Lo que encierra la agenda de Encarna Sánchez
Sin censura
Julián Fernández Cruz afirma saber cómo desaparecieron 43 millones de pesetas de la locutora y cita los nombres de mujeres famosas que mantuvieron una amistad muy estrecha con la locutora
“¿Quién me mandó esa agenda? ¿Quién me envió los papeles de su despacho en la casa de la Moraleja? Yo lo sé, naturalmente, y lo desvelaré en el libro”. Julián Fernández Cruz prepara la biografía definitiva de la locutora Encarna Sánchez y esta vez, sin censura alguna. Por él desfilan nombres como Carmen Jara, Josefina Calle, Pedro Pérez y los gestores de la locutora fallecida, Pedro Bonilla y Gerardo Cordero Feo, así como el de varias famosas que, asegura el autor, fueron estrechas amigas de la locutora. Julián Fernández Cruz ha reunido una extensa documentación que incluye cartas de Adolfo Suárez, Tierno Galván, Eduardo Sotillos y Manuel Fraga, entre otros.
De casa de la locutora desaparecieron una noche 43 millones de pesetas. En el libro se explica el suceso
El principal punto oscuro de la millonaria herencia de Encarna Sánchez es el propio testamento: “En el expolio al que someten la casa de Encarna en La Moraleja, aparecen sus últimas voluntades escritas en un papel. El primero que aparecía como heredero era Alejandro ‘Sacha’ Gordillo [hijo del representante de artistas Paco Gordillo, al que estaba muy unida]. Ese documento es destruido. Gerbonsa y Nuria Abad se alían y le dicen a Pilar Cebrián, que fue la primera heredera de Encarna, que si ella calla, todos saldrán beneficiados. Le proponen repartirse su patrimonio o todo será para Sacha Gordillo”. Pilar Cebrián es el nombre real de Clara Suñer, una locutora de Radio Nacional en los 60 con la que Encarna entabló una fuerte amistad. Cuando Encarna viaja a México, la deja como heredera y cuidadora de su madre. Al regresar, nunca llegó a anular ese testamento.
Entre la documentación que maneja Fernández Cruz, existen dos DNI de Encarna. Uno le fue robado y el otro, es su renovación. Puede comprobarse que el primero no ha vencido. “Con ese DNI y los poderes de Gerbonsa se redacta un documento que servirá a Pedro Pérez para transferir más de mil millones desde Suiza a una cuenta del Banco de Comercio, en la calle Padre Damián. La cuenta está nombre de una sociedad en que figura Nuria Abad y los propios Bonilla y Cordero. Plantéate cómo compró si no Nuria Abad un soberbio ático en la calle Doctor Fleming, 46 cuando ya tenía un piso en el número 33, y que fue regalo de Encarna”.
Beatriz Carvajal, que también participó en la mesa camilla de la radio, Maricarmen –la de los muñecos– y las hermanas Hurtado, entre otras, fueron muy amigas de Encarna, asegura el autor
“Encarna tenía un problema muy gordo y eran sus miedos. Eso la mataba. La chantajearon toda su vida por ese motivo. La que más, una jovencísima Nuria Abad: ‘Voy a ir a los medios a explicar nuestra relación’, le decía. El principal temor de la locutora era que se conociese su condición sexual. Cuando en 2009 estaba escribiendo la primera obra sobre Encarna y con objeto de defenderla –porque le habían robado todo, en vida y después de muerta– recibí una llamada de Conchita Bautista pidiéndome que no la relacionase con “ese ambiente”, refiriéndose a ella, Isabel Pantoja y a otras. Le hice caso. Pero examinando estos años mucha documentación y tras hablar largo y tendido con Josefa Calle, la ama de llaves de Encarna, he recopilado nombres de otras mujeres que mantuvieron una relación muy estrecha con Encarna: Beatriz Carvajal, que también participó en la mesa camilla de la radio, Maricarmen –la de los muñecos– y las hermanas Hurtado, entre otras”. Fernández Cruz asegura que desvelará todos los detalles en el libro Encarna Sánchez, toda la verdad sin censura.
También Dulce, quien fuera persona de máxima confianza de Isabel Pantoja, tiene un papel privilegiado en esta obra. El autor dispone de un testimonio grabado asegurándole que la desaparición de 43 millones de pesetas que la locutora guardaba en casa, está relacionada con una fugaz aparición de la niñera de Chabelita en la mansión. Cuando el dinero desaparece, Kiko Rivera (entonces todavía Paquirrín) está viendo la televisión en compañía de Teresa Pollo. Pero Fernández Cruz asegura que, desde luego, Dulce no se apropió de ese dinero. “En el libro se explica. Y aviso: sin censura”.