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De Isabel I de Castilla a Carlos V en 10 puntos

Monarquías

El período que separa la muerte de Isabel la Católica de la llegada al trono castellano de su nieto Carlos I estuvo marcado por las intrigas

La reina Isabel la Católica dictando testamento, por Eduardo Rosales, 1864.

Terceros

Era el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo. Pasado el mediodía, comenzaron a tañer los bronces en los campanarios y espadañas. Doblaban porque la reina Católica acababa de fallecer.

En el momento de su muerte, la salud de la reina, de 53 años, estaba muy quebrantada. A los muchos trabajos que había afrontado desde su juventud se habían sumado en los años previos graves disgustos de índole familiar.

Los años que separan la muerte de Isabel y el asentamiento en el trono de su nieto Carlos son cualquier cosa menos sosegados. La agitación, cuando no la incertidumbre política, presidió aquel tiempo, que culminará, ya en el reinado de Carlos I, en la conocida como guerra de las Comunidades, una sublevación de ciudades castellanas contra el nuevo monarca.

Estos son 10 momentos clave entre el fallecimiento de la reina Católica y la llegada al trono de Carlos.

1. El testamento de la discordia

Testamento de Isabel la Católica.

TERCEROS

En las semanas previas a su muerte, Isabel decidió otorgar testamento. En él dejó estipulado que la heredera de Castilla sería Juana. Pero el reino lo gobernaría, a título de regente, su esposo, Fernando el Católico. La reina no señalaba de forma expresa que Juana tuviera problemas de cordura, pero consideraba la posibilidad de que no estuviera en condiciones de reinar.

El contenido del testamento de Isabel no fue aceptado por Felipe de Habsburgo y Juana

En cumplimiento del testamento, Fernando el Católico asumió la regencia de Castilla. Era lo adecuado, ya que Juana se encontraba ausente en el momento del fallecimiento de su madre. Estaba en Flandes, adonde había viajado pocos meses antes para reunirse con su esposo, Felipe de Habsburgo.

Cuando llegó a Flandes la noticia de la muerte de la reina Católica y se conoció el contenido de su testamento, la pareja no lo aceptó. Felipe reclamaba su derecho a reinar, aunque solo podía hacerlo en su condición de consorte de Juana.

2. La maniobra nupcial

Retrato del rey Fernando el Católico.

TERCEROS

Entretanto, parte de la nobleza castellana se oponía a la regencia de Fernando. El distanciamiento con un sector de la aristocracia, patente desde el primer momento, se acentuó al tenerse conocimiento de que contraería matrimonio con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia.

El matrimonio se celebró por poderes el 18 de octubre de 1505, cuando todavía no había transcurrido un año de la muerte de Isabel. En las capitulaciones firmadas al contraer nupcias con Germana de Foix quedaba recogido que, en caso de tener hijos –Germana tenía 18 años y Fernando, 53–, tal descendencia heredaría la Corona de Aragón. Esas capitulaciones matrimoniales fueron vistas por los castellanos como una maniobra de Fernando para privar a Juana y su esposo de aquella Corona.

3. El primer incumplimiento

Germana de Foix.

TERCEROS

El primer incumplimiento del testamento de la reina se materializó el 24 de noviembre al firmarse la Concordia de Salamanca, un acuerdo entre el Católico y su yerno en virtud del cual el primero aceptaba una solución de compromiso. Felipe asumiría el papel de rey junto a su esposa, y él continuaría como gobernador de Castilla.

Muchos nobles castellanos rechazaban la regencia encomendada a Fernando

Fernando sabía que el acuerdo de Salamanca era el primer paso para desplazarlo del poder en Castilla. Previsor y sagaz, había entendido la debilidad de su posición en Castilla y se había adelantado a los acontecimientos con las capitulaciones matrimoniales con Germana de Foix.

4. Retirada forzosa

Juana y Felipe llegaron a Castilla en la primavera de 1506. Era el momento que habían estado esperando para desplazar a Fernando del poder. Felipe se había propuesto que abandonase el gobierno de Castilla y se retirase a su reino de Aragón, dejándole el terreno libre.

Una vez Juana y Felipe estuvieron en Castilla, contando con el apoyo de sus partidarios, plantaron cara a Fernando.

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Muchos nobles castellanos rechazaban la regencia encomendada a Fernando: unos porque añoraban la época de Enrique IV, en que predominaba el poder político nobiliario sobre el de la Corona; otros, porque consideraban a Fernando un extraño a los usos y formas de gobierno imperantes en Castilla.

A finales de junio, el rey Católico y su yerno firmaron la Concordia de Villafáfila, y el 12 de julio Juana y Felipe eran jurados como reyes de Castilla por las Cortes. Felipe el Hermoso había logrado ser rey, aunque solo fuese consorte.

5. Disputa dentro del matrimonio

Felipe de Habsburgo, también conocido como Felipe el Hermoso.

TERCEROS

En aquella lucha por el poder en Castilla, además del enfrentamiento entre el yerno y el suegro, se libraba otra batalla familiar. Felipe buscaba inhabilitar a su esposa.

