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Cuando De Gaulle abrió la puerta a la autodeterminación de Argelia

Grandes discursos del siglo XX

El presidente francés dio carpetazo a las veleidades colonialistas que pusieron en jaque a la República y que en el país norteafricano se cobraron medio millón de víctimas

Charles de Gaulle se dirige al pueblo argelino en un discurso pronunciado el 4 de junio de 1958

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EL CONTEXTO

El retorno de Charles de Gaulle a la arena política francesa para instaurar la V República en 1958 y ocho años de sangrienta guerra civil no declarada pusieron fin a más de un siglo de presencia y arraigo de Francia en Argelia.Tras promover el inicio de una negociación que reconocía como interlocutor válido el brazo político del Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino y avalar los denominados acuerdos de Evian , firmados en marzo, el presidente francés pronunció el 8 de junio de 1962 este discurso televisado en el que daba carpetazo a las veleidades colonialistas de la República en África. La metrópoli se quedaba sólo con sus últimos dominios de ultramar en América y Oceanía.

El 1 de julio, la población argelina acudía a las urnas para ejercer el derecho de autodeterminación reconocido por la ONU para abordar la descolonización y ratificaba su independencia por una abrumadora mayoría (un 90,7% de los escrutinios). Fue, en cualquier caso, un referéndum marcado por la ruptura del alto el fuego por parte de los milicianos independentistas y el Frente Francés Argelino y la Organización del Ejército Secreto (OAS en sus siglas en francés), dos organizaciones que se atribuyeron la autodefensa de la población de origen francés y argelinos afines ante el acuartelamiento de las tropas republicanas.

Porque ni la intensa operación militar Jumelles que había diseñado personalmente De Gaulle para debilitar las fuerzas del FLN en la Cabilia, ni la masiva construcción de asentamientos para la población local desplazada y en la miseria, ni las garantías que los acuerdos de Evian concedían a la población europea y cristiana consiguieron atajar un conflicto que hasta la independencia se cobró la vida de en torno a medio millón de personas y la expulsión de los denominados con desprecio pieds-noirs por los argelinos musulmanes.

Aunque los acuerdos contemplaban los derechos de ciudadanía de la población de origen europeo y ordenaba el proceso de repatriación voluntario, los franceses fueron hostigados a abandonar el país y del más del millón de argelinos de origen europeo censados apenas quedaban en Argelia a finales de ese año una décima parte.

Ésta es la crónica que Carlos Sentís, corresponsal de La Vanguardia en París, publicaba tras la alocución de Charles de Gaulle

EL DISCURSO

“Dentro de 23 días, el problema argelino, en su sustancia, quedará solucionado para Francia. Argelia decidirá su propio futuro. Argelia y Francia serán capaces de cooperar orgánica y regularmente entre sí. Los argelinos descendientes de europeos gozarán de las garantías necesarias para participar, con plena libertad y plena hermandad, en la vida de la nueva Argelia. Esto es lo que Francia habrá querido y obtenido.

”Sí, en 23 días, el pueblo argelino, por medio del referéndum de autodeterminación, acudirá a ratificar los acuerdos de Evian, instituirá la independencia y sancionará la cooperación, del mismo modo que el pueblo francés, por medio del referéndum del pasado 8 de abril, los suscribió por su parte. Así, por encima de todas las crisis y las pasiones, es mediante la libre decisión y el acuerdo razonado de dos pueblos que está a punto de inaugurarse una nueva fase en sus relaciones y un nuevo capítulo de su historia.

”En este estado de cosas, ¿qué papel pueden y deben desempeñar los franceses de Argelia, que se establecieron ahí, que aman Argelia, que ya han hecho tanto y de los que Argelia tiene gran necesidad, qué papel pueden y deben desempeñar en la Argelia de mañana? Me gustaría expresar de nuevo la esperanza de que desempeñarán su función plenamente, en cuanto se disipen las últimas nieblas sangrientas con que algunos locos criminales están intentando cegarlos. ¿Qué papel pueden y deben tener también los dirigentes de la comunidad musulmana, por el bien de su país, ya sean dirigentes con cargos o a punto de ocuparlos, y que a buen seguro no tardarán en asumir responsabilidades capitales en la república argelina? ¿Qué papel, por último, debe y puede desempeñar Francia en el desarrollo de una nación con la cual está vinculada por tantos lazos y a la que todo impulsa a ayudarla para que se convierta en libre y próspera? Tras 132 años de existencia del problema, con trágicas consecuencias en diferentes ocasiones, y tras siete años de lucha absurda y dolorosa, este resultado aportará la impronta de la justicia y la razón. No obstante, para alcanzarlo, Francia ha tenido que superar graves obstáculos.

Mediante la libre decisión y el acuerdo razonado de dos pueblos está a punto de inaugurarse una nueva fase en sus relaciones y un nuevo capítulo de su historia”

”Cuando en 1958 empezamos a enfrentarnos al problema, nos encontramos –¿quién podría olvidarlo?– los poderes de la República sumidos en la impotencia, una trama de usurpación se había formado en Argelia y afectado a Francia por el colapso del Estado; la nación se encontró de pronto al borde de la guerra civil. Al mismo tiempo, la rebelión musulmana, que alcanzó su punto álgido y se añadía a nuestras crisis internas, se declaró dispuesta a triunfar por las armas, afirmaba estar convencida de obtener el apoyo del mundo y ofreció a la comunidad francesa una única alternativa para su futuro: “La maleta o el ataúd”. Sin embargo, en cuanto el Estado estuvo de nuevo restablecido y se evitó la catástrofe –una recuperación que no tardó en ser confirmada mediante la adopción por parte del país de las instituciones necesarias por una mayoría del 80% de los votos–, resultó posible, paso a paso, poner fin al problema.

”Fue necesario que, en Argelia, nuestro ejército tuviera el control del campo de batalla y las fronteras de manera que ningún fallo pudiera poner en peligro la voluntad de Francia. Fue necesario que nosotros adoptáramos de lleno la autodeterminación y la cooperación como objetivos políticos, mientras que la aplicación del plan de Constantine hacía que toda Argelia se diera cuenta de lo vital de la ayuda de Francia para su vida. Así, la rebelión, al renunciar a los excesos y respondiendo a la voluntad de las masas, llegó, poco a poco, a emprender el camino de la paz, establecer contacto con nosotros y, por último, concluir acuerdos que permitían a Argelia expresar su voluntad con pleno conocimiento de los hechos. Fue necesario que los intentos internacionales de interferencia y presión, que se multiplicaban de forma interminable, no dominaran nuestra política. Fue necesario que las sucesivas tramas quedaran desarticuladas: el asunto de las barricadas, la insurrección de abril de 1961 y, desde entonces, los actos desesperados de la subversión terrorista llevados a cabo desgraciadamente por franceses que recurren al asesinato, el robo y el chantaje; unos alzamientos cuyo objetivo era forzar la mano del Gobierno, sacudir sus cimientos, derribarlo y empujar a Francia hacia el abismo.

Hombres y mujeres de Francia, debemos asegurarnos de que, en el futuro y por encima de los hombres que pasan, la República siga fuerte”

”Se ha hecho lo que había que hacer. Sin embargo, porque –según ha sido testigo todo el mundo– las nuevas instituciones permiten al Estado actuar –mientras las viejas no hacían más que trabarlo– el Gobierno puede tomar las decisiones correctas en lugar de equivocarse constantemente y puede mantenerse firme en lugar de tropezar y tambalearse. Por encima de todo, hombres y mujeres de Francia, todo el mundo ha sido testigo de que la leal confianza que vosotros como conjunto me habéis otorgado me ha alentado y sostenido día tras día y que este acuerdo directo entre el pueblo y quien tiene la responsabilidad de dirigirlo se ha convertido, en los tiempos modernos, en esencial para la República.

”Mantener en este ámbito lo que acaba de ser probado, tal debe ser nuestra conclusión, una vez haya sido solucionada la cuestión argelina. En estos tiempos que son difíciles y peligrosos, pero llenos de esperanza, quedan en verdad por hacer muchas cosas que afectan a nuestro destino. Para buscar nuestro desarrollo en los ámbitos de la economía, el bienestar, la población, la educación, la ciencia, la tecnología; para practicar la cooperación con los estados del mundo –sobre todo, los de África– con los que estamos vinculados en virtud de nuestros ideales, lengua, cultura, economía y seguridad; para contribuir al progreso de los dos mil millones de hombres que pueblan los países subdesarrollados; para equiparnos con unas fuerzas de defensa tales que quienquiera que ataque a Francia tenga la certeza de una muerte segura; para garantizar junto con nuestros aliados la integridad de mundo libre frente a la amenaza soviética; para ayudar a la Europa occidental a construir su unidad, su prosperidad, su fortaleza y su independencia; para apresurar el día en que quizá –una vez el régimen totalitario haya perdido virulencia y menguado sus barreras– todos los pueblos de nuestro continente se reúnan en una atmósfera de equilibrio, sentido común y amistad; en resumidas cuentas, para cumplir la misión de Francia, debemos, sí, debemos ser y seguir siendo libremente un pueblo grande y unido.

”Durante los últimos cuatro años, a pesar de todas las tormentas, eso es lo que fundamentalmente hemos sido, tal como decidimos ser, abrumadora y solemnemente por medio del sufragio universal. La justicia y la eficacia han recibido desde entonces lo que les era debido. Hombres y mujeres de Francia, debemos, por todos los medios y a su debido tiempo, asegurarnos de que, en el futuro y por encima de los hombres que pasan, la República siga fuerte, ordenada y estable. Viva la República. Viva Francia”.

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