¿A quién te llevarías a una isla desierta? A juzgar por lo que vemos en Supervivientes edición tras edición no sé si la pregunta tiene una respuesta clara, pero sí que acepta alguna que otra respuesta contundente: a nadie de mi familia. Como era de esperar tras un casting algo decepcionante y sombrío, este año el reality gira prácticamente en torno a la figura de Rocío Flores, hija de Rocío Carrasco y Antonio David, que coincide en el concurso con la mujer de su “abuelo”, Ana María Aldón. Vaya, una versión muy made in spain de la comedia Modern family, que amenaza ahora con algo de tormenta después de que, tras mes y medio de concurso, la relación del clan familiar parezca aplastada por un coco.
Los que estáis doctorados en el reality de Mediaset sabéis de sobras que el programa no solo se disputa en Honduras, sino que todo lo que pasa en la isla tiene consecuencias inmediatas y más o menos dramáticas a kilómetros de distancia, concretamente en España donde otros protagonistas esperan salir del banquillo para entrar también a jugar en el terreno de juego. Y es ahí donde también hay personalidades que ya llevan días calentando en la banda para decir la suya. Pero, ¿qué ha pasado entre Rocío Flores y Ana María Aldón para que se llegue a este punto?
Resumiéndolo mucho con el ánimo de no aburrir al lector especializado (que lo conoce sobradamente) y al lector más novato en la materia (al que se le resbalan la mayoría de los detalles del paraíso televisado), lo que ha sucedido es que la nieta de Rocío Jurado no se siente respaldada en el show por alguien de su familia que, a priori, y según ella, debería estar allí para defenderla de ataques perversos como lo que ha sufrido por parte de Yiya, su archienemiga en la isla.
Y el nombre de Yiya se hace aquí imprescindible ya que la explosiva concursante fue quien deslizó unas supuestas palabras de la mujer de Ortega Cano durante uno de los días de convivencia donde habría asegurado que no siente que Flores forme parte de su familia. La diseñadora, siempre ha negado que eso saliera de su boca, pero la hija de Rocío Carrasco no termina de confiar en alguien por quien siente mucho aprecio, pero a quien le recrimina no haberla defendido lo suficiente en la isla. Aldón, consciente de ello, se escuda en que cada uno tiene que hacer su concurso.
“Yo hubiera sacado los ojos, porque con mi familia soy así”, aseguró el otro día una Flores que en el reencuentro con los expulsados se fue de La Palapa sin despedirse de Aldón, un desaire que se ha interpretado como una pequeña crisis en el seno de la familia, y que a la mujer de Ortega Cano no le ha sentado nada bien: “Yo no estoy para gilipolleces; he hecho mi concurso porque se me dejó muy claro antes de entrar que cada una venía a hacer su concurso”, insistía.
A kilómetros de distancia, son otros los que se suman al festín, empezando por el padre de Rocío, Antonio David, su defensor en el plató, que aseguró que Ana María se arrepentiría de su actitud cuando regresara a España. El ex Guardia Civil también sacó a relucir un pacto que habría entre ellas dos, pero lo hizo con matices: “En esa conversación nadie pidió dejar claro absolutamente nada, dijimos que cada cual haría su concurso y que fueran el apoyo una de la otra. Que hicieran un concurso independiente pero que se apoyaran por ser familia”. Algo que, según él, no ha sucedido, por lo que está molesto con la actitud de Aldón, especialmente por considerar que se ha hecho amiga de la principal enemiga de su hija.
“Ella dice que si intercede en el conflicto le va a perjudicar a su concurso y es todo lo contrario. El público la expulsó porque le ha perjudicado no parar los pies a Yiya”, sentenció el pasado martes visiblemente molesto Antonio David. A todo ello hay alguien a quien parece que cada vez le molestan más el campamento de verano que se ha montado Aldón en la isla, donde luce tan feliz que, más en serio que en broma, llegó a asegurar un día que no quería que le regalaran la presencia de su marido en Honduras. Sí. Es un Ortega Cano que, el otro día, pronunciaba esta frase enmarcada en la Semana Santa de penitencia que estamos pasando: “Me vais a matar”.
El extorero está siendo víctima colateral del concurso de su mujer y de Rocío Flores y, aunque en las primeras semanas quiso mantenerse fuera del jolgorio, ha caído en la tentación y finalmente ha entrado al trapo. Ortega Cano intervino vía telefónica en Sálvame hace unos días para recordar que padece del corazón y que tiene taquicardias, por lo que todo este show montado parece que no sería lo que más le conviene por prescripción médica.
El padre adoptivo de Gloria Camila, a quien también tiene en el plató de Supervivientes animando las noches con su particular pelea al barro con Sofía Suescun, confesó estar enamorado de su mujer, pero dejó una frase para el análisis: “Tengo el corazón partido entre Rocío y Ana María”, aunque quiso defender a su esposa por su nula defensa a Flores en el concurso: “Cada persona somos un mundo y yo sí que puedo decir que ella quiere mucho a Rocío Flores, le tiene mucho cariño a toda la familia de su padre”.
A todo ello, falta conocer públicamente la opinión de Rocío Carrasco sobre el concurso de su hija y, aunque por el momento mantiene una prudencia habitual en ella a la hora de tratar temas íntimos, que nadie descarte que en los próximo días haya una nueva caja de Pandora por abrir. Es la historia televisada de un clan que reparte sus horas entre los juzgados y los platós y que, por mucho que pasen los años, parece cada vez más improbable que limen asperezas. Por ahora, parece que sale mucho más rentable hacer una operación bikini en una playa abandonada de Honduras mientras otros se encargan de que, cuando todo el show termine, los focos principales continúen alumbrando la pista del circo.