¿Quién asesinó a Carmen Broto, la ‘favorita’ de la alta burguesía catalana?
Hace 70 años
El cuerpo de ‘Cascabelitos’, una joven prostituta de lujo, aparece semienterrado en un huerto de la calle Legalitat de Barcelona. La autoría del crimen está clara pero las circunstancias que lo rodean lo convierten en un caso sin resolver
Ella era alta y rubia como la cerveza, como cantaba la Piquer en esos años. Cubría su cuerpo serrano con un lujoso abrigo de astracán, gustaba de lucir ostentosas joyas y adornaba su cabeza con una larga melena a lo Verónica Lake, tapando uno de sus ojos en pos de una sofisticación imposible.
Antigua ‘chica de servir’, había abandonado la aldea oscense de Guasa y había emigrado, como tantas otras, a la gran ciudad en pos de un futuro mejor. En su DNI figuraba su verdadero nombre, Carmen Brotons Buil, pero en su cartilla de racionamiento ya figuraba el nombre que utilizaría en el futuro: Carmen Broto.
De sirvienta a prostituta de lujo
La joven pronto descubre que posee un físico atractivo y decide abandonar la bayeta y hacer de su cuerpo su principal herramienta de trabajo. Su espléndida figura, su porte altanero y su fuerte personalidad le van a permitir acceder a las altas esferas de la sociedad barcelonesa. Convertida en prostituta de lujo, auténtico mito erótico, pronto se hace muy conocida en la ciudad. Colgada siempre del brazo del famoso empresario Juan Martínez Penas, dueño del teatro Tívoli, pasa por ser su querida, pero no es sino una tapadera, ya que él es un homosexual encubierto.
Carmen es, en realidad, la amante de otro floreciente empresario de la ciudad, Julio Muñoz Ramonet, dueño de los almacenes El Águila, conocido en los bajos fondos como ‘El Rey del Estraperlo’, casado con Carmen Villalonga, la hija del presidente del Banco Popular. Dividido entre dos Cármenes pasa su vida el empresario, que pone un piso a su querida en la calle Padre Claret. Carmen gusta de lucir sus joyas en público ostentosamente y su innegable belleza pasa difícilmente desapercibida. Gusta de frecuentar los garitos de moda en noches interminables, siempre bien acompañada. Apodada ‘Cascabelitos’, su vida disipada es sobradamente conocida.
Una madrugada, su cadáver aparece semienterrado en un huerto privado de la calle Legalidad. Envuelta en su abrigo de piel, le faltan sus joyas y presenta una fuerte herida en la cabeza, que hace de su rubia melena un amasijo de sangre.
La Vanguardia del 12 de enero titula así la información sobre el dramático suceso: ‘Es asesinada una joven y enterrada en la calle Legalidad’. La sociedad catalana de la posguerra lee escandalizada las escabrosas circunstancias que rodean el suceso. La brutalidad del asesinato conmociona a los barceloneses.
Dos de los implicados en el homicidio se suicidan ingiriendo cianuro. El cadáver de uno de ellos aparece a pocos metros de donde se encuentra el cuerpo sin vida de Carmen.También el Ford Sedán, en el que sin lugar a dudas se cometió el cruento crimen: la sangre inunda el interior, desvelando la despiadada contundencia del homicidio.
El asesinato
Acometido tan burdamente, los investigadores dan rápidamente con el tercero de los homicidas, Jesús Navarro Manau, que confiesa su culpabilidad. Amigo de la joven, reticente en un principio, había sido arrastrado finalmente al delito por su padre, Jesús Navarro Gurrea, un espadista de profesión cerrajero que, arruinado, buscaba mejorar su suerte a costa de la muerte de Carmen. Jaime Viñas un amigo de Jesús será el tercero en discordia. Los dos jóvenes apalean a Carmen tras emborracharla (ella era una pertinaz bebedora) en una noche de juerga que se prolonga. La impaciencia enerva a los jóvenes, que la golpean con violencia con un mazo en la cabeza. Carmen se resiste, lo que incrementa involuntariamente su sufrimiento, ya que sale huyendo del coche y finalmente se desmaya, precipitando su trágico fin.
El robo habría sido el móvil: las alhajas que Carmen exhibía habitualmente la habían condenado a muerte. Juzgado por la Audiencia, Jesús Navarro Manau es condenado a muerte el 1 de mayo de 1950. Años después su pena es conmutada por 30 años de cárcel.
Aparentemente el caso estaba resuelto pero las extrañas circunstancias que rodeaban el crimen lo erigieron como uno de los más significativos de la crónica negra barcelonesa contemporánea. El mismo acusado, Jesús Navarro, contribuyó a ello, escribiendo una obra centrada en los hechos repleta de osadas conjeturas y no se arredró ante la posibilidad de sacarlas a la luz en publicaciones de la época como Interviú o La Vanguardia.
Inspiración literaria
Autores literarios de la talla de Juan Marsé y directores cinematográficos como Pedro Costa se ocuparon del mismo. Así el barcelonés Marsé se inspiró parcialmente en el crimen para redactar su obra Si te dicen que caí.
Pero a pesar de las especulaciones posteriores, el caso nunca fue aclarado y las hipótesis en torno a su verdadera motivación son variopintas: celos homosexuales, política, tráfico de drogas…
La sombra de la duda continúa planeando sobre el mismo y la verdad, posiblemente, jamás será desvelada. Aquella chica de provincias que vino a la gran ciudad en busca de fortuna halló una muerte despiadada y, sin quererlo, se convirtió en una figura mítica del imaginario popular.