Grace, la princesa de lujurioso pasado
HACE 30 AÑOS
Grace de Mónaco tenía 52 años cuando le sorprendió la muerte en la misma carretera que aparecía en 'Atrapa a un ladrón', filme que había protagonizado junto a Cary Grant, dirigidos ambos por Hitchcock. El descontrol del vehículo en una curva segó la vida de la princesa
El 14 de septiembre de 1982, su Alteza Serenísima la Princesa de Mónaco circulaba junto a su hija menor Estefanía, de 17 años, por una de las carreteras del Principado. Una traicionera curva causaría el fatal desenlace. El automóvil perdió el control precipitándose por un terraplén e incendiándose a continuación. La princesa sufrió graves heridas. Ese mismo día a las 16.30 una hemorragia cerebral acabaría con su vida, tras padecer grandes dolores. Mientras, la princesa Estefanía, ingresada en el hospital, sufría tan sólo leves contusiones si bien se hallaba presa de un gran shock traumático. El principado la protegió del acoso de los periodistas. ¿Por qué?
Un halo de misterio cubre el suceso. La carretera es efectivamente tortuosa y la curva traicionera, pero esa condición de sobra conocida la hacen inofensiva. El trayecto es rutinario para Grace dado que lo recorre casi a diario. El automóvil, un Rover, debía ir a mucha velocidad. El conductor perdió el control al verse obligado a dar un volantazo con la intención de evitar la caída accediendo a un estrecho camino a su izquierda. La aceleración impidió el frenazo.
Varias dudas se ciernen sobre los investigadores del accidente: el labrador que auxilió a las accidentadas en primera instancia declaró que era Estefanía, menor de edad, quien conducía. Pero un gendarme que asistió a las princesas poco después del suceso asegura que era Grace quien pilotaba el vehículo y que la afirmación del labriego se debía a que las vueltas provocadas durante la caída habían desplazado a las pasajeras.
Su Alteza Grace de Mónaco había muerto. La que fuera aclamada actriz hollywodiense, Grace Kelly, que decidió abandonar la meca del cine para convertirse en princesa, nos dejaba de nuevo, esta vez definitivamente. La verdad jamás se supo. El misterio estaba servido. Nacía la leyenda.
¿Cómo empezó todo?
El trágico final del cuento de hadas que la había conducido desde el Olimpo hollywoodiense al Principado de Mónaco se había iniciado 27 años antes, cuando Pierre Galante, periodista del París Match había presentado al heredero de Mónaco y a la actriz de Hitchcock durante el rodaje de ‘Atrapa a un ladrón’.
Rainiero III era príncipe desde 1949 y contaba 32 años. Descendiente de la familia Grimaldi, poseía 24 títulos nobiliarios y tenía prisa por casarse. Si no había descendencia pronto Mónaco, un minúsculo principado, perdería su independencia y pasaría a ser protectorado francés. Su relación sentimental con la actriz francesa Gisèle Pascal no había sido bien vista por los monegascos.
Grace, por su parte, proyectaba hacia el gran público una imagen de gélida y distante belleza, pero en la realidad había protagonizado una azarosa vida sentimental, que la consagró como una incorregible rompecorazones. Conquistó sin dificultad, uno tras otro, a los galanes más renombrados de Hollywood, especialmente a los que tenían una edad superior a la suya, que eran su debilidad. William Holden, Clark Gable, Ray Milland, Cary Grant, Bing Crosby, David Niven o Gary Cooper compartieron su lecho.
Este último afirmaría de su compañera de reparto en ‘Solo ante el peligro’: ’Da la impresión de que se va a comportar con un hombre como un témpano de hielo hasta que le bajas las bragas, entonces es un volcán en erupción’. El propio Hitchcock, al saber que Grace también mantenía relaciones con Frederick Know, guionista de ’Crimen perfecto’, se atrevió a afirmar: ‘¡Esa Grace! ¡Se acuesta con todos!’
La irresistible Grace había tenido una meteórica carrera artística. Prototipo de la aristocracia estadounidense, debió lidiar primero con sus progenitores para dedicarse a la interpretación.
Su padre, rey del ladrillo, era un auténtico self-made man. Trabajador de la construcción desde los 14 años, había conseguido hacerse con una fortuna. De fuerte temperamento, había ganado tres medallas olímpicas de remo contra todo pronóstico. Su madre, antigua maniquí y profesora de gimnasia, hacía gala de sus orígenes prusianos al educar a sus cuatro hijos con gran disciplina.
Tras un año en Nueva York durante el que sus padres sufragaron sus estudios, Grace trabajó como modelo para mantenerse. Aquella niña tímida, enclenque y miope, acomplejada por los triunfos del padre y tiranizada por su madre, era ahora una belleza que pronto arrasaría entre el público americano. Lejana a la explosiva belleza reinante simbolizada en la exuberancia de Marylin y Ava, logró situarse prácticamente a su nivel.
Sus once películas, unas más comerciales que otras pero todas memorables, le hicieron un hueco en el olimpo de Hollywood. Contra todo pronóstico, se hizo incluso con un Oscar por su interpretación en ‘La angustia de vivir’, en la edición de 1995, a pesar de que la favorita como triunfadora era nada menos que Judy Garland.
Tras dos interpretaciones más, ‘El cisne’ y ‘Alta sociedad’, ambas premonitorias, Grace decide abandonar su carrera artística.
Un año después, el 18 de abril de 1956, miss Kelly pasa a ser Grace de Mónaco. Atrás queda su tórrida vida sentimental. Su propia madre, antes del enlace, había cometido el desliz de enumerar su largo listado de sus ex amantes. Sus biógrafos recuerdan especialmente al diseñador de moda Oleg Cassini, su primer gran amor reconocido públicamente, en la tardía fecha de 1955, que fue rechazado tajantemente por sus padres.
Aquella glacial belleza que ocultaba a una auténtica depredadora sexual había encontrado por fin a su príncipe en la vieja Europa. Era un matrimonio de película. Pero con el paso de los años, diversas biografías han desvelado inevitablemente hechos que refutan la presunta perfección del cuento. Así, se ha publicado que Grace describió textualmente su boda como ‘el carnaval del siglo’, y que le resultó una auténtica pesadilla.
Cierto es que la ceremonia fue ninguneada por la realeza europea , que dudaba del abolengo recientemente adquirido de los Grimaldi y rebajaba el matrimonio a la condición de morganático. Pero lo cierto es que la prensa rosa supo sacar lo mejor de sí misma ante el acontecimiento y creó una dinastía admirada mundialmente desde hace décadas.
No sabemos si es cierto que la princesa, infeliz en los últimos años , se entregó a la bebida y se abandonó a los brazos de jóvenes que le hacían olvidar su menopausia y sentirse de nuevo bella, como se ha insinuado.
Para todos aquellos que amamos el cine, Grace siempre permanecerá en nuestra memoria como la gélida belleza exaltada por Hitchcock, una personalidad femenina difícil de olvidar.