Loading...

Marie Curie y el descubrimiento del radio

Marie Curie, de origen polaco, y su marido Pierre descubrieron la existencia de dos nuevos elementos: el polonio y el radio. Ambos “radioactivos” y mucho más poderosos que el uranio.

Foto portada: Marie y Pierre Curie. Foto: Wikimedia Commons

Marie Curie y Pierre Curie

El 18 de julio de 1898, en la Escuela de Física y Química de París, Pierre Curie, y su esposa, Marie, presentaron una importante Memoria en la Academia francesa de Ciencias. En ella recogieron especialmente las experiencias de Marie, que en su tesis doctoral estudiaba específicamente los llamados “rayos de Becquerel” (radiaciones de naturaleza desconocida, emitidas espontáneamente por algunos metales como el uranio). Esta investigación dio pie al descubrimiento de un metal desconocido, al que decidieron llamar “polonio”, basándose en el nombre del país de origen de Marie.

En noviembre de 1891, con 24 años, Maria Sklodowska se trasladó a París desde Varsovia, donde había nacido, realizado sus estudios secundarios y ejercido como institutriz, mientras su hermana Bronia cursaba en la Sorbona su carrera de Medicina. Maria pasó a vivir con ella y su cuñado en la capital francesa, y estudió la carrera de Física. Pronto conoció al profesor Pierre Curie, ocho años mayor que ella, se enamoraron y, en julio de 1895, se casaron.

Marie Curie y su hermana Bronia. Foto: Wikimedia Commons

TERCEROS

Convertida en madame Curie, tuvo muy pronto a la primera de sus dos hijas, Irène, pero no renunció a su trabajo científico. Pierre la ayudó a preparar el doctorado y, cuando fue evidente que los trabajos de ella prometían mejores resultados para la ciencia que sus propias investigaciones sobre los minerales, abandonó sus planes y se convirtió en el primer asesor-colaborador declarado de aquella inteligente y ambiciosa mujer. A partir de entonces (1898) trabajaron siempre juntos y firmaron conjuntamente todos los trabajos y comunicaciones científicas.

En la siguiente Memoria, enviada a la Academia, se insistía en el estudio del fenómeno observado por Becquerel consistente en la producción espontánea de unas radiaciones penetrantes por parte de algunos minerales que contenían seguramente cuerpos simples más activos que el propio uranio y el propio torio. Este fenómeno ya empezó a llamarse “radiactividad”.

Consecuencias del descubrimiento

El descubrimiento del radio tuvo muy pronto consecuencias importantes, tanto en la medicina práctica como en la física teórica. Lo que hoy llamamos “radioterapia”, es decir, la aplicación de radiactividad al cuerpo humano enfermo, por medio del elemento radio, permite la lucha contra determinados tumores malignos (“radioterapia destructiva”) y también alteraciones de tipo inflamatorio o de tipo degenerativo, especialmente en la piel, algunos órganos internos y articulaciones (“radioterapia funcional”).

Las investigaciones de la hija mayor de la señora Curie, Irène, y de su yerno, Frédéric Joliot, en los años treinta, condujeron a la obtención de un gran número de isótopos artificiales, “radioisótopos”, cuya actividad puede usarse con grandes posibilidades de éxito en el diagnóstico y en el tratamiento de muy diversas enfermedades.

Marie Curie. Foto: Wikimedia Commons / Henri Manuel

TERCEROS

En el campo teórico, los progresos en el estudio de la radiactividad, conseguidos gracias al talento y a los esfuerzos de Henri Becquerel y del matrimonio Curie, hicieron posibles los trabajos posteriores de Rutherford, Geiger, Soddy y Villardy para identificar las radiaciones alfa, beta y gamma producidas espontáneamente en los cuerpos radiactivos; y muy pronto la concepción de los modelos atómicos, las teorías atómicas de De Broglie y Schrodinger y la decisiva fisión del núcleo del uranio por Otto Hahn y Fritz Strassman en el año 1939.

Con la obra del matrimonio Curie empezó, hace 120 años, lo que ahora llamamos física atómica y nuclear, y con las aplicaciones de esta, una de las más trascendentales transformaciones, no solo científicas, sino también políticas y económicas, que el mundo ha experimentado en el siglo XX.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 369 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.