Garrote vil: ‘Procedimiento para ejecutar a un condenado comprimiéndole la garganta con una soga retorcida con un palo, con un aro metálico u oprimiéndole la nuca con un tornillo’ Así define la RAE el conmiserativo/ compasivo método vigente legalmente desde 1820 hasta la total abolición de la pena de muerte al aprobarse la Constitución en 1978. Pero no nos indignemos, entre todas las técnicas para acabar con la vida de los condenados a muerte, el garrote era conmiserativo ya que permitía al reo morir estrangulado sí, pero sentado, en contraste con el degradante pataleo del ahorcado. Esto es, la muerte ofrecía a los penados la posibilidad de morir con dignidad. Recuperamos cuatro artículos publicados en nuestras páginas centrados en otros tantos ejecutados por este procedimiento en España hasta 1974 fecha en la que fueron ajusticiados Salvador Antich y Heinz Chez que ostentan el dudoso honor de ser los últimos ajusticiados por garrote vil en nuestro país y en la historia.
Tres disparos en un bar barcelonés acabaron con su vida, tres personas fueron detenidas pero su ejecutor, pese a ser identificado, procesado y condenado, fue indultado un año después. ¿Quién y por qué ejecutó al verdugo? Se llamaba Federico Muñoz Contreras, y era un funcionario público dependiente del Ministerio de Justicia. ¿Su profesión? Verdugo, esto es un hombre que mata a otros en nombre de la ley.
- Pilar Prades, la envenedora de Valencia
Asesinó a su señora con arsénico. Descubierta tras intentarlo con la segunda, ostenta el dudoso honor de ser la última mujer ejecutada en España.
- Jarabo, un asesino en serie de alta cuna
José Jarabo Pérez Morris, ‘niño bien’ de la sociedad madrileña, sobrino del presidente del Tribunal Supremo, asesinó a cuatro personas para recuperar una joya de su amante. Fue el último ejecutado con garrote vil por la justicia civil
- Puig Antich, ejecutado por garrote vil
El militante anarquista del Movimiento Ibérico de Liberación es ejecutado en Barcelona, el mismo día que el polaco –realmente era alemán- Heinz Chez lo es en la cárcel de Tarragona, en un intento de las autoridades franquistas de mezclar violencia común y política. Fueron los últimos ajusticiados por garrote vil en España