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Las mujeres rompen sus cadenas y ejercen su derecho al voto

HACE 100 AÑOS

Elecciones para la Cámara de los Comunes en Inglaterra. Por primera vez pueden votar las mujeres, pero sólo las mayores de 30 años

Reunión de la Liga Nacional de Mujeres Votantes, en 1924

El 16 de febrero de 1918, tras una larga lucha, las mujeres británicas conquistan el derecho al voto. Diez meses después hacen gala de ello votando en las elecciones para la Cámara de los Comunes. Si bien a las urnas sólo accedían inicialmente las mayores de 30 años, diez años después la edad bajaría a los 21 años. Las denominadas sufragistas habían osado retar a las leyes vigentes que les impedían ejercer su derecho al voto y en pro de ello protagonizaron huelgas de hambre, se encadenaron frente al palacio de Buckingham e incluso provocaron incendios.

Su éxito se enmarca en un movimiento social más amplio, que ya había llevado a reconocer el voto femenino en Nueva Zelanda (1893), Australia (1902), Finlandia (1906), Noruega (1913) y la Unión Soviética (1917), y que sería pronto secundado en Alemania (1918) y Estados Unidos (1920). La activista Emmeline Pankhurst fue el adalid de la lucha por el voto femenino, ya que, si bien los primeros grupos favorables al sufragio de la mujer se habían formado en el Reino Unido a finales de la década de 1860, no adquirieron relevancia hasta que Pankhurst fundó en 1903 el Sindicato Político y Social de las Mujeres (WSPU). Esta organización renunció a las medidas de presión política que habían utilizado hasta entonces sus compañeras, basadas en tratar de convencer con cartas y argumentos a los diputados, e inició una campaña radical bajo el lema: ‘Hechos, no palabras’.

En los siguientes años, las sufragistas pasaron a la acción: quemaron el contenido de cientos de buzones de correos, rompieron las ventanas de miles de comercios y cortaron cables telefónicos, entre otros actos violentos y sabotajes. También animaron a los ciudadanos a invadir la Cámara de los Comunes y lograron reunir frente al palacio de Westminster a cerca de 60.000 personas apoyando su causa en octubre de 1908, aunque la policía logró impedir que accedieran al edificio del Parlamento. A partir de 1913 radicalizaron aún más sus acciones y colocaron diversas bombas que provocaron daños materiales. Emily Davison protagonizó el acto de militancia más radical al arrojarse bajo el caballo del rey Jorge V durante el Derby celebrado en el hipódromo de Epsom Downs. Pocos días después fallecería. El movimiento ya tenía una mártir.

Envalentonadas, muchas sufragistas acabaron en la cárcel e iniciaron huelgas de hambre, ante lo que el Gobierno del Partido Liberal trató de forzarlas a alimentarse. Con el estallido de la guerra, el WSPU declaró una pausa en sus acciones de protesta, aunque continuó ejerciendo presión sobre el Gobierno.

La ley vigente por aquellos días, aprobada en 1884, solo permitía votar a los hombres con ganancias por encima de cierto nivel adquisitivo, lo que dejaba fuera a más del 40% de los británicos, entre ellos gran parte de los soldados. La norma que se aprobó en febrero de 1918 otorgó el derecho al sufragio a todos los hombres mayores de 21 años, junto con las mujeres por encima de los 30.

Un paso histórico para que el voto femenino dejase de resultar un tabú.

Las mujeres españolas tardamos quince años en lograr acceder a las urnas. Fue el 19 de noviembre de 1933, en el marco de la Segunda República. Las elecciones generales supusieron nuestro estreno como ciudadano completo –con voz y voto- en España, adquiriendo una relevancia sin parangón al convertirse en las elecciones del voto femenino: 6.800.00 mujeres pudieron elegir por primera vez a sus representantes.

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