Afirmaba que Juana había dado muestras de inestabilidad mental, y que su madre, atormentada por ellas en sus últimos años de reinado, recogía el problema en su testamento, aunque no hiciese una alusión directa.

Felipe de Habsburgo intentó inhabilitar a Juana y encerrarla, pero las cortes de Castilla se negaron

Los arrebatos pasionales de Juana dejaban paso a accesos de cólera incontrolada que evidenciaban ciertos desequilibrios.

Pero no era menos cierto que la hija de los Reyes Católicos ofrecía pruebas de sensatez y madurez que permitían refutar que estuviera loca.

Su esposo no pudo materializar sus deseos de inhabilitarla y encerrarla, al negarse las Cortes a incapacitarla como reina.

6. La purga de Fernando

Al resentimiento de Fernando el Católico con la nobleza castellana se añadía el temor de que el Gran Capitán, que ejercía como virrey de Nápoles, también lo traicionara.

El Gran Capitán en la batalla de Ceriñola, por Federico Madrazo, 1864.

TERCEROS

Al fin y al cabo, Gonzalo Fernández de Córdoba era un castellano, como castellanas eran la mayor parte de las tropas que habían conquistado aquel reino vinculado a la Corona de Aragón. El cabeza del linaje del Gran Capitán, su sobrino Pedro Fernández de Córdoba, se había alineado con Felipe.

Fernando viajó a Nápoles con el propósito de nombrar un nuevo virrey del que no recelara. Relevó al Gran Capitán del cargo, desconfiando de un hombre que en todo momento le había mostrado una lealtad inquebrantable.

7. El otro candidato

No había llegado Fernando a Nápoles cuando, en una de las escalas del viaje, recibió la noticia de que su yerno había fallecido.

Oficialmente, había muerto como consecuencia de unas calenturas que le sobrevinieron al beber agua helada después de jugar un partido de pelota. Pero corrió el rumor de que fue víctima de un veneno, y de que detrás de su muerte estaba la mano de su suegro.

Algunos de los grandes linajes castellanos consideraban que la regencia del pequeño Carlos debía ejercerla el emperador Maximiliano

En cualquier caso, ante Fernando se abría la perspectiva de asumir de nuevo la regencia de Castilla, que provisionalmente desempeñaba el cardenal Cisneros. El prelado le invitó a regresar lo antes posible, ya que algunos de los grandes linajes castellanos defendían que la regencia en nombre del pequeño Carlos de Habsburgo, primogénito de Felipe y Juana, debía ser ejercida por su abuelo paterno, el emperador Maximiliano.

8. Nieto predilecto

En esta coyuntura habría que situar el deseo, mantenido en algún momento por el rey Católico, de que el heredero de la Corona de Castilla fuera el infante Fernando, hermano menor del príncipe Carlos.

El infante Fernando de Habsburgo.

TERCEROS

El rey Fernando no veía con buenos ojos que su nieto Carlos, nacido en Gante, se estuviera criando en la corte borgoñona como un extraño. Temía que esa educación y su alejamiento de la península conllevaran un desplazamiento de las Coronas de Castilla y Aragón a un papel secundario en el conjunto de los dominios que configuraban su herencia, que incluía los derechos a ser titular del Sacro Imperio Romano Germánico.

Por el contrario, su hermano Fernando, que vio la luz en Alcalá de Henares en 1503, estaba siendo criado bajo su supervisión.

La actitud del rey Católico contrasta con la del emperador Maximiliano, cuya predilección por Carlos resultaba evidente, mientras que no sentía mucha simpatía por su nieto español.

9. Locura de amor

Al regresar de Nápoles, el rey Fernando tuvo un encuentro con su hija, que desde hacía un año recorría la meseta sin separarse del féretro en el que reposaban los restos de su esposo.

Durante la segunda regencia de Fernando tuvieron lugar algunos ajustes de cuentas con los nobles que habían apoyado a Felipe de Habsburgo

¿Se había convertido su pasión, que había dado paso en algunos momentos a una cólera desatada ante los devaneos amorosos de Felipe, en “locura de amor”? Su padre decidió recluirla en Tordesillas.

Doña Juana la Loca, por Francisco Pradilla Ortiz, 1877.

TERCEROS

10. Ajuste de cuentas

Durante la segunda regencia de Fernando, entre 1507 y 1515, tuvieron lugar algunos ajustes de cuentas con los nobles que habían apoyado a Felipe de Habsburgo y con aquellos que a la muerte de este se mostraron partidarios de la regencia de Maximiliano.

Un caso significativo fue la destrucción del castillo de Montilla, solar de los Fernández de Córdoba, que fue mucho más que el “desmochamiento de una torre”, ya que acabó arrasado hasta los cimientos.

Las tensiones con los nobles fueron frecuentes, como revela el hecho de que hasta finales de 1509 no consiguió Fernando la renuncia formal de Maximiliano a la regencia de Castilla. Y solo en 1510 logró que las Cortes lo ratificaran como regente. Se desempeñó como tal hasta su muerte en 1516.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 570 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

Este artículo se publicó en La Vanguardia el 18 de febrero de 2024