Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido”. Tras escribir estas palabras, Stefan Zweig, incapaz de asimilar una Europa inmersa en la II Guerra Mundial, víctima del ascenso de los totalitarismos y la violencia del nazismo, se quita la vida. Contaba 60 años.
Su esposa, Lotte, le sigue pocas horas después. Corría 1942, y el autor vienés, que había iniciado su exilio en París y Londres se hallaba en Persépolis (Brasil). Zweig huía de la censura, ya que el ascenso del nazismo al poder había significado la inclusión en la lista de libros prohibidos de 15 de sus obras e incluso que algunas fueran quemadas en las calles. Cronista propagandista durante la Gran Guerra, Zweig, judío confeso, había trocado en pacifista defensor de una Europa unida, de ahí que su primera obra sobresaliente fuese Jeremías, denuncia de la locura belicista. Tan prolífico como prestigioso, entre sus obras destacan Novela de ajedrez y la autobiografía El mundo de ayer, escritas en 1941.