un personaje que se hacía pasar por aristócrata y decía ser el último de una saga de sacerdotes del dios Wotan. 

El influyente ocultista Guido von List.

Bundesarchiv

Von List pensaba que solo los miembros de la raza aria debían tener derecho de ciudadanía. Un compatriota suyo, Jörg Lanz von Liebenfels, fue aún más lejos y propuso incinerar a los seres humanos considerados inferiores. Estaba convencido de que los arios tenían un origen extraterrestre y no dudó en fundar una orden inspirada en los templarios.

En este ambiente surgió la Sociedad Thule, una secta en la que encontramos a futuros nazis como Rudolf Hess o Alfred Rosenberg. Estos fanáticos supremacistas estaban convencidos de que en Thule, una tierra ártica, habían vivido los hiperbóreos, los míticos antepasados de los atlantes y de los arios. El logotipo de la organización contenía ya una esvástica, un signo antiquísimo que hasta ese momento carecía de connotaciones racistas.

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El régimen nazi siempre mantuvo una actitud ambivalente hacia lo sobrenatural. Oficialmente, desaprobaba la astrología y otras prácticas esotéricas. No obstante, existía cierta tolerancia hacia el esoterismo “científico”. A la hora de la verdad, la línea entre lo científico y lo pseudocientífico nunca estuvo muy clara.

Sin duda, el gran aficionado al esoterismo, en la cúpula del Tercer Reich, fue Heinrich Himmler, el patrocinador de la Ahnenerbe, organismo encargado de rastrear los orígenes de la raza aria y demostrar que a ella se debían todos los grandes logros de la humanidad. Esto implicaba redescubrir una supuesta tecnología avanzada que habría caído en el olvido por culpa del mestizaje. 

Algunos de los expedicionarios nazis que acudieron al Tíbet.

Bundesarchiv, Bild 135-KA-01-039 / CC-BY-SA 3.0

Himmler pidió a sus colaboradores que buscaban el martillo de Thor. Lo imaginaba como un arma muy avanzada que implicaba un conocimiento profundo de la electricidad. Por otra parte, el jerarca nazi estaba obsesionado también con la búsqueda del Santo Grial.

Un ejército de académicos intervino en este tipo de proyectos, unos por convencimiento y otros para obtener financiación que utilizarían en sus propias investigaciones. El viaje más ambicioso de la Ahnenerbe fue la famosa expedición al Tíbet, en 1938, para encontrar indicios de ascendencia aria entre los tibetanos.

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Isabel Margarit, directora de Historia y Vida, y la periodista Ana Echeverría Arístegui nos recomiendan dos obras para ampliar nuestros conocimientos sobre estos temas. La primera es la clásica Las oscuras raíces del nazismo, de Nicholas Goodrick-Clarke, publicada por primera vez en 1985. La segunda es Nazis en Barcelona, un álbum fotográfico editado por el ayuntamiento de la Ciudad Condal en 2017. Contiene imágenes insólitas, como la de Himmler contemplando la Moreneta.

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