Ningún destino fue más inverosímil que el de Napoleón (1769-1821). Hijo de un pequeño aristócrata corso, se convirtió en un joven general que deslumbraría al mundo con sus victorias militares. Fue el preludio de su ascenso al trono imperial, desde el que manejó a su gusto los asuntos europeos. Dictó sus condiciones a las viejas monarquías absolutistas y colocó a sus hermanos en los tronos de España, Holanda o Westfalia.
Su imperio, sin embargo, tenía un talón de Aquiles: dependía en exceso del poder militar. La derrota en Waterloo lo hundió definitivamente. A partir de ese momento dramático, a Napoleón le aguardaba un destierro en la remota isla de Santa Elena que no hizo sino alimentar su leyenda. Este año se cumple el 200 aniversario de su muerte, y Francia está preparada para conmemorarlo con un alud de novedades editoriales.
Bonaparte murió cuando murió, pero pudo perecer mucho antes por diversos motivos. Por riesgos de su oficio, unas veces estuvo a punto de caer en el campo de batalla, o sufrió atentados que pretendían eliminar su presencia del tablero político. En Les douze morts de Napoléon (Passés composés, 2021), el historiador y periodista David Chanteranne ha recogido las ocasiones en las que su vida estuvo en riesgo y faltó poco para que la historia cambiara.
Conocido experto en el Gran Corso, Chanteranne posee un amplio currículum a sus espaldas. Es, además, redactor jefe de la revista Napoleón 1er. Revue du Souvenir napoléonien. Su dominio de la materia y su talento narrativo se evidencian en un libro escrito desde la empatía, donde desvela las claves de un personaje con facetas discutibles, pero que siempre se enfrentó al peligro con indiscutible valor.
Napoleón es justamente famoso como genio de la guerra. Pero ¿perdió con los años su visión estratégica?
No solo los efectivos militares a los que se enfrentaba Napoleón eran cada vez más numerosos, sino que sus adversarios fueron conociendo las grandes innovaciones estratégicas que utilizaba. De modo que el efecto sorpresa dejó de funcionar tan bien.
Frédéric Staps fracasó en su intento de matar a Napoleón. Parece, sin embargo, que sí consiguió acabar con su matrimonio con Josefina. ¿Cómo se relaciona el atentado con el posterior divorcio de Bonaparte?
Tras escapar a la muerte en este atentado, Napoleón tomó conciencia de que su destino estaba al alcance del primer terrorista que se le cruzara... Como deseaba instaurar su dinastía y que esta fuera duradera, era indispensable contar con un heredero. Pero Josefina ya no podía darle un hijo, por lo que decidió divorciarse y casarse con la archiduquesa María Luisa, hija del emperador de Austria.
Cuando escapa de Elba y regresa a Francia, arenga a sus soldados y les dice que, si alguno quiere matar a su general, ahí lo tienen. ¿Tenía un carácter teatral?
Sí, era su costumbre cuando se encontraba frente a sus soldados. Les hablaba de esa manera para enardecer sus ánimos. Durante la primera campaña de Italia, sus arengas dieron grandes resultados. Y él sabía que cuanto más dramática fuera la escena, mayor sería el efecto.
Terminar con la vida de Napoleón hubiera llevado a sus partidarios a depositar sus esperanzas en su hijo
Cuando Napoleón se entrega a los ingleses, no duda en compararse con Temístocles, el gran almirante de la antigua Atenas. ¿Era la cultura clásica importante para Bonaparte?
Toda su formación, en particular en la escuela militar real de Brienne y en París, estuvo impregnada de cultura clásica. Leía a Plutarco, Suetonio y los Comentarios de César. La literatura latina estaba entre sus preferidas.
Para sus enemigos, Napoleón era un usurpador, no un monarca tan legítimo como los demás. ¿Por qué no lo ejecutaron cuando lo derrotaron en 1814 y en 1815?
Sus adversarios sabían que los pueblos que habían adoptado el Código Civil eran favorables a las ideas de libertad, igualdad y fraternidad. Pero, sobre todo, recordaban que Napoleón había tenido un hijo, nacido de su matrimonio con María Luisa: el rey de Roma. Terminar con la vida del padre hubiera llevado a sus partidarios a depositar sus esperanzas en el hijo...
¿Por qué no intentó escapar de Santa Elena?
En varias ocasiones intentó que vinieran oficiales desde América del Sur, pero la vigilancia de los ingleses era demasiado fuerte. Al mismo tiempo, y sobre todo en su fuero interno, no deseaba escapar como un simple prisionero: su leyenda requería que fuera el mártir de sus carceleros.
No pudo estar acompañado por su familia durante su segundo destierro. ¿Podía, al menos, mantener correspondencia con ella?
Sí, hubo intercambios con su familia, pero no siempre de manera directa. Sus mensajes pasaban, a menudo, a través de sus compañeros cercanos de exilio, en particular el gran mariscal Bertrand, que informaba a la familia Bonaparte acerca del día a día de Santa Elena.
¿Con quién se relacionaba en Santa Elena?
Estaba acompañado por varios oficiales, miembros de su séquito civil y algunos sirvientes. Entre sus personas cercanas estaban el mariscal Bertrand y su mujer, el general Montholon y su mujer Albine y el también general Gourgaud, así como el memorialista Las Cases y su hijo.
Se ha dicho que Napoleón tuvo una hija de Albine-Hélène de Vassal, una mujer que habría sido su amante durante su destierro. ¿Qué piensa usted al respecto?
Las probabilidades son importantes y todo lleva a pensar que esta hija era de Napoleón. Por otra parte, el emperador mostró un gran interés por ella y lamentó mucho su partida hacia Europa.
Napoleón murió por enfermedad que padeció desde su llegada a la isla, una úlcera que se volvió cancerosa
Se han publicado muchas teorías sobre si Bonaparte murió asesinado. ¿Verdad histórica o sensacionalismo?
Para cualquier personaje histórico importante, se imaginan circunstancias extrañas en relación con los últimos momentos de su vida. Napoleón no es una excepción a esta regla. Sin embargo, en este caso, sencillamente murió a causa de una enfermedad que padeció desde su llegada a la isla, una úlcera que se volvió cancerosa.
Parece claro que Napoleón ganó la batalla de la memoria histórica. ¿Fue un genio de la propaganda?
Desde el punto de vista de la comunicación, Napoleón supo indudablemente utilizar todos los medios de su época: la prensa, los cuadros y los grabados. Su silueta, con su bicornio y su levita, es célebre en el mundo entero. La puesta en valor de sus actos se vio reforzada por los textos dictados a sus últimos compañeros de exilio, que seguidamente fueron publicados en forma de libros o de documentos.
En el cuadro de Gros, Bonaparte aparece consolando a los apestados de Jaffa. ¿Sucedió así o el pintor se inventó la escena para glorificar a su cliente?
La visita a los apestados constituye un hecho probado. Tuvo lugar en marzo de 1799 y Bonaparte realmente se preocupó por la situación en que se encontraban los enfermos. Pero la escena propiamente dicha, en que se quita el guante para tocar la piel de un soldado, hace pensar más bien en una voluntad de curación milagrosa que en la realidad.
Las Cases es famoso por el memorial sobre el destierro de Napoleón. ¿Sería justo decir que fue un pionero de la historia oral?
Sería más adecuado hablar de una larga tradición que él ha perpetuado. Las Cases transmitió, como un discípulo, las enseñanzas recibidas y los testimonios que pudo anotar en el transcurso de sus conversaciones con Napoleón. Su libro es, pues, una reescritura a partir de informaciones reorganizadas.
Cuando Napoleón partió de Europa para Santa Elena, sus hermanos y hermanas vivieron un exilio forzoso
En su libro dice que Napoleón rechazó las ediciones de pensamientos que le atribuían, que él no reconocía como suyos. ¿Debemos desconfiar de los libros modernos con sus máximas?
A menudo, las frases y máximas célebres de las personalidades históricas son apócrifas. Son muchas las adaptaciones, ya que la voluntad del autor se mezcla con la del personaje concernido. En suma, las frases atribuidas a Napoleón son a menudo más “bellas” que las que fueron realmente pronunciadas.
Durante su exilio, Napoleón perdonó a su hermano Luis por el “libelo” que este había publicado en 1820. ¿Qué libro era este? ¿Por qué le molestó tanto?
Cuando Napoleón partió de Europa para Santa Elena, sus hermanos y hermanas vivieron un exilio forzoso. No se les permitía residir en Francia. José se fue a Estados Unidos y los otros miembros del clan vivieron en Italia. Luis, por su parte, publicó los Documentos históricos y reflexiones sobre el gobierno de Holanda, donde afirmaba que una serie de grandes errores políticos del período de su reinado en los Países Bajos habían sido cometidos por Napoleón, y no por él. Quería recuperar la confianza de los adversarios de su hermano.
En el momento de morir, Bonaparte medía 1,687 metros. No parece poco para la época. ¿De dónde sale el mito de un Napoleón bajito?
Esta supuesta baja estatura proviene de la comparación con los granaderos, que llevaban un gorro de oso. No solo los hombres de la Guardia se elegían entre los más fuertes y, por tanto, los más altos, sino que además esos gorros les proporcionaban una envergadura superior, que había de impresionar al adversario. A su lado, Napoleón debía de parecer bastante bajo.
Paralelamente, los caricaturistas representaron a Napoleón aún más bajo. En particular los ingleses, que hicieron una comparación de su vida con la historia de Gulliver y los liliputienses.
¿Profetizó Bonaparte el Segundo Imperio?
Él no lo previó, pero los textos que dictó en Santa Elena nutrieron abundantemente el imaginario de los románticos e influenciaron las mentalidades de la época. Su sobrino Luis Napoleón, hijo de Luis y Hortensia, fue criado en el culto al pasado y se inspiró en esas enseñanzas para establecer las bases de su régimen. Como reconocía la legitimidad del Rey de Roma en 1815 como Napoleón II (fallecido en 1832), decidió tomar el título de Napoleón III al iniciar el Segundo Imperio, en 1852.
Traducido del francés por Javier Cisa Salat